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Lunes, 23 de abril de 2007

LITERATURA › RECORRIDA POR LOS STANDS

Un termómetro para lectores y editores

Miles de personas desafiaron la lluvia del fin de semana para llegar a la Rural.

 Por Silvina Friera

“A-gua, cayendo del cielo, a-gua, con furia y sin freno”, cantan las adolescentes balanceando sus paraguas. No les importa la lluvia; al contrario, se divierten, y no van a un recital de Los Piojos. Pegan un salto, eluden el charco, chocan los paraguas, se salpican los jeans, se ríen y entran a la Feria del Libro. Este fin de semana no hubo colas para acceder, como otros años, pero sí mucha, pero mucha gente que, “al mal tiempo, buena cara”, eligió el predio de la Rural para recorrer, mirar y comprar libros. Oscar Fernández parece de sesenta, pero confiesa 81 años. “Recién salgo de la conferencia de Savater”, le dice a Página/12. “Me gusta leer, pero acá no compro libros porque están caros, yo voy a las librerías, aunque no siempre compro lo que quiero sino lo que puedo”, aclara este lector que prefiere los libros de historia, política y sociología, y a autores como Puiggrós, Hernández Arregui, José Ingenieros y Rousseau. Marilú Barros Varela –una de las encargadas del stand de la Biblioteca Nacional, que impulsa el programa de difusión del autor clásico argentino– resume las primeras impresiones: “La gente está loca con los clásicos”. Un señor elige Apología del matambre, de Esteban Echeverría, y bromea: “Espero aprender a cocinar”. El libro –casi una miniatura–, que se acaba de agotar, sale como pan caliente junto con El delito de besar, de José Ingenieros. Y sí, esos títulos tienen gancho, prometen, ¿no?

“Todavía es temprano, esto recién comienza, pero me llama la atención la cantidad de público en estos primeros días”, aclara Barros Varela. “Cada año viene más gente y me parece que los que se acercan más son precisamente los que no leen hace rato, pero que quieren volver a amigarse con los libros, ver qué pasa con este fenómeno de la Feria.” En el stand de la Biblioteca se entrega gratis un libro por persona (las opciones son, además, la Introducción de Facundo, de Sarmiento; La política del puñal y Revelación de un crimen, de La vida del Chacho, de José Hernández, y el Decreto de supresión de honores, de Mariano Moreno), pero las instituciones y escuelas reciben los cinco libritos. Entre los stands editoriales que fueron ampliando el espacio se encuentra el de Siglo XXI. “Nosotros empezamos con 30 metros cuadrados, un espacio chico, y ahora tenemos más de 80”, explica Carlos Díaz, director editorial. “La Feria sirve como termómetro, permite evaluar cómo funcionará el mercado editorial en el corto plazo tanto en el mercado interno como en el externo.” Díaz señala que el precio del papel en la Argentina debería ser similar al precio internacional, pero no puede estar por encima. “El último incremento lo absorbimos sin aumentar el costo final del libro, pero a la larga, si sigue aumentando el insumo, tendremos que aumentar los libros”, plantea el editor. “Muy pocas ferias en el mundo tienen el éxito de público que tiene ésta –compara Díaz–. Los editores se matan por estar acá, pero el negocio editorial es más pequeño y no tiene correspondencia con la dimensión que ha adquirido la Feria.”

El torbellino del día a día no debería eclipsar esos libros “sin fronteras”, como el lema de esta edición, esas joyas que están esperando encontrarse con sus lectores. En el pabellón azul, en el stand de la Universidad Nacional de Quilmes se puede conseguir Sobre los principios. Los intelectuales caribeños y la tradición, de Arcadio Díaz Quiñones, y Gino Germani: La renovación intelectual de la sociología, con estudio preliminar de Alejandro Blanco, en coincidencia con la celebración de los 50 años de la carrera de sociología, fundada por Germani. Si está transitando por el pabellón verde, vale la pena detenerse en el stand de El Ateneo que distribuye el nuevo libro de cuentos del argentino Andrés Neuman, Alumbramiento, publicado por Páginas de Espumas, editorial española que sólo publica cuentos. Y en caso de enfilar hacia el pabellón amarillo, el stand de la librería Guadalquivir –no se desespere, es de esos lugares que por el catálogo de fondo da ganas de comprar casi todo–, se encontrará con Cuando las sombras (Pre-Textos), el primer libro de la poeta argentina Perla Rotzait, que fue editado en 1962 por Losada, con un prólogo-poema de Rafael Alberti, y también de la misma autora El cuerpo, el último trabajo de la poeta, editado por Alción.

Lourdes Cabrera descansa después de una larga caminata. Tiene 30 años, nació en Bolivia, pero vive en Río Gallegos, y es la primera vez que visita el predio de la Rural. “Está bien organizada, sobre todo la parte de libros infantiles, se puede caminar con tranquilidad, pero no están todos los libros como dicen. Estoy buscando bibliografía sobre recursos humanos y no conseguí ninguno de los libros que necesito”, comenta Cabrera. “Empezamos muy bien y esperamos mucha gente más”, dice, optimista, Leonardo Rubini, encargado del stand del grupo Santillana. ¿El más vendido? Sí, obvio, adivinó: la edición homenaje de Cien años de Soledad, de Gabriel García Márquez, a 40 años de su publicación, que se vende a 29 pesos. Como todos los años, el premio de novela Alfaguara también se posiciona entre los más solicitados. En esta ocasión es Mira si yo te querré, del español Luis Leante. “¿Viene García Márquez a la feria?”, pregunta, atolondrada, una mujer con la edición homenaje en la mano. Rubini sonríe, le dice que no, y ella se dirige hacia la caja para pagar. “No es la primera vez que preguntan lo mismo; a los que estamos en el mundo del libro nos causa mucha gracia, parece un chiste, pero la gente pregunta en serio”, advierte Rubini.

“Vamos por un Fernet”, pide una chica con varias bolsas y se suma a la fila de los que quieren un vaso. En el stand de Librerías La Oferta hay que revolver bastante. Algunas promociones resultan atractivas: un libro por 10 pesos o tres por 25. Hay mucha gente eligiendo su combo de autores. Se consiguen, entre otros, Las correcciones y Cómo estar solo, de Jonathan Franzen; Cosmópolis, de Don DeLillo; El último trayecto de Horacio Dos, Las aventuras del tocador de señoras y Satanás, de Eduardo Mendoza (que el próximo miércoles presentará su última novela, Mauricio o las elecciones primarias), El grito, de Florencia Abbate; La hermana menor y El sueño eterno, de Raymond Chandler, entre otros.

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El público mira, recorre y, a veces, compra.
Imagen: Pablo piovano
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