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Martes, 22 de mayo de 2007

MUSICA › ESTRENO DE “LA TRAVIATA”

Una “extraviada” que no muere virgen

En la puesta de Vigié estrenada por el Colón se busca devolverle a la prostituta Violetta el erotismo que ciertas tradiciones le birlaron.

 Por Diego Fischerman

Una obra de arte es la que fue en el momento de su creación y, también, la que las interpretaciones, las miradas sucesivas e incluso los malentendidos construyeron con ella. La traviata, estrenada por Verdi en 1853, es, en primera instancia, la historia de una prostituta. Hay, desde ya, otros conflictos. El padre de quien la tiene como amante, un hombre de provincias, pide a Violetta que deje a su hijo por el bien de su familia deshonrada, mostrando una típica oposición decimonónica entre la pureza rural y la decadencia urbana. Y la misma enfermedad que terminará con la vida de la protagonista (la “extraviada” del título) puede verse como un mero condimento romántico –como cuando una dama exclamó, al observar tocar a Chopin, en esa misma París y más o menos por la misma época, “tose de manera encantadora”– o como una consecuencia de la vida sórdida.

Pero La traviata construida por el imaginario operístico es bastante distinta. Heroica y desinteresada, hasta podría pensarse que encarna a una extraña tipología de prostitutas no sólo santas sino, sobre todo, vírgenes. En la función del estreno de la nueva puesta del Colón, algunos abucheos mostraron el desagrado de parte del público con este intento de reerotizar (intento bastante tímido, por otra parte) a “la extraviada”. Y en la función del domingo, la reacción del público disconforme fue estruendosa, acicateada por la campaña de uno de los críticos de un importante diario porteño, alguna vez también director del Colón. En ese diario, y en un programa de radio, se aseguró que “éstas son las cosas que se hacen en Europa”. Como Germont padre (y como los que durante la última dictadura militar acusaban de comunista al presidente de Estados Unidos y reclamaban para la Argentina una pureza moral ausente en el mundo), el crítico intentaba convertir el provincianismo en virtud. La traviata de Eric Vigié podrá considerarse más o menos lograda, podrá interesar o dejar de hacerlo, pero, ciertamente, no puede ser acusada de irrespetuosa con el texto. Ni la traslación de la acción a la París de 1920 ni ciertas libertades como convertir en nocturna la escena de la agonía de Violetta fracturan la narración. Más bien es una escenografía correcta pero excesivamente decorativista y una puesta de luces sin juego ni riesgo lo que tiende a apagar algunas acciones.

El coro, excelentemente preparado por Salvatore Caputo, tuvo una actuación excelente y, en la función del estreno, la orquesta, dirigida con atención a los matices y a los planos por Guillermo Brizzio, se manejó con soltura y ajuste en tiempos ágiles y tuvo momentos de gran nivel interpretativo, en los dos extraordinarios preludios de cuerdas escritos por Verdi para el comienzo y para el cuarto acto. La soprano rusa, con un comienzo poco afortunado, tuvo, a partir del segundo acto, una actuación de gran nivel, tan natural en su caracterización erótica de la protagonista como en la de su intento de regeneración por la vía del amor y de redención por el camino de la tisis. Con muy buena presencia escénica y una voz que construye su encanto precisamente a partir de imperfecciones –el caso de Callas no era muy distinto– fue una Violetta capaz, además, de conmover con su drama. El papel de Germont hijo, que iba a cantar Raúl Giménez –el tenor debió operarse de urgencia esta semana– fue encarnado por el mexicano José Luis Duval. Con un bello timbre y seguro en los agudos aunque con fraseo poco flexible, defendió el rol con gran dignidad, a pesar del poco tiempo con que contó para ensayar. La gran actuación de la noche fue, no obstante, la de Víctor Torres en el papel de Germont padre. Con una línea de canto de gran belleza y un fraseo exquisito, construyó un personaje al que podría achacársele, desde el punto de vista teatral, excesiva ternura pero que, musicalmente, fue deslumbrante. Y lo fue hasta el punto de contagiar a sus compañeros de elenco. De hecho, Ushakova fue otra a partir del inolvidable dúo del segundo acto.

7-LA TRAVIATA

Opera de Giuseppe Verdi con libreto de Francesco Maria Piave, basado en el drama La dame aux camélias de Alejandro Dumas (hijo).

Dirección musical: Guillermo Brizzio.

Puesta en escena: Eric Vigié.

Escenografía e iluminación: Enrique Bordolini.

Vestuario: Imme Möller.

Coreografía: Diana Theocharidis.

Director del Coro Estable: Salvatore Caputo

Orquesta Estable del Teatro Colón

Coro Estable del Teatro Colón

Reparto: Natalia Ushakova, José Luis Duval, Víctor Torres, Mónica Sardi, Vanesa Mautner, Gabriel Renaud, Leonardo Estévez, Federico Sanguinetti, Ariel Cazes, Gabriel Centeno, Alejandro Di Nardo y Fernando Santiago.

Teatro Coliseo (temporada lírica del Teatro Colón). Viernes 18

Nuevas funciones (con otro elenco): hoy, mañana, jueves 24, viernes 25 y sábado 26, a las 20.30, y domingo 27 a las 17.

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La acción de la ópera de Verdi transcurre, en esta puesta, en la París de los años ’20.
 
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