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Sábado, 31 de marzo de 2007

MUSICA › EL GRUPO PLACEBO ACTUA MAÑANA EN BUENOS AIRES

“Las canciones cobran vida”

Es una de las mejores bandas británicas, con una imagen impactante y muy buenas canciones. En su visita anterior se sorprendieron con un público de fans. Y ahora vuelven.

 Por Roque Casciero

La primera visita de Placebo a la Argentina coincidió con el momento en que el trío liderado por el cantante y guitarrista Brian Molko pasaba de la condición de banda de culto más grande del Reino Unido a ser, sencillamente, una de las más grandes, a secas. Fue como si la publicación del recopilatorio Once more with feeling - Singles 1996-2004 finalmente sacara a la luz algo que de por sí era evidente: además de una imagen andrógina refinada e impactante –entre gótica, cibernética y glam– como su propio sonido, Placebo tenía muy buenas canciones.

En medio de ese torbellino de sensaciones que vive un grupo de rock en el momento de su “explosión”, el trío –que completan Stefan Olsdal y Steve Hewitt– llegó a Buenos Aires con bajas expectativas y se encontró con un Luna Park repleto de chicos vestidos exactamente con el mismo look que ellos. “Nos sentimos muy impresionados y sorprendidos por la recepción que tuvimos”, recuerda Molko, en conversación telefónica con Página/12. “Cada vez que vamos a un país por primera vez no sabemos qué va a suceder. No somos tan arrogantes como para esperar que en todos lados vayamos a tener una respuesta enorme. Así que nos sentimos muy agradablemente sorprendidos en la Argentina. Y una vez que estuvimos ahí y vimos lo bien que lo pasamos, me enojé por no haber ido antes. Por eso prometimos volver apenas pudiéramos.” Mañana, en el Club Ciudad de Buenos Aires, Placebo cumplirá la promesa en un concierto que será la antesala del Quilmes Rock y que le permitirá a la banda mostrar en vivo las canciones de su quinto álbum, Meds.

–Antes de su primera visita, usted le dijo a Página/12 que Once more... no tenía ningún significado en especial. Pero cuando salió Meds hablaron de matar a “Nancy boy” (imagen afeminada, y también título de un hit de la banda) y de empezar de cero. O sea que la recopilación sí marcó el final de una era para Placebo.

–Supongo que sí, pero soy muy cuidadoso acerca de ver nuestra propia historia en esos términos. Es muy fácil mirar para atrás, pero es muy peligroso hacerlo desde un tiempo presente, porque inhibe la fluidez natural. Y trato de operar lo más instintivamente posible. Para mí es difícil pensar en esos términos porque es algo que estoy viviendo, así que no tengo los beneficios de la objetividad. De todos modos, siento cada álbum como un nuevo comienzo.

–Su productor Dimitri Tikovoi los desafiaba a que hicieran Meds como si fuera su primer disco.

–Es cierto. Y fue un método muy bueno, porque cuando se hace un primer disco la vida se juega en eso. Y cada vez más los discos deben ser como un primer álbum. En los ’60, los artistas tenían un poco más de libertad, podían hacer lo que se les cantara y el público los seguía igual durante mucho tiempo, por más que hicieran discos inferiores. Pero el público de hoy es más crítico y –por el mundo en el que vivimos, que nos bombardea con información– demanda más estímulos, que seas fresco todo el tiempo.

–Usted aseguró que en Meds habían buscado “la simpleza en lugar de la elaboración”. ¿Será ése el camino para Placebo?

–Fue algo que realmente necesitábamos hacer en ese momento. El núcleo de Sleeping with ghosts (cuarto disco de Placebo) fue la tecnología: ya habíamos construido un disco en una computadora, así que necesitábamos volver a nuestras raíces y que el disco se tratara de la composición de canciones y las performances. No estoy seguro de qué sucederá más adelante, pero obviamente no queremos repetirnos, porque somos los primeros en aburrirnos.

–Dijo también que compartía con sus fans el ser un outsider, un “fuera de lugar”. ¿Todavía se siente así después de diez años de carrera exitosa?

–Hasta cierto punto. Soy un tipo tranquilo, muy privado. No va a verme saliendo con súper modelos o con una vida de alto perfil en los diarios sobre celebridades. No salgo de joda con gente famosa, no estoy en las fiestas correctas ni voy a las ceremonias de entrega de premios. Vivo una vida bastante tranquila. Mi momento para ser llamativo es sobre el escenario. Entonces, no encajo en el cliché de lo que debe ser una estrella de rock.

–Y encima ahora es padre.

–Sí. Eso cambia todo en la vida de una persona. Es lo más increíble que puede suceder. Es bueno tener alguien en la vida de quien hay que ocuparse además de uno mismo: ya no se es el centro del universo. Y eso es muy bueno para cualquiera.

–Meds salió hace un año, ¿hay algo allí que desearía haber hecho de otro modo?

–No me permito pensar de ese modo porque no escucho los discos. Tengo que tocarlos sobre el escenario cada noche, así que no los escucho. Grabar un disco es como sacar una foto instantánea de lo que podías hacer en un momento. Después de eso uno sale de gira durante dos años y las canciones cobran vida propia: viven, evolucionan, respiran, cambian. Y me gusta mucho eso. Así que me parece innecesario dedicar tiempo a comparar cómo era una canción hace dos años, cuando todavía no había salido a la ruta, porque seguramente voy a querer que suene en el disco como suena ahora en vivo.

–Después de tantos años, ¿los shows son todos iguales?

–Para nada. Un show mágico depende del público, de cómo la gente multiplica la energía que le transmitimos. Me encantaría que sucediera todas las noches, pero es difícil. Para nosotros tres es muy necesario tocar en vivo. Es casi como una droga. Creo que nacimos para estar sobre un escenario.

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Placebo (Molko, Olsdal y Hewitt) se presenta mañana en el Club Ciudad de Buenos Aires.
 
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