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Domingo, 21 de agosto de 2016

MUSICA › LOS AUTENTICOS DECADENTES CELEBRARON SU ANIVERSARIO REDONDO EN EL LUNA PARK

Treinta años de divina decadencia

Con dos conciertos con entradas agotadas e invitados varios, los “creadores de la anarquía tropical” salieron con todo de entrada y casi no aflojaron el pulso para festejar la vigencia de su inigualable maquinaria de hits.

 Por Yumber Vera Rojas

“Vamos a hablar poco porque las canciones hablan por sí solas. Jamás pensamos que íbamos a vivir de lo que nos gusta. Lo hicimos porque no queríamos laburar. Vimos pasar gobiernos y crisis, y si seguimos es porque creímos en nosotros mismos”. De esta forma, un emocionado e inmenso Cucho Parisi advirtió cómo sería la propuesta de la performance por la celebración de los treinta años de la fundación de Los Auténticos Decadentes, cuando ya habían pasado varias de las canciones iniciales del show, pero también dejaba entrever la principal razón de la trascendencia del grupo, no sólo en la Argentina sino en el resto de América latina. Justamente, mientras el cantante era interceptado por sus fans en el ingreso al Luna Park un rato antes, en los alrededores del templo del boxeo mundial ya se palpitaba la fiesta que estaba por venirse. Amenizada incluso en la plaza Bouchard por gente que no pudo hacerse de una entrada, porque ya al mediodía del viernes estaban agotadas las dos funciones (la otra fue anoche) que dispuso la banda.

Una vez adentro en un Luna Park abarrotado, y en el que se podía divisar puñados de público con pelucas fluorescentes, como si se tratara de un carnaval carioca, las pantallas del predio, a manera de los tevecompras de la madrugada, ofrecían el merchandising Decadente. No obstante, tras apagarse las luces del recinto, esas mismas pantallas comenzaron a hacer un breve recorrido histórico de la banda, en el que se destacaron algunos de los hitos del combo, como el hecho de haber sido el creador de la “anarquía tropical”. Y eso dio pie para que la orquesta por excelencia del rock argentino saliera al escenario. Nada de construir el concierto con matices que van de menor a mayor intensidad: los Decadentes se saltaron ese manual tedioso y demodé, y no se guardaron nada desde el vamos, con “Cómo me voy a olvidar” y “Pendeviejo” pegadas, pero con espacio para que Parisi le diera la bienvenida a sus fans.

Después de arengar el primer –e inmenso– pogo de la noche, arremetieron con “Enciendan los parlantes”, con el que hacían gala de su veta más jamaicana, la cual tomaría una pausa después de “Distrito Federal”. “¡Viva México!”, gritó el cantante, como reconocimiento al país que se tornó en su segunda casa. De todos modos, además de las de la nación norteamericana, en el estadio pululaban banderas de Perú y Paraguay. Y cuando parecía la banda brindaría un descaso frente a ese arrebato inicial celebratorio, apareció otro súper clásico: “Los piratas”. “¿Por dónde comenzar?”, dijo a continuación Parisi. “Es una felicidad estar acá compartiendo con varias generaciones... ¡Viva la Argentina, carajo!”. De esta manera, el cantante salió de escena, y le dejó el rol protagónico a Jorge Serrano, a quien el público se le adelantó en el mando vocal una vez que se asomaron los acordes de “Corazón”, todo un tributo al perfil más romántico de la cumbia santafesina. Después, el vocalista siguió con el cuartetazo “Diosa” y esa oda a la música tropical local llamado “Viviré por siempre”.

Con “Cyrano” irrumpió el primer invitado de la noche, Fabián Sayans. Tras quedar atrás “Sin pedir nada” y “Manso y tranquilo”, Diego Demarco tomó la posta interpretativa para hacer “El gran señor”. “Vení, Raquel” en la mitad de la lista era muestra de la máquina de hits en la que se convirtieron los Decadentes, banda de sonido infaltable en casamientos, cumpleaños, despedidas de soltero y domingos en la cancha, al tiempo que evidenciaba la visceralidad del grupo al arriesgarse a involucrar la música popular en el rock en una época en la que sólo pensar esa comunión era blasfemia. Ni hablar de la particularidad de tener entre sus filas a uno de los mejores compositores del habla hispana, Jorge Serrano, quien seguidamente dio muestras de su don con “Un osito de peluche de Taiwán”. Tal como un grupo de bailanta durante los fines de semana, la banda despachó más de cuarenta clásicos en dos horas y media, en los cuales desfilaron otros convidados como Pepo, Alejandra Costa (la esposa de Serrano), Juanchi Bailerón (Pericos), y el Mono y Maikel (Kapanga).

El festejo incluyó a figuras foráneas como Dr. Shenka, vocalista del grupo mexicano Panteón Rococó, y a parte de la banda ecuatoriana La Vagancia. También estuvo Oscar, personaje disfrazado de lobo siberiano, quien con su acento chilango presentó a los integrantes de los Decadentes, al tiempo que hilvanaba la historia del grupo. La presentación terminó con Claudio Carrozza, tecladista del combo, agarrando el acordeón para hacer la intro del “Himno Nacional Argentino”, en el gran “momento patrio” de la noche. Bueno, más o menos, porque tras “Siga el baile” y “Gente que no”, Parisi presentó la canción que según el conductor Bebe Contempomi es el auténtico himno: “La guitarra”. Lo que desató esa canción fue uno de los mayores pogos que se hayan visto en años en el Luna Park. Mientras la banda se retiraba a reponer fuerzas para el final, un “invento” de Parisi llamado Relámpago funcionó como los viejos animadores de fiestas infantiles, pero con graciosos spots publicitarios radiales plagados de juegos de palabras. Con la banda nuevamente sobre el escenario, fue tiempo de la inmensa “Loco (Tu forma de ser)”, y dos celebraciones autorreferenciales, “Somos” y “Y la banda sigue”. Después de treinta años de canciones y alegría, el deseo es que nunca pare.

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“Vamos a hablar poco porque las canciones hablan por sí solas”, dijeron con razón los Decadentes.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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