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Viernes, 29 de mayo de 2015

LITERATURA › GIMENA BLIXEN PRESENTA SU ESPECTACULO ELLAS

Caja de sorpresas en forma de cuentos

La narradora oral inaugura hoy la segunda temporada del ciclo Alianza de Cuentos, que se realizará una vez por mes en el auditorio de la Alianza Francesa. “Contar nos permite recuperar la propia historia y establecer lazos”, destaca.

 Por Silvina Friera

Los relatos orales son como cajas de sorpresas, espacios imantados por la fantasía y el conjuro de las voces que proyectan la imaginación. Dos Sherezades uruguayas, Ana y Chichí, a cual más cuentera, tejieron las mil y una tardes de la infancia de la cuentacuentos Gimena Blixen; un legado que la nieta recuperaría poniendo su cuerpo, su voz y su propio imaginario al servicio de un itinerario artístico y social. El espectáculo Ellas inaugura hoy la segunda temporada del ciclo de narración oral Alianza de Cuentos, que se realizará una vez por mes en el auditorio de la Alianza Francesa (Córdoba 946). Confesiones de bar de Adrián Yeste y Tuti Sivila se presentará el viernes 26 de junio y Tres minas tres de Laura Finguer, Silvina Mennuti y Belén Torras, el viernes 24 de julio. El ciclo, coordinado por Ricardo Corradini, continuará hasta diciembre.

“Ellas está compuesto por varios relatos de mi repertorio. Algunos son autobiográficos; otros son leyendas o cuentos de autor, y surge como un homenaje a mis abuelas que son las primeras cuenteras que conocí en mi vida. Vengo de una familia de cuenteros, aunque no sean profesionales. Los relatos autobiográficos tienen que ver con mis abuelas materna y paterna y hacía tiempo que estaba con ganas de dedicarles un espectáculo”, dice Blixen a Página/12. “Yo soy mitad uruguaya, mitad argentina. Nací en Montevideo, mis abuelas eran uruguayas, pero me crié en Buenos Aires desde los siete años. El apellido Blixen es de origen sueco y se remonta a un primer cónsul sueco que fue al Uruguay allá por el mil ochocientos y de ahí viene mi familia paterna. La familia materna, que viene de España e Italia, es más tradicional.” A las uruguayas Ana García y Chichí Zaffaroni –abuela paterna y materna de Blixen– está dedicado el espectáculo.

“En mi familia siempre nos manejamos con cuentos de la tradición oral familiar; con mis hermanos todas las noches teníamos el ritual de escuchar las historias de mamá. Cuando mis abuelas nos visitaban acá, lo que más nos gustaba es que nos contaran cuentos”, recuerda la nieta de estas cuenteras de corazón, que regresó a Montevideo en 1985 y vivió en esa ciudad hasta el 2002. “Por las vueltas del destino, ahí nacieron mis hijas, que repiten un poco mi historia: nacen en Uruguay, pero se crían en Buenos Aires –comenta Blixen–. Cuando estaba en Montevideo, varias amigas empezaron a estudiar narración oral como una carrera y me decían: ‘tendrías que volver para hacer lo que hiciste siempre: contar’. Cuando volvimos con mi marido y mis hijas, me metí más en el mundo de la narración profesional, estudié con Ana María Bovo y tuve la posibilidad de formarme con otros narradores internacionales. Cada uno me fue aportando su granito de arena para construirme como narradora.”

Blixen también se dedica a la “narración social”, a contar en geriátricos y en escuelas. “Yo, que venía del teatro –porque estudié con Cristina Banegas, tuve el privilegio de que fuera mi profesora en la escuela primaria y después seguí estudiando teatro con ella–, veía la narración oral como una actividad escénica. Como les digo ahora a mis alumnos, a contar se aprende contando, más allá de las teorías. Cuando me puse a contar en geriátricos, en escuelas, descubrí el costado social de la narración. El cuento es terapéutico, sana muchísimo, nos permite recuperar la propia historia y establecer lazos”, plantea la narradora, que da talleres de narración oral en el ECuNHi,

–¿En qué sentido es terapéutico el cuento?

–El cuento restablece los lazos y la comunicación persona a persona. Cuando compartís cuentos, se crean vínculos muy especiales, y esto lo pude vivir con los viejos a los que les contaba cuentos, con los chicos a los que contaba cuentos, con mis alumnos. Son puentes entre las personas.

–Narradora oral, cuentacuentos o cuentera, ¿qué definición prefiere?

–Yo me defino como cuentacuentos o cuentera. Los cuentacuentos somos mentirosos en un sentido positivo. Cuando me dicen cuentera los viejos con los que trabajo en el ECuNHi, lo dicen con cariño. Soy cuentera a mucha honra porque es verdad que en algún punto mentimos, si se toma la mentira como la fantasía o la fabulación. Carmen Martín Gaite, una española fantástica, decía que hay que coser la verdad con los hilitos de la mentira. Narrador oral me parece muy protocolar, como un título que te aleja. Cuentacuentos o cuentero lo siento más cálido, más cercano a lo que es mi camino. Igual creo que todas las definiciones son válidas.

–En Ellas incluye un cuento de Eduardo Galeano, “La narradora”. ¿Por qué lo eligió?

–Yo no lo elegí, el relato vino. Mi abuela paterna está ligada a “La narradora” de Galeano, que es una historia real. Galeano era un tipo increíblemente generoso con los narradores. Cuando me comuniqué con él para pedirle permiso para usar su cuento, me dijo que se sentía honrado de que eligiera su texto para contarlo. Habla de una chica que está en una plaza en Madrid y se encuentra con un enano que le dice que es torero. Ella siente lástima por la condición del enano y él malinterpreta el gesto de ella y le pregunta si tiene algún problema. Ella le inventa una historia terrible de su vida para no confesarle que él le inspira lástima. Como todos los cuentos de Galeano, tiene las palabras justas. Para los narradores es un desafío, es un autor que me encanta, pero lo cuento poco. Cuando mis alumnos me preguntan qué se puede y no se puede contar, les digo que no tengo la respuesta porque cada uno sabe qué puede y qué no por el estilo. Un autor te puede encantar literariamente, pero no le encontrás la vuelta para contarlo dentro de tu estilo, y otro narrador de repente lo cuenta bárbaro. No creo que haya nada estipulado.

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“Los cuentacuentos somos mentirosos en un sentido positivo”, dice la uruguaya criada en Buenos Aires.
Imagen: Pablo Piovano
 
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