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Martes, 19 de agosto de 2014

MUSICA › EL CUARTETO KELLER ACTUARá ESTA NOCHE EN BUENOS AIRES

Al encuentro de una mutua iluminación

Como parte del ciclo Colón Contemporáneo, el notable cuarteto de cuerdas húngaro presentará un programa que pondrá a dialogar El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach, con los poéticos epigramas de György Kurtág.

 Por Diego Fischerman

Si hay algo que caracteriza las grabaciones y los conciertos del Cuarteto Keller es la imaginación y, al mismo tiempo, la coherencia con la que piensan sus programas. Sin embargo, András Keller, su primer violinista y fundador, atribuye el mérito a “algo muy individual e instintivo, bastante difícil de explicar”. Para él, esa dificultad tiene que ver con que “cada vez es diferente”. No obstante, reconoce que suele haber un punto de partida: “La mayoría de las veces es una obra grande o una idea rectora, y nosotros tratamos de articular, a partir de allí, un rumbo, en tanto sentimos que puede funcionar como principio de un desarrollo orgánico”.

Integrado también por Zsófia Környei –quien reemplazó a János Pilz– en segundo violín, Zoltán Gál en viola y Judit Szabó en cello, el grupo se formó en 1987 en el Conservatorio Liszt de Budapest, donde los cuatro se formaron. Con una discografía ejemplar, publicada en su mayoría por el sello ECM –el mismo que edita a Keith Jarrett y Gismonti y, en el campo de la tradición académica, a András Schiff y Gidon Kremer–, el cuarteto ha registrado obras centrales del siglo XX, de autores como György Ligeti, Béla Bartók, Alfred Schnittke, György Kurtág y Dmitri Shostakovich, además de una versión extraordinaria de El arte de la fuga, de Johann Sebastian Bach. Esta noche, a las 20.30, el cuarteto actuará en Buenos Aires, como parte del notable ciclo Colón Contemporáneo, que se lleva a cabo en ese teatro. Y el programa pondrá en diálogo, precisamente, las fugas de esa monumental colección final –e inconclusa– de Bach con los poéticos epigramas de Kurtág.

El cuarteto viene haciendo este programa desde hace unos quince años. Pero jamás lo hace igual. Como si se tratara de una materia sujeta a revisión permanente, allí entran o salen distintas piezas, cambia el orden y, claro, en cada ocasión el conjunto acaba siendo significativamente distinto. “Si pienso en la evolución de este programa –dice Keller– lo que veo es algo así como un gran círculo, que incluye muchos, muchísimos círculos más pequeños, cada uno de ellos de un color diferente. En ocasiones alguno de ellos resulta elegido, o simplemente transformado. Pero los círculos centrales –incluso si sus colores cambian– irradian en múltiples direcciones su propio camino original y orgánico. Mi razón personal para hacer, a veces, pequeños cambios, es conservar la frescura y poder investigar, cada vez, los valores más inasibles de estas obras maestras.”

Para Keller, “cada una de las piezas elegidas ilumina a cada una de las otras en millones de maneras. Los reflejos nunca son los mismos y nunca sabemos exactamente cómo y alrededor de dónde girarán. Se trata de un gran viaje y de un gran desafío para cada uno de los que participamos en él”. En el concierto de hoy, el cuarteto Keller intercalará cánones y contrapuntos de El arte de la fuga, de Bach, con los estrenos argentinos de Six Moments Musicaux, Secreta, Aus der Ferne V, Officium Breve y Ligatura de Kurtág. Nacido en Lugoj, actualmente parte de Rumania, estudió en París con Olivier Messiaen y regresó en 1958 a Hungría, donde su actividad como compositor resultaba casi secreta, eclipsada por la de profesor de piano –Schiff y Zoltán Kocsis estuvieron entre sus alumnos–. Recién en la década de 1990, en que el Festival de Salzburgo le dedicó una importante retrospectiva, su personalísima estética empezó a ser tenida en cuenta. Influido por Bartók y Messiaen tanto como por el espacialismo de obras como Gruppen, de Karlheinz Stockhausen, sus obras, muchas veces apenas unas tenues –y breves– pinceladas de sonido, no se parecen, en rigor, a las de ningunos de ellos. Entre 1993 y 1995 Kurtág fue compositor residente de la Filarmónica de Berlín, para la cual escribió Efigie, y ha obtenido, entre otros galardones y distinciones, el Premio de Composición Musical Príncipe Pierre de Mónaco, en 1992, y el Grawemeier de composición, en 2006.

En 2009 el Festival Internacional de Música Contemporánea de la Bienal de Venecia le concedió el León de Oro como reconocimiento a su carrera. La “mutua iluminación”, como señala Keller, de sus composiciones para cuarteto de cuerdas y las fugas finales de Bach no está lejos, en todo caso, del propio pensamiento de Kurtág. El arte de la fuga, por su parte, ocupa un lugar particularísimo dentro de la obra de Bach. Y es que, aunque se trata obviamente de una colección de piezas para teclado, el hecho de que cada una de las voces esté escrita en pentagramas separados –como si se tratara de una partitura orquestal–, aun cuando era una práctica relativamente habitual en su época, en el caso de obras contrapuntísticas y más cuando, como en este caso, se trataba de una especie de tratado práctico sobre la materia, siempre otorgó a estas fugas un aura de pureza y abstracción. Y, además, en tanto música en sí misma y más allá de una instrumentación predefinida, pasible de transcripciones como la que el Keller realizó para cuarteto de cuerdas.

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El conjunto viene haciendo el mismo programa desde hace unos quince años, pero jamás lo hace igual.
 
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