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Martes, 29 de agosto de 2006

MUSICA › HABLAN LOS FLAMANTES CAMPEONES DEL MUNDO

“¿Sabes lo que se siente? Esto sí que es la felicidad”

Los jóvenes colombianos Diana Giraldo y Carlos Paredes y los argentinos Fabián Peralta y Natacha Poberaj fueron los mejores bailarines de tango entre 485 parejas de 101 ciudades del mundo.

 Por Karina Micheletto

Por distintas razones, los nuevos campeones mundiales de tango tienen características diferentes de los de otros años. Esta es la primera vez que obtiene el título una pareja extranjera, la de los jóvenes colombianos Diana Giraldo y Carlos Paredes, de Cali. Lo hicieron en la categoría Tango Escenario, disputada antes de anoche en la Rural, en la que se pone en juego una coreografía preparada con saltos y fantasías varias. El sábado pasado, cuando se definieron los campeones de Tango Salón (la categoría que se baila al piso, como en las milongas), los ganadores fueron algo parecido a un trío: Fabián Peralta y Natacha Poberaj, embarazada de siete meses. Durante once noches midieron sus pasos unas 485 parejas de 101 ciudades del mundo, frente a un público total que los organizadores estimaron en unas cien mil personas. Los ganadores se llevaron un premio de cinco mil pesos y contratos para actuar en Japón y Brasil, además de un título que promete muchas más ofertas laborales.

Diana Giraldo y Carlos Paredes, de 24 y 25 años, respectivamente, llegan de tierras bien tangueras. Giraldo es nieta de un “tanguero fanático” e hija de uno más fanático aún, perteneciente a esa raza aparte que es la de los coleccionistas de tango. Así que creció en una casa en la que Canaro y Pugliese sonaban diariamente, y en los cumpleaños de su padre, Diego, se recordaba también la muerte de Gardel, “a puro tango”. A los seis años empezó a tomar clases de tango, en el medio pasó por clases de salsa y folklore, pero no terminaron de convencerla, y volvió al tango. “Me apasioné. En Colombia dicen que todos los paisas (los que viven en Medellín) aman el tango, y es verdad. Mi papá y mi abuelo son de Manizales (cerca de Medellín) y son tangueros apasionados”, dice Giraldo, y ensaya una explicación: “Yo digo que debe ser hereditario. Como colombiana a mí me encanta la salsa, pero no me llena del todo, siento que me falta algo. En cambio, escucho un tango... y me transporto”.

Carlos Paredes también viene de un hogar donde se escuchaba tango, y pasó por otras danzas antes de ésta. “A mí me gusta toda la música, bailé break, salsa, bachata. Cuando mis papás empezaron a tomar clases de tango, descubrí otro mundo. En el tango encontré lo que les falta a otras danzas: la elegancia, el porte, la forma de caminarlo, el abrazo, el desplazamiento. Los otros bailes son estáticos, tú giras siempre sobre un punto. El tango te permite volar”, grafica el bailarín.

Cuando Diana y Carlos comenzaron a afianzarse como pareja de baile, seis años atrás, enseguida empezaron a llegar los premios en distintas presentaciones. Así que decidieron seguir juntos en el plano artístico (“nos entendimos desde el principio”, explican) y fueron perfeccionándose, hasta que el año pasado viajaron a Buenos Aires, para la edición anterior del campeonato. Quedaron en el puesto número 18, volvieron a Cali contentos y con una idea fija: volver al año próximo, esta vez para ganar. “Nos pusimos esa meta, así que hicimos todo para alcanzarla: entrenamos, pulimos la coreografía, tomamos todas las clases que pudimos. Y al final, lo logramos. ¿Sabes lo que se siente? Esto sí que es la felicidad”, se entusiasma Diana. El tema que eligieron para la final, “Pájaro azul”, de Francisco Canaro, también marcó una diferencia: es uno de los “viejos no tan famosos”, y se aparta de la línea Piazzolla o Mores que suelen seguir los bailarines de Escenario.

Natacha Poberaj y Fabián Peralta, los ganadores de Tango Salón, de 32 y 33 años, comenzaron bailando folklore y, en distintos momentos, pasaron por el Ballet Fol-klórico Nacional, que dirigían los míticos Norma Viola y Santiago “el Chúcaro” Ayala. Poberaj dice que cree que su carrera empezó en la panza de su madre, también bailarina. ¿Ocurrirá lo mismo con Ciro, su futuro hijo? “El va a hacer lo que quiera. Eso sí, moverse, se mueve mucho”, dice Poberaj.

Hasta dos días antes del campeonato, Natacha no conseguía el vestido que hiciera encajar sus siete meses de embarazo en los cánones de la elegancia tanguera (un ítem que, saben losparticipantes también es evaluado por el jurado). Cuando apareció, quedó calzado, con gasas blancas que hacían juego con los zapatos de su compañero, un morocho de estampa gardeliana de elegante saco cruzado color habano.

Poberaj y Peralta dicen que bailan el “estilo de Villa Urquiza”, pulido en noches y noches de milonga en el Club Sunderland. No son pareja fuera del baile, pero sí se entienden en las pistas desde hace diez años. “Nos caracterizamos por adornar la caminata, intercalando figuras, pero llevando al mismo tiempo todo bien al piso”, explica Peralta, y asegura que el origen folklórico de ambos también marcó su forma de bailar: “Mi maestro Carlos Pérez, un bailarín de Villa Urquiza que baila como en el ’20 y el ’30, dice que levanto mucho los pies. Es más, me dice que zapateo. Pero es lógico que hoy haya una forma diferente. Antes había mucho lugar para bailar, hoy las milongas están abarrotadas y el espacio es reducido, dos por tres te ligás una patada. Así que interpretás desde otro lugar. Como todo, el tango también tiene que ver con lo social”, explica. Ya desde las rondas clasificatorias, la pareja se ganó al público con las destrezas de figuras y adornos con los pies. “Es lo que en la jerga se conoce como ‘tirar verdura’. Pero, más bien, lo que tenemos es mugre, barro”, se permite cancherear Peralta.

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Giraldo y Paredes: por primera vez una pareja extranjera obtuvo el título en Buenos Aires.
 
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