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Jueves, 19 de septiembre de 2013

MUSICA › TREMOR PRESENTA MAñANA PROA, SU úLTIMO DISCO, EN CIUDAD CULTURAL KONEX

“Una apuesta a lo sensorial”

El trío integrado por Leonardo Martinelli, Camilo Carabajal y Gerardo Farez hace “música folklórica”, sí, pero subsumido en diseños sonoros que lo superan. “No buscamos hacer folklore nuevo ni nada por el estilo, sino incorporar referencias con total libertad”, señalan.

 Por Cristian Vitale

Ingresar al universo de Tremor implica suspender la idea de que el mundo está envuelto en una canción e imaginar que existe un sinfín de marcos posibles. También, tener el oído entrenado en aquellos delirios instrumentales de Soft Machine, Tangerine Dream o Bauhaus; o en los encares más intrépidos del Chango Farías Gómez; o en la electrónica sin prejuicios, o en el carril mantra más mantra de la música del NOA. O todo esto. O, simplemente, dejarse llevar. “Hay algo en la estructura de las canciones que no nos copa tanto, esa cosa AB AB o ABC AB es algo que tratamos de evitar, sobre todo en este disco”, resume sin más Leonardo Martinelli, multiinstrumentista y cerebro del trío que amplían Camilo Carabajal en bombo legüero, redoblantes y caja y Gerardo Farez, en teclados y demases percusivos, también nativos. “Aunque nos gusta escucharlas, no nos sentimos cómodos en la caja en que te ponen las canciones”, insiste el músico, que en Proa, disco en cuestión, toca guitarra, charango, ronroco, walaycho, kazoo, trutruca y sachaguitarra, el instrumento mitad mandolina mitad violín que inventó el prócer santiagueño Elpidio Herrera, allá por principios de los setenta.

–¿Sachaguitarra?... eso sí que es ir a más...

Leonardo Martinelli: –Sí (risas). Empezó por una cuestión de curiosidad y admiración por Elpidio, el tipo es un fenómeno. Me pasé un día en su casa de Villa Atamisqui. Comí con él, nos tomamos unos vinos y me enseñó secretos del instrumento porque, claro, no se trata de estudiar el método Berklee (risas). Además, nosotros somos de andar recolectando instrumentos por todos lados y en el caso de la sachaguitarra cumplía con un aspecto del folklore que nos gusta, que tiene que ver con su rusticidad, más que con el folklore edulcorado, y la sacha es punzante, tiene un sonido más duro.

Al todo por la parte, entonces: la sachaguitarra es el instrumento “vedette” de este fresco de once intrépidas piezas que el trío estrenará en vivo mañana y el próximo jueves a las 20.30 en la Sala B de la Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131) y que deviene en variadas subpartes instrumentales, conceptuales, riesgosas. Hay folklore, sí, pero hasta ahí y subsumido en diseños sonoros que lo superan. Hay visceralidad y crudeza. Hay recursos electrónicos, pero tampoco mandan. Hay, al contrario de Landing, Viajante y Para armar (sus trabajos anteriores), voces: la de Micaela Chauque, por caso, ambientando la bellísima copla “Huella Feat”; la de Julio Cortázar en off para iniciar –y guiar– el disco, o la del mismo Martinelli, en inglés, para marcar el contraste con “Autobuzz”. Hay, al cabo, folklore “digital”, bombos resecos y ruidismo. Glitch y chacarera. Adrenalina y pulmón. “Teníamos pensado para este disco reflejar la humanidad del proyecto, porque los otros trabajos son como más hi fi, más prolijos, incluso más cerebrales, en fin, no es casual que estemos en la tapa, siempre estuvimos medio invisibles, medio escondidos ¿no? Hay una cosa emocional que parte de ahí. No queríamos hacer otro disco igual, queríamos encontrar algo nuevo para decir y para divertirnos nosotros también”, define Martinelli.

–Está dando con uno de los conceptos clave de la música progresiva, que se complementa con la costumbre de dividir los temas en partes.

