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Sábado, 22 de septiembre de 2007

MUSICA › VICENTE FELIU SE PRESENTA NUEVAMENTE EN LA ARGENTINA

La inevitable libertad de la trova cubana

 Por Cristian Vitale

A Vicente Feliú se le complica resolver algunas curiosidades. Una es puntual. “¿Qué canción urge hoy? Si me das un rato, te lo digo”, bromea, con el habitual tono cálido y amistoso del cubano tipo. Como un flash neuronal, le pasan por la cabeza las 40 canciones inéditas que grabó hace poco con destino de disco, y las 45 que grabará para quedar “limpio” con sus propias demandas internas. La otra es la del millón, claro: ¿se juntará alguna vez lo que queda de la Trova? “Ojalá –desea–, pero nos hemos puesto viejos y complicados (ríe). Con Silvio, a quien conozco desde mucho tiempo antes que naciera la Trova, a veces pasamos tres meses llamándonos por teléfono, porque no logramos vernos. La vida se complica.”

–¿Y con Milanés?

–Al Negro hace mucho tiempo que no lo veo. No para. Cada vez que lo voy a llamar, está en México, en España, en República Dominicana, en Burkina Faso, no sé... tiene más horas de vuelo que un piloto de la aviación cubana. Lo bueno es que estamos todos vivitos y coleando.

Luego de presentarse en La Casa de la Memoria de Rosario y antes de hacerlo en El Condado (Niceto Vega 5542, hoy a las 21), uno de los cuatro corazones fundantes de la Trova luce joven, esperanzado y activo. No parece que tuviera 60 años. Y lo de las 85 canciones no es dato menor. Proyecta tenerlas listas para 2008, y que salgan a la luz de a poco. “Son canciones que quedaron pendientes durante casi 40 años de carrera. La idea fue hacer las versiones originales, con la guitarra como elemento central. Si bien son variadas y pertenecen a distintas épocas, todas salen de la vida misma y de la guitarra, que no sólo acompaña sino que se mueve conmigo.” Su llegada al país es, exceptuando aquella cita para la cumbre de Mar del Plata, la primera en seis años. Feliú tuvo una hernia discal que terminó en operación y se le atrasó el almanaque. “Me quedó mucho por hacer en Argentina. Cada vez que retorno, me toca vivir situaciones conmovedoras como la de la Casa de la Memoria. Es muy apasionante que una historia terrible se haya convertido en hermosa, por la dignidad y la lucha permanente de la gente”, dice sobre el recital en la ciudad del Che.

–Silvio Rodríguez, pero sobre todo usted, fueron, dentro del movimiento de la Nueva Trova, quienes más privilegiaron el despojo, la desnudez de la canción por sobre la riqueza instrumental. ¿Qué lo explica?

–Es que uno nace en cueros y va heredando cosas por el camino. Yo heredé la guitarra y no pude desprenderme nunca de su centralidad. Como decía antes, la guitarra, para mí, no sólo acompaña sino que canta conmigo.

–¿Cómo se ve desde Cuba el proceso de transformación que está viviendo el continente, luego de la era neoliberal?

–América latina no es lo mismo que diez años atrás. La esperanza está más vigente... el terrorismo de EE.UU. está muy ocupado con Irak y toda esa zona, y se le fue de las manos su patio trasero histórico. Aun cuando metan presos a quienes luchan contra el terrorismo, el mundo está llegando a la segunda parte del refrán: no hay mal que dure cien años. Los pueblos están hasta los tuétanos de la prepotencia y la estupidez de Estados Unidos.

–¿Qué tipo de canción necesitan los pueblos americanos en este contexto?

–Lo terrible es que la gente está cantando canciones que ya tienen más de 30 años, porque hay problemas que no se han resuelto. Yo creo que hay que cantar las que están en el imaginario y las que se están haciendo para que la gente las haga suyas.

–Un ejemplo sería “Créeme”, canción fundacional que se transformó en un himno de militancia.

–Esa canción no la compuse, me salió de adentro. Resolví un poema larguísimo sobre los héroes en apenas un día. Sí, se convirtió en una canción nupcial de marginales y luchadores. Esas cosas son así, la gente me la sigue pidiendo.

–¿Cómo está Cuba hoy?

–Que Fidel esté enfermo ha permitido a los ministros y a los compañeros del partido trabajar. Es que él no los dejaba, se metía en todo. Era imposible ponerse a la par de alguien que casi no duerme. Yo participé en reuniones de trabajo y la gente no podía más, eran las cuatro de la mañana y él estaba como una lechuga. Desde junio de 2006, el país está más sosegado. La impronta febril de Fidel sigue en él. Mantiene su inteligencia descomunal y su talento, pero en función de análisis de cuestiones fundamentales como la guerra, la paz, los poderosos y el hambre. Cuba está en un tránsito permanente... a veces metiendo la pata, a veces no, pero avanzando poco a poco. No nos gusta la espectacularidad y mucho menos la transición que esperan los del norte. Mientras queden cubanos con dignidad, eso no pasará.

–¿Cómo vislumbra usted, que acompañó de cerca y durante mucho tiempo el proceso revolucionario, el futuro de la isla cuando Fidel no esté?

–Su cuerpo no va a estar, pero su estilo de trabajar, pensar, analizar se va a mantener. Su impronta vive en los cuadros jóvenes, en la gente del partido, en el pueblo.

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