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Martes, 25 de febrero de 2014

MUSICA › CIRO FOGLIATTA TOCA TODOS LOS MARTES EN LA VIOLA BAR

“Me gusta mucho el trabajo compartido”

El legendario tecladista de Los Gatos quiere, a la manera de Bob Dylan, “tocar cada vez más”. Y su ciclo le permite cruzarse con músicos amigos o simplemente poner de manifiesto que, como canta en una de sus canciones recientes, toda su vida es un blues.

 Por Santiago Rial Ungaro

”Toda mi vida es un blues”, canta Ciro Fogliatta en El Rey del Rock & Roll, su último disco grabado junto a Las Blusettes. Y la verdad es que, aunque se lo vea contenido y hasta mimado por este trío de muchachas que lo acompañan en el disco y en algunas de sus presentaciones, nadie se animaría a contradecirlo. Cuando repite, como un mantra, “Toda mi vida es un blues / con algo de jazz moderno”, Fogliatta está contando su biografía musical, antes y después de haber creado The Wild Cats en 1964. Ese grupo fue el embrión de Los Gatos Salvajes, que al cantar y componer en español en 1965 inició el “rock de autor” en el país y Sudamérica. Mucho se puede hablar sobre Los Gatos Salvajes, banda de alguna forma eclipsada por el suceso que generaron más tarde Fogliatta junto a Nebbia y compañía en Los Gatos, pero la “Ciropeida” oficial muestra a un Ciro adolescente en 1960 como pianista de la Eagle Dixieland Band de Rosario. “En 2010 cumplí cincuenta años con la música. La primera vez que toqué en vivo con la Jazz Band me sacaron una foto y cuando la encontré me di cuenta porque tenía la fecha. Me acuerdo de que era en diciembre y que no andaba muy bien en esa época, quizá porque mi mamá estaba enferma. Y al final mi mamá se murió ese mismo día que se cumplían cincuenta años de mi debut...”

Por estos días, a Fogliatta se lo ve tranquilo, quizás haciendo un balance por demás positivo: de Los Gatos Salvajes a Las Blusettes, pasando por Polifemo, Sacramento, la banda de Andrés Calamaro, Dulces 16, Los Desconocidos de Siempre, la banda de Moris, o grupos menos conocidos en el país, fruto de su experiencia de más de una década en España. “La primera banda en la que toqué fue una jazz band, hace más de cincuenta años. Hacíamos dixieland. Por entonces era un aficionado y estos tipos –que eran bastante más grandes que yo– me hicieron tocar blues, que quizá no era un blues clásico, cantado, pero si un blues instrumental. Y ahí ya tenía que tocar un solo. El blues y el jazz tienen dos cosas que son esenciales y sin eso no existen: la improvisación y el swing. Siempre se dice que la música es el arte de combinar los sonidos, pero los norteamericanos le agregaron ‘y estar con el ritmo’.” Desde hace unos meses, Fogliatta lleva adelante un ciclo de música en La Viola Bar (Humboldt 1793), los martes a las 22, con entrada gratuita. Por ahí se pueden ver, entre el público y participando también de las zapadas, a Botafogo, a Juan Carlos “Chango” Pueblas (ex guitarrista de Los Gatos Salvajes), a Julián Kanevsky (guitarrista de Calamaro) y a las integrantes de Las Blusettes, sumándose a un ciclo musical que ya pinta para clásico del blues local.

“Trato de tocar cada vez más, dentro de lo posible”, afirma Fogliatta. “Hay artistas como Dylan, al que vi tocando en el ‘99 cuando tocó de telonero de los Stones, que empezó esa gira sin final. Y no es un chamuyo, nosotros tuvimos la suerte de conocer a Bucky Baxter, que tocaba la mandolina con él, un músico de Nashville, porque entonces yo estaba tocando con Calamaro y él había invitado a toda la banda de Dylan al Luna Park; así que lo conocimos y nos decía que estaba cansado de hacer tantas giras, que Bob no paraba. A mí me llama mucho la atención Dylan, lo mismo que Keith Richards, pero por lo musical. Ayer justo vi a unos chicos que están haciendo un documental sobre Pappo y se contaban muchas anécdotas, pero la verdad es que a mí lo que más me interesa es la música.”

–¿Cómo se llevaba con Pappo?

–Bien. Pappo era un tipo muy llano, como dicen en España. Te gustaba o no te gustaba. O mejor dicho: le gustabas o no le gustabas, porque era un tipo de barrio y tenía esa forma de ser. Por suerte yo le caía bien. Lo de las anécdotas es peor todavía con Tanguito, porque es un mito, pero nadie sabe lo que fue realmente. Nadie habló de su parte artística, de la primera parte, cuando estaban todos en La Cueva. El fue el embrión de un montón de bandas que aún no habían salido y él ya había grabado un disco. Ya era un profesional, el tocaba con Los Dukes, que era una banda de pop con la que salí en la tele. Y era un cantante muy bueno.

–¿Y Litto Nebbia?

—¡Litto es artista desde los 10 años! Es hijo de artistas. El es muy prolífico, además de que le gusta trabajar en todos los aspectos de la música: tocar, grabar, cantar, producir. Yo soy más tranquilo, ahora tengo una banda y algunos temas nuevos, con eso me conformo. Supongo que tendría que nacer de Litto, pero la verdad es que sería lindo volver a producir algo para él.