L. M.: –Tal vez sí. Pero nosotros queríamos borrar la línea de lo que pueda parecer un experimento, porque los grupos de fusión corren el riesgo de sonar a la suma de esto, más esto, más esto, y que todo el tiempo se vea la costura. Nos propusimos borrar esa situación y, exceptuando uno o dos temas, no hay una referencia clara a ritmos folklóricos, por ejemplo.

–¿Incluye al “hit” “Huella Feat” en esta intención o es una de las excepciones?

L. M.: –Fue un desafío, porque queríamos una copla, que tiene esa cosa medio de mantra, medio horizontal, donde no hay una armonía que varía, y resolvimos la situación haciendo que el tema tuviera tres momentos bien marcados: pudimos contar una historia a nuestra forma, aunque sin traicionar la melodía ni el mantra. Yo crecí en Once, no soy de Jujuy, pero el imaginario andino me puede.

Martinelli se fue al primer Borges para extraer el nudo madre del disco de la revista que aquel fundó junto a Ricardo Güiraldes y Macedonio Fernández en 1922. “Estuve leyendo unas cosas en esa revista y me encontré con algo que explicaba muy bien nuestra intención. Algo que decía ‘dejemos que los burgueses de la literatura vayan en camarotes donde está el confort, nosotros vayamos en la proa, donde están el riesgo y la aventura’, y Tremor es eso”, señala el compositor. “Y una apuesta a lo sensorial, también”, se integra Camilo Carabajal, el hijo de Cuti Carabajal, nacido en Barcelona, criado entre Buenos Aires y Berlín y con anclajes ocasionales en La Banda, el pueblo santiagueño del clan. “La B marca mi vida, como se ve... y encima toco bombo y batería”, se ríe y vuelve en tema: “Yo creo que pasa por soltarse. Por dejarse llevar... los nervios, las pulsaciones, los efectos sonoros, algo que de alguna manera explica que la música de Tremor sea aceptada en varias partes del mundo”.

El plus geográfico de éste Carabajal tercera generación no sólo tiene que ver con la edición de Proa en Estados Unidos y Europa, a través del sello Wonderwheel Recordings, sino con giras que zarandearon al trío por Holanda, Alemania, España, Suecia, Canadá, Brasil, Estados Unidos, Colombia y Dinamarca, donde fueron parte del Roskilde Festival. “Si tocamos acá y venís al show, entendés un montón de cosas... ‘ah, esto es una chacarera’, ‘ah, esto es un huayno’, ok, pero si vas a Dinamarca, los tipos cero. No entiendo por qué van bien los shows afuera, si hay una parte del chiste de Tremor que se pierden ¿no?... entienden que hay un elemento folklórico de fusión, pero no pueden reconocer cuál es y eso me alucina”, se entusiasma Martinelli. “Para mí tiene que ver con los elementos tribales que trascienden todo lo demás. Nosotros nos cercioramos de que los elementos más musicales no se lleven puesta la emocionalidad, ese aspecto tribal y crudo que no tiene fronteras”, agrega Carabajal.

–¿Y qué pasa con Tremor en su tierra?, ¿se entiende el chiste?

L. M.: –Sí. Incluso más desde el sector del folklore, porque fuimos más aceptados en éste que en el de la electrónica. Creo que la clave está en que obviamente a mucha gente no le gusta lo que hacemos, pero se da cuenta de que no estamos especulando. Está clarísimo que si quisiéramos hacerlo haríamos chacarera house y no electrónica experimental con chacareras... eso genera un respeto ¿no? Tremor nunca buscó hacer el folklore nuevo ni nada por el estilo, sino incorporar referencias con total libertad, porque hay algo que tiene que ver con confrontar con la tradición, con la raíz, sí, pero también con el mundo contemporáneo.

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“Aunque nos gusta escucharlas, no nos sentimos cómodos en la caja en que te ponen las canciones.”
 
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