espectaculos

Viernes, 29 de mayo de 2015

MUSICA › ALEX JAMES Y LOS PLACERES DEL RETORNO DE BLUR

“Necesitábamos hacer algo que le hiciera justicia a la banda”

El músico detalla las azarosas circunstancias que llevaron a la grabación de su primer disco con la formación original en dieciséis años: “Bastó que estuviéramos todos en el mismo lugar, al mismo tiempo, en el mismo estado mental. Fue algo inconsciente”.

 Por Joaquín Vismara

Desde hace tiempo, la industria tiene un plan ineludible que se aplica cada vez que un grupo decide volver al ruedo después de años de inactividad: campaña mediática, disco nuevo de estudio y una consecuente gira presentación que engrose las arcas de todas las partes intervinientes (productores, sellos y, al final de la lista, el artista en cuestión). Los británicos Blur tomaron otro camino, bastante más radical. La banda liderada por el polifacético Damon Albarn tuvo su apogeo en los ’90, a fuerza de un pop creativo adornado con letras filosas e irónicas que apuntaban sus dardos a los estereotipos de la clase media inglesa. Con el tiempo, el grupo se abocó cada vez más a la experimentación y los terrenos sombríos, hasta que en 2002 el guitarrista Graham Coxon se fue dando un portazo mientras se grababa la primera canción de su opus siete, el fallido Think Tank, publicado en 2003.

Al poco tiempo, el grupo se desintegró y nada parecía indicar un cambio de planes, hasta que en 2009 realizó una gira por el Reino Unido para celebrar su propia historia. Tres años más tarde, Blur se sumó a los festejos de cierre de los Juegos Olímpicos de Londres y la ocasión motivó a los cuatro músicos (Albarn, Coxon, el bajista Alex James y el baterista Dave Rowntree) a encarar una gira mundial, que incluyó escala porteña en 2013. Terminada esa experiencia, Blur volvió a estado de hibernación indefinida, o al menos eso parecía. En abril de este año, el grupo anunció The Magic Whip, su primer trabajo de estudio en dieciséis años con su formación original. La banda grabó las canciones del disco en 2013 en una escala de su gira asiática, pero decidió tomarse su tiempo para revisar las cintas y completar las canciones.

La espera valió la pena: el material rinde homenaje a su legado (“Lonesome Street”, elegido como primer corte de difusión) y al mismo tiempo ofrece nuevos colores en su paleta sonora (los cimbronazos distorsionados de “Go Out” y los colchones de sintetizadores en cámara lenta de “Pyongyang”). “Lo bien que la pasamos en nuestra última visita a Argentina y toda la región fue uno de los motivos que nos hizo decirnos ‘quizá deberíamos hacer otro disco’. Amamos tocar las canciones viejas, pero no podemos hacer eso por siempre, así que es bueno tener una razón para seguir adelante”, explica James a Página/12. Este optimismo se complementó con el anuncio de una nueva visita suya al país, esta vez por partida doble: en octubre, Blur pasará por tercera vez por Buenos Aires (el 11, en Tecnópolis), pero un día antes tendrá su debut en Córdoba, en la Plaza de la Música.

–Después de su separación en 2003, la banda encaró dos giras reunión sin que se contemplase la edición de nuevo material. ¿Qué fue lo que lo hizo posible?

–Fue una combinación azarosa de circunstancias. Nos juntamos en 2012 para tocar en la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos y la pasamos tan bien que decidimos hacer algunos shows más, para volver a los lugares a los que hacía mucho tiempo que no íbamos o a los que no habíamos ido nunca. Estábamos en Hong Kong, y teníamos que viajar a Taipei para tocar, pero el show se canceló, así que decidimos ir a un estudio porque teníamos cinco días libres. Estábamos en una ciudad extraña para noso- tros, a miles de kilómetros de casa, sin nuestras familias, pero a la vez era reconfortante estar haciendo música los cuatro juntos de nuevo y simplemente sucedió. Fue una chance única de poder expresar todo lo que estábamos sintiendo en ese momento: excitación, aislación y soledad.

–Durante esas sesiones, ¿veía que había un disco al final del camino?

