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Sábado, 19 de enero de 2008

MUSICA › LEO MASLIAH

“La elaboración de una obra está fuera de lo consciente”

El músico y escritor uruguayo presentará hoy en La Trastienda algunas canciones de su próximo disco. “Mi trabajo aquí es algo continuo, aunque en general poco visible; cada tanto hago algo que se difunde más”, explica.

 Por Sebastian Ackerman

Hace un cuarto de siglo que Leo Masliah muestra su trabajo de este lado del charco, convirtiéndose en un artista de culto. Con un disco nuevo ya grabado y otro en camino junto a la cantante Sandra Corizzo, en su nuevo show en Buenos Aires (hoy a las 23.30 en La Trastienda Club, Balcarce 460) recorrerá sus obras anteriores y presentará algunas de su nuevo material. El autor de Ositos, Libretos, Zanguango, Textualmente, entre otros libros y discos, y la ópera Maldoror mantuvo una entrevista vía mail con Página/12, y de esta forma virtual afirma que él interviene en una entrevista cara a cara “si eso es lo que el público va a ver. Por ejemplo, si se trata de una entrevista televisiva o radial, no trato de que todo primero se escriba y después se lea al aire. Del mismo modo, prefiero que las entrevistas que se dan en medios escritos no sean una elaboración a partir de hechos orales, sino que se den directamente en el ‘lenguaje’ en que se hicieron”, dice –escribe– el uruguayo.

A pesar de que sus actuaciones aquí son un tanto espaciadas, Masliah viene muy seguido a la Argentina, aunque no siempre para presentarse ante el público. “Mi trabajo en la Argentina es algo continuo, aunque en general poco visible; cada tanto hago algo que se difunde más. Prácticamente todos los meses voy a Buenos Aires o a distintas provincias. Y a veces voy solamente por cuestiones de los libros o de los discos, o por algún cursillo, o para ensayos de teatro, etcétera”, explica.

–Si en un currículum tuviera que definir su ocupación, ¿qué pondría?

–Los currículums no suelen incluir ese tipo de dato; eso es más bien cosa de migraciones o de prontuarios o de solicitudes de crédito. En todo caso, una pregunta como esa no va a salir de la nada: se va a producir en un contexto determinado. Si me lo preguntan en otro planeta donde no conozcan los diferentes tipos de actividades que pueden desarrollar los seres humanos, tendría que abundar en detalles y explicaciones que contemplaran la posibilidad de que quienes preguntan no conocen la existencia del arte ni, por ejemplo, del dinero. En otro tipo de contextos podría contestar que soy un trabajador independiente. En otros, por ejemplo, puedo no contestar. Pero este caso que se me está presentando ahora es un tanto peculiar, porque una persona que sabe en qué trabajo me está preguntando qué contesto si me preguntan de qué trabajo, dando por sentado que la respuesta debe ser única e independiente del contexto en que se haga la pregunta; eso es demasiado irreal. La gente no tiene respuestas fijas para las preguntas que se le hacen. Sólo personas con cierto tipo de patologías psiquiátricas contestan siempre lo mismo sin importar qué, cuándo o cómo se dirijan a ellas las otras personas.

–Usted es un artista polifacético: tiene discos, narraciones, libros y una ópera. ¿Cuál de estas facetas disfruta más? ¿Por qué?

–Esa enumeración que hace parece lo del cuento de Borges del tipo que dividía los animales en “amarillos, pertenecientes al emperador” y otras categorías más que tampoco eran disjuntas... Yo me dedico a la música, a la literatura (práctica), al teatro y a distintos tipos de combinación de música y palabra... El disfrute depende de cómo sea cada cosa particular; pero dentro del trabajo musical, por ejemplo, hay cosas que disfruto, como la composición y la ejecución, y cosas que odio pero a las que me tengo que dedicar varias horas por día, como andar corriendo o afinando notas en programas de audio, o prolijando versiones digitales de partituras.

Masliah descree de las etiquetas que se le adosan clasificando su trabajo como “humorístico” y marca diferencias con quienes lo encorsetan en ese ámbito. “Eso depende de los catálogos. Quienes sólo conocen la parte de mi trabajo que se toca con lo humorístico (y son de los que creen que cuando se conoce una parte, se conoce todo) me catalogan así, pero quienes no, no.”

–Bien, los críticos a veces toman la parte por el todo y lo definen dentro del humor. ¿Usted cómo define su obra? ¿Piensa en límites en el momento de crear?

–Yo no “defino” mi obra o mis obras en el sentido de buscar un pequeño grupo de palabras que puedan dar la impresión, a ciertas personas que no la conocen, de que leyendo esas palabras pueden formarse una idea más o menos cabal de aquello en que consiste o consisten. Además, no creo que tenga por qué hacerlo ni creo tampoco que el verbo “definir” esté bien usado para referirse a ese tipo de acción. En cuanto a los límites, creo que todo creador está limitado, en general, por las cosas que su formación, su imaginación, sus valores o quién sabe cuántas cosas más, le permiten concebir. Pero esos límites van mucho más allá de la conciencia y conforman lo que uno es. Fuera de eso, hay límites más o menos precisos que uno puede fijarse para la realización de un trabajo concreto, que pueden respetarse a rajatabla o no, según el caso. A veces puedo estar haciendo una canción y ver o pensar que el material generado puede dar para otro tipo de cosa, y en un caso así ese material puede ser tratado con otro tipo de límites en otro trabajo si quiero que la canción siga teniendo los límites pensados en un principio para ella.

–¿Cómo es el proceso de elaboración de una obra suya, sean textos o música? ¿Tiene rutinas?

–La mayor parte del proceso de elaboración de cualquier obra, creo, tiene lugar fuera de la esfera consciente del autor. Es una elaboración que se da durante años a partir de las experiencias, los valores, las creencias, la conformación de toda la sensibilidad. Creo que, en general, los últimos pasos que cualquiera da para llegar a “hornear” el objeto artístico son bastante poco relevantes si hablamos de elaboración.

–El año pasado estuvo de gira por varios países latinoamericanos. ¿Qué similitudes y qué diferencias encuentra entre los públicos de esos países y el argentino? ¿Tiene alguna particularidad el público de aquí?

–Sí. El público argentino (si excluimos la parte de él que se autoidiotiza con las horas de huera chismografía televisiva y con las cosas no menos hueras de que se alimenta esa chismografía) es extremadamente lúcido y cuenta con un background tremendo que le permite entender (e incidir en que existan y sigan desarrollándose) cosas muy distintas y que abren puertas hacia nuevas formas de expresión. En Argentina puede existir Moguilevsky, puede existir Damián Dreizik... En otros países de habla hispana (salvo México, quizá, pero no España, donde la chatura ya va camino a la concavidad) pueden existir “adelantados” semejantes, pero no tienen la posibilidad de desarrollarse en interacción con un público que –les dé de comer o no– les permita alcanzar la plenitud de sus posibilidades. En Uruguay había un público inteligente, pero por desgracia la dictadura y los gobiernos que le siguieron desmantelaron de tal forma el aparato educativo que eso no pudo mantenerse. En Argentina sí pudo, gracias al mayor número de habitantes.

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Masliah elogia al público argentino y señala que “en España la chatura va camino a la concavidad”.
 
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