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Jueves, 25 de septiembre de 2014

MUSICA › LA AMISTAD CON CERATI

Una vida juntos

En un show en La Trastienda, Richard Coleman tocó junto a su banda “Naturaleza muerta” y “Dominó”, canciones que había compuesto junto a Gustavo Cerati para el último disco de éste, Fuerza natural. Y las presentó diciendo que no podía ser que esos temas no se tocaran más (debido al ACV que había sufrido el ex Soda Stereo). “Creo que faltó gastar un poco más esas canciones, sacarle las investiduras y rockearlas”, explica. “Faltó que fueran repertorio, se quedaron en la presentación. Y bueno, yo las agregué al repertorio. Me parece que está bueno reinterpretarlas entre los covers. Es algo que empecé a hacer a partir de mi plan solista. En mis primeros shows solo con la guitarra, empecé a hacer las canciones que había hecho con Gus. Cuando estaba en Los 7 Delfines y tocaba un tema de Fricción, era como jugar en distintos equipos, había una cosa medio rara. En cambio, al estar solo, puedo tocar todo... Toco lo que tengo ganas, incluso un tema de Kraftwerk. Y sentí la necesidad de seguir tocando esos temas que compusimos para Fuerza natural. Por otro lado, es el momento que yo comparto con mi amigo... Me gusta tenerlo presente y que sea ahí, más allá de que lo tengo presente a diario, porque es mi amigo que se fue. En ese momento es como estar con él un poco más cerca y estar con él desde un lugar personal...

–El lugar que los unió: la música.

–Exactamente. Es un momento muy privado, pero también honestamente compartible. Hay momentos que estoy diciendo cosas y me desarmo... Por ahí digo ciertas palabras y... Que encima las escribí yo, porque de las que hicimos juntos toco las canciones de las que coescribí la letra; no me animé a meterme en el otro terreno, aunque ya lo haré si tengo ganas.

–Usted siguió yendo a ver a Cerati mientras estuvo internado.

–Había ido para el cumple, hacía poco. No solía ir a los cumpleaños porque había demasiada gente y siempre había alguno esperando para sacar una foto, así que ni iba ese día. Pero este año dije: “No, voy a ir al cumple para ver a la vieja, estar un rato con ella”. Estuvimos de la mano, charlando tranquilos. Y después, cuando estaba armando lo del show, pensé en ir antes para tirar alguna, porque siempre le hablaba mucho. El estaba ahí, en su lugar, pero estaba la necesidad de estimularlo, entonces le contaba mis cosas. Y se me complicaron los tiempos y no fui... Fue una sorpresa, porque todo había quedado en una meseta y uno se acostumbra a eso, parece que ese limbo fuera lo cotidiano. Así que la noticia fue como un mazazo. Me cayó encima la realidad. Entonces, la impotencia, la indignación, la furia y la tristeza –todo mezclado– que tenía a raíz del accidente y del estado en el que quedó... Digamos que no había sido un duelo, porque todavía él estaba ahí. Y la diferencia grande, el mazazo, fue la realidad de que ahora ya no está más. Entonces llegó el dolor que faltaba. Cuando me llamaron de algunos medios, les dije que el Gustavo por el que me preguntan no es el que estoy llorando: yo estoy llorando a mi amigo. Lo demás es otra cosa y, en un punto, es circunstancial. La falta del músico la lamentamos todos, pero el dolor que tengo no es para compartirlo, no es una reflexión que yo tenga que soltar a los cuatro vientos. Es un dolor que va a seguir ahí, pero tengo mi manera de conservar todas esas cosas que compartimos durante treinta años. Toda esa vida compartida...

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