–Sí, lo hicimos tan bien que era igual de entusiasta empezar una idea como terminarla. Como pasamos tantos años tocando juntos y todos escribimos y producimos por nuestra cuenta, podemos hacer ese trabajo bastante rápido. Se sintió como que habíamos logrado algo increíble, pero después pasaron seis meses y después otros seis y así. Yo no tenía ningún rastro de las grabaciones, pero a fines de octubre recordé que había una cámara en el estudio. Me acordé de que tenía ese material, así que me puse a verlo. Me serví una copa enorme de vino, lo reproduje y era fantástico. Los ritmos eran buenísimos, las canciones sonaban increíbles y me serví más vino para celebrar. Eso fue un viernes, y al lunes siguiente Graham me llamó y me dijo: “Estuve pensando sobre esas sesiones que tuvimos en Hong Kong y me gustaría llevarlas a un estudio, a ver qué puedo hacer con eso”. El y Stephen Street, que produjo los cuatro primeros álbumes de Blur, se llevaron todos los masters y compilaron todo hasta dar con un cuerpo de trabajo. Las pistas de bajo estaban completas en un 95 por ciento de las sesiones originales, sólo tuve que agregar algunas cosas acá y allá.

–Acaba de mencionar a Stephen Street, que trabajó en los álbumes más conocidos de la banda en los ’90. ¿Buscaban tratar de recrear el espíritu de Blur de ese entonces?

–Creo que fue una buena elección por parte de Graham, porque probablemente él es quien nos conoce mejor que nadie. Entiende qué es lo que cada uno aporta a la banda, es muy meticuloso y no podríamos haberlo hecho con ningún otro a cargo. Sabe cómo sacar lo mejor de cada uno de nosotros y es tremendamente importante en nuestra historia. Nos hizo la banda que somos, a decir verdad.

–En el canal de YouTube de la banda hay un documental sobre la creación de The Magic Whip, donde se los ve grabando en un espacio muy acotado, uno al lado del otro. ¿Necesitaban lograr un grado mayor de intimismo?

–Así es como solíamos trabajar siempre desde nuestros comienzos. Se necesita una habitación sin ventanas y listo, y es reconfortante tocar así. Todos los estudios de grabación son iguales una vez que se cierra la puerta. Así es como se hacían los álbumes en los viejos tiempos. Los discos de rock de los ’50 eran eso: muy buenos músicos tocando juntos y nada más. Hoy en día, la gente está obsesionada con meter todo en una computadora, estar perfectamente en tempo y afinados, es un proceso inacabable de pulido. Los trucos de estudio llevan a traducir eso a una banda que parezca que toca bien, cuando en realidad si pasás tanto tiempo haciendo esto, podés hacerlo naturalmente.

–¿Existiría el disco de no haber tenido estos cinco días libres en Hong Kong?

–Seguramente no. Creo que, mientras más tiempo pasamos sin grabar, menos probable era que esto ocurriese en algún momento, porque se volvió una montaña cada vez más alta para escalar. Si vos dejás los platos sin lavar un día y lo vas postergando, después llega un punto en el que nadie quiere hacer eso, hasta que directamente ni querés pisar la cocina de tantas cosas sucias que hay. Necesitábamos hacer algo que le hiciera justicia a la banda y eso nos daba miedo, y por eso mismo había muchas razones para que no ocurriera. Bastó que estuviéramos todos en el mismo lugar, al mismo tiempo, en el mismo estado mental. Fue algo inconsciente. Si hubiéramos querido entrar a un estudio de lujo, con alguien como Pharrell Williams para que nos produjera un single de regreso, hubiera sido un desastre.

–Grabaron un disco sin tener intenciones inmediatas de publicarlo. ¿Cómo creé que será el futuro para Blur?

–No sé, sólo estoy disfrutando del presente. Tenemos veintisiete shows en agenda y después de eso no sé si esto volverá a suceder. Después de pasar tantos años tocando juntos, alcanzamos algo muy precioso. Podríamos hacerlo por el resto de nuestras vidas, siempre y cuando no se vuelva algo grotesco y haya gente que quiera escucharnos. Somos muy afortunados de tener esto en nuestras vidas, pero seguirá sólo si podemos hacerlo de manera elegante y disfrutándolo.

–Durante la gira que los trajo a Argentina en 2013, declaró que sentía que cada show era el último de la vida del grupo...

–Me siento de la misma manera, porque nunca sabés qué puede pasar. Nunca se sabe cuándo se va a salir la rueda, porque es todo bastante precario y tenso. No sé cuál será el próximo paso. Hicimos este disco, estamos muy conformes con él y a la gente le gustó, pero no hay nada más que eso.

Compartir: 

Twitter

“Si hubiéramos querido entrar a un estudio de lujo, con Pharrell Williams como productor, hubiera sido un desastre.”
Imagen: Linda Brownlee
 
CULTURA Y ESPECTáCULOS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.