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Jueves, 17 de noviembre de 2005

CINE › “UNA HISTORIA VIOLENTA”, DE DAVID CRONENBERG, CON VIGGO MORTENSEN

El sueño americano en la picota

El director de La mosca vuelve a sus obsesiones –el tema del doble, la metamorfosis– y cuestiona elementos constitutivos del American Dream a partir de su propia mitología.

 Por Luciano Monteagudo

Desde sus comienzos a mediados de los años ’70 en el cine fantástico de bajo presupuesto, con films como Escalofríos y Rabia, que le sirvieron como un extraordinario laboratorio estético, la obra del director canadiense David Cronenberg siempre se caracterizó por su carácter profundamente subversivo, por la manera en que es capaz no sólo de transgredir por dentro las reglas de un género sino también de materializar las pulsiones más hondas y ocultas del inconsciente. En los últimos años, su cine rompió cada