La relación entre Fogliatta y Nebbia, los únicos miembros que fueron parte tanto de Los Gatos como de Los Gatos Salvajes, es indudablemente estrecha: en 2005, ambos se juntaron con los demás integrantes de la formación original de Los Gatos Salvajes en una reunión inusual, más cercana al encuentro entre viejos amigos que a la piratería tardía que empaña a menudo ciertos regresos de algunas bandas. Imposible, entonces, no preguntarle al tecladista sobre la leyenda que muestra a un por entonces ignoto Nebbia intentando en vano entrar como cantante en The Wild Cats. “Lo de Litto fue muy simple, y es que nosotros teníamos un cantante que era espectacular, que era Rubén Rojas, el Negro Rojas. El tipo se fue de la banda y nosotros buscábamos un cantante con voz más grave, tipo Sandro, Elvis. A Litto lo conocíamos porque todos los sábados que tocábamos en el Club Francés venía a escuchar a todas las bandas, era un fanático de la música. Pero cuando vino a dar una prueba, el aún estaba cambiando la voz, tenía otro tipo de voz, una voz finita. Las pruebas por entonces eran sin micrófono. Nos llamó la atención porque nos tocó un tema suyo, acompañándose mientras hacía la base del tema con la bordona de la guitarra. Seguimos probando otros tipos y pusimos a otro cantante, pero cuando hicimos un show, la cosa no funcionó. Un día que yo estaba en el Club Francés lo vi a Litto cantando con Los Sables, ya con un micrófono, y vi que tenía talento. Ahí nomás, antes de preguntárselo al resto, le dije que se uniera a la banda. El capaz que le da mucha importancia porque sufrió un poco al principio cuando le dijimos que no. Pero el tenía mucho talento, a la larga o la corta algo iba a hacer, no iba a quedarse en Rosario. Antes quizá se buscaba algo distinto, un tipo que cantara; ahora se busca más la actitud. Estamos hablando de esa época entre Elvis y Los Beatles, que casi no se conocían, apenas llegaban algunas cosas. Me acuerdo de que una vez Ricardo Bellini, que era el baterista de Los Gatos Salvajes, había leído que en Inglaterra había una banda que tenía muchos admiradores, pero que no cantaban, solamente gritaban.”

El cariño y la erudición que tiene Fogliatta hacia esta música queda en evidencia cuando recuerda el polémico show que dio hace poco Chuck Berry: “Es cierto que hubo gente que se fue antes que termine; yo, por el respeto que tengo hacia él, lo único que rogaba era que pudiera terminar el show. Pero saqué cosas positivas de ese recital. El es el padre de la música moderna. El fraseo que tiene es único, las letras, haber empezado con ese estilo justo cuando el blues estaba decayendo, haber levantado el sello Chess... Es cierto que se olvidaba un poco las letras y que apenas puede tocar, pero ver a las chicas de 17 años bailando y ver que él seguía yendo siempre para adelante, para mí lo justificaba todo”, analiza este exquisito estilista que, con cierta coquetería, no quiere decir cuántos años tiene. “Son muchos –se ríe—. A mí me gusta mucho la música popular, moderna, que se desarrolló en Estados Unidos. Me gusta cómo se trabaja ahí: un compositor está buscando un cantante, el cantante está buscando un arreglista. Creo que, sin quererlo, las bandas de rock un poco desarmaron eso.” Luego de separados Los Gatos, Fogliatta y el resto de los integrantes de la banda (excepto Nebbia) se instalaron a principios de los ‘70 en Nueva York para experimentar de primera mano lo que pasaba ahí: “Estuve allá en la época de los hippies. Fue una de las más grandes influencias que tuve en mi vida. Musicalmente, porque pude ver en su momento a todas las bandas, pero también filosóficamente. Cuando llegué estaban en venta las entradas para un show de Jimi Hendrix Experience. Y después vi a The Who, Albert King, Chuck Berry, The Mothers of Invention, The Band... Esas bandas acá no llegaban. Un recuerdo de aquella época fueron algunas manifestaciones de fans de John Lennon para que lo dejaran entrar a Estados Unidos. Estuve en alguna manifestación, también. Hay que entender que a los hippies no les interesaba el consumo, no eran como el norteamericano medio, de verdad les interesaba saber de dónde venías”.

“Sigo pensando que lo que pasó en ese entonces fue una revolución muy grande y que todavía pasó poco tiempo para poder entenderlo –continúa Fogliatta—. Hubo cosas muy positivas y otras muy negativas, como las drogas. Muchos murieron, hay que tener claro que no son para cualquiera.” Como su compadre Nebbia, Fogliatta mantiene la salud, la lucidez y la buena memoria. Y la fidelidad de medio siglo de blues, en las buenas y en las malas. “Pienso que siempre tuve buena intuición. A mí me gusta mucho el trabajo compartido, me gustan los equipos. Los músicos solamente manejamos lo mecánico de la música; capaz que tenemos la conexión con la fuente, pero la fuente no es nuestra: nosotros somos un medio, tenemos la habilidad para conectarnos con eso. La música sirve para formar una pequeña familia. Si no sirve para eso...”

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Imagen: Sandra Cartasso
 
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