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Miércoles, 18 de octubre de 2006

MUSICA › CACHORRO LOPEZ Y SU EXPERIENCIA DE LOS LADOS DEL MOSTRADOR DE LA INDUSTRIA MUSICAL

“Yo no busco un franchising de sonido”

Las cinco nominaciones que recibió para los Grammy latinos pueden entenderse como la cosecha de una carrera con bajo perfil, pero un nivel de trabajo intenso y multifacético: su currículum incluye artistas tan diversos como Julieta Venegas, Diego Torres, Rubén Rada, Ketama y Paulina Rubio.

 Por Roque Casciero

Aunque lleva con orgullo su pasado como miembro de la versión más memorable y exitosa de Los Abuelos de la Nada, Cachorro López no duda cuando afirma que el presente es su mejor momento como músico. La paradoja es que nunca se lo ve sobre un escenario, y sus participaciones en discos no son anunciadas con bombos y platillos. Es que, tras la separación de Los Abuelos y un breve trabajo junto a Miguel Mateos, López se concentró en la producción. Y ha estado tras la consola para los discos más exitosos de Diego Torres, Julieta Venegas, Rubén Rada, Paulina Rubio y Cristian Castro. “Estar en esta actividad constante y con artistas tan diferentes hizo que me desarrolle como músico, porque uno se alimenta mucho del talento que pasa por el estudio”, dice el alto y flaco bajista. Y si al “mejor momento” le faltaba algo, a López se le juntaron varias buenas noticias: será el encargado de producir los próximos trabajos de su ex compañero Andrés Calamaro y de los exitosos Miranda!, y tiene cinco nominaciones para los Grammy latino (entre ellas, su primera oportunidad de ganar como productor del año). “Es una sensación agradable que en varios países se preste tanta atención a mi trabajo”, suelta. “Un premio es algo relativo, porque no corremos 100 metros llanos y hay una línea de llegada, pero es un reflejo de que existe interés por lo que hago.”

–¿No será que usted estaba encerrado produciendo y no se daba cuenta del interés por lo que hace?

–Puede ser... Pero hay momentos en los que uno hace cosas muy buenas y no parece afectar tanto al mundo exterior.

–Pero cocompuso y produjo “Color esperanza”, por ejemplo.

–Sí, pero por ese disco no me nominaron para el Grammy. A veces todo el mundo presta atención y a veces, nadie.

–¿La industria discográfica tarda en el reconocimiento? A Santaolalla también le llevó un tiempo.

–Gustavo es un empresario, una fuerza dentro de la industria. Hace mucha política corporativa, relaciones públicas y prensa, está metido en esa maquinaria y me parece muy bien. Además, tiene un trabajo súper respetable. Yo no podría ser así, no me nace: me lo paso metido en el estudio. Es lo que me gusta, para eso me hice músico. Y si dejé de tocar sobre un escenario es para seguir siendo músico dentro del estudio. Ojo, no creo ser tan genial que el mundo se perdería de algo si dejara de trabajar, pero es lo que me divierte hacer. Gustavo también lo hizo, pero ya creó una especie de súper estructura y está más en una cosa de movimiento cultural. Y es muy bueno lo que hace, porque todo el poder que gana en la industria le sirve para desarrollar proyectos como Café de Los Maestros y otras cosas muy interesantes.

–¿Por qué usted tiene perfil tan bajo a pesar de sus logros?

–Soy bastante reservado. Y además, al hacer los discos de forma artesanal, no puedo hacer más de una cantidad por año. No quiero crecer como empresa ni hacer como un franchising de mi sonido y empezar a delegar, así que no busco más actividad. En un año muy frenético, hago cuatro discos o cinco.

–¿Cómo elige esos cuatro o cinco discos que hace por año?

–Quiero algo que tenga la posibilidad de ser exitoso, pero en la medida de la propuesta. No tiene por qué ser todo un megahit. Pero me gusta que la música tenga una cierta comunicación con la gente, así que tengo que verle la posibilidad de que se conozca, que se difunda. Y además, que tenga calidad musical, que yo tenga algo para aportarle más allá de la estructura y el oficio, que me sienta orgulloso de hacerlo y saber que tengo una relación con los artistas lo suficientemente clara para que el trabajo llegue a buen puerto.

–Si un músico busca cierto prestigio llama a determinados productores, pero si quiere vender lo llama a usted. ¿Por qué?

–A las compañías discográficas les interesa mi proporción de éxitos y fracasos en el aspecto comercial. A los artistas les interesa eso, pero también cómo suenan los discos. Julieta, Belanova o cualquier artista que viene de una cultura más de rock tienen más exigencias en cuanto a cómo tiene que sonar un disco. Entonces creo que eso también es importante. Porque, la verdad, aparte de vender, mis discos suenan muy bien.

–¿Existe un “método Cachorro” o se adapta a cada artista?

–Me gustan muchos estilos diferentes y tengo relación con artistas que requieren de diferentes trabajos. Por ahí viene un artista con el que me involucro, toco el bajo, hago arreglos y estoy metido como si fuera la grabación de mi propio grupo. Pero después hago la de un grupo que viene con todos sus instrumentistas y son quienes tocan y traen el repertorio. O sea que si no existe un método no es porque no tenga yeites del oficio, sino porque el trabajo demanda cosas diferentes en cada ocasión. Y eso es lo que me gusta del oficio de productor. Si tenés un método, todo va a sonar absolutamente igual y eso es injusto para los artistas.

–¿El respeto hacia el artista viene por haber estado de su lado?

–No, es porque ellos son los que le ponen el cuerpo a la cosa. Confieso que no tengo tantos recuerdos de cuando era artista, porque fue hace muchos años. O tal sí sea por eso, pero los artistas son los que llevan a cuestas el disco y lo cargan toda la vida, los que cantan esas letras... Para mí, el disco es como ponerme una camisa, para ellos es un tatuaje.

–¿Cómo es eso de que no tiene recuerdos de su época de artista?

–No, sí, tengo recuerdos, pero no tengo tan presente cómo me sentía como artista frente a un productor. Es más, creo que el único disco que nos produjeron fue el primero de Los Abuelos, que lo hizo Charly (García). De eso sí tengo un recuerdo muy interesante. Mientras Charly grababa el disco, medio que sufría su participación, y pasó un tiempo antes de que me cayera la ficha y me diera cuenta de que hizo un gran trabajo. Tardé un tiempo en valorar lo que hizo Charly por nosotros.

–¿No extraña el escenario?

–Para nada. Te lo pasás viajando, esperando, en hoteles... Con mucha suerte, en la gira mejor organizada, tocás ocho horas por semana. Yo hago ocho o más horas de música en un día en el estudio.

–¿Cuándo empezó a atraerle la producción?

–Sin tener conciencia empecé a ejercer el rol de productor dentro de Los Abuelos. La banda era una democracia real, pero alguno era más vocero ante la prensa, otro era el que levantaba la antorcha en el escenario... Andrés también se interesaba en la producción en esa época, siempre tenía algún multitrack en su casa, tenía mucha curiosidad y hacía experimentos súper interesantes. El y yo éramos los que teníamos cabeza de estudio.

–Y van a juntarse pronto.

–Sí, sí. Eso es muy divertido.

–Los métodos de trabajo en los últimos discos de Calamaro son muy diferentes a los suyos.

–Cuando él me llama es precisamente porque sabe cuál es el sentido de que colabore con él: para hacer un disco de música original, que no tenga más de doce o trece canciones, que estén cuidadas de principio al fin...

–Como en la época de Alta suciedad.

–Lo veo como una continuación de eso, y así lo hablamos. Pero todo lo que hace Andrés me parece valioso y me resulta genial la variedad de actividades que la industria tiene que permitirle que haga: un disco de flamenco, un disco quíntuple, uno de tangos, uno con Litto Nebbia, uno en vivo... Hace lo que se le antoja. Y ahora quiere hacer un disco de doce canciones con la preproducción cuidada: ¡genial! Tiene una cantidad tremenda de canciones: algunas nuevas, muy apasionantes para meterles mano, y una gran cantidad de ideas a desarrollar y pulir de todo ese chorro creativo que tuvo, que tienen células de una inspiración tremenda. Tendremos que ver de qué manera las podemos desarrollar. Hay más material del que necesitamos, pero espero que Andrés siga componiendo hasta último momento... porque es increíble componiendo.

–También va a trabajar con Miranda!.

–Soy fan de Miranda!, su música me parece genial y llena de talento, y el material del próximo disco es una bomba. Es increíble que voy a estar trabajando en el disco de Miranda! y en el de Andrés, porque escucho las canciones en mi casa y no lo puedo creer.

–¿Hasta dónde puede crecer Miranda!?

–Puede sonar mejor. Es un desafío muy grande juntar un repertorio mejor que el del último disco, que me gusta mucho. Pero me parece que el color y la locura de ellos están muy contenidos en el sonido, que podría tener más profundidad, ser más amplio. Está pasando algo con Miranda! en varios países, pero esto puede llegar a ser un frenesí como pasó acá. Ojalá que sea con el disco que haré yo, pero si no van a lograrlo igual.

–¿A quién le gustaría producir?

–Si me dejara, produciría a Elvis Costello, aunque no parece precisarlo. Es la única persona con la que tengo esa fantasía. Soy un enamorado de los cantantes y Costello es mi cantante favorito. Es tan enrevesado que cuando hace algo simple es tremendo, por eso escucho permanentemente sus canciones de los ’80. Lo haría volver a esa época, si me dejara producirlo. Lo haría vender discos (risas).

–¿Y de la Argentina?

–¿Qué más puedo pedir, si voy a hacer Andrés Calamaro y Miranda!? No puedo ser tan codicioso...

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“Si me dejara, produciría a Elvis Costello, aunque no parece precisarlo. Es la única persona con la que tengo esa fantasía.”
Imagen: Pablo Piovano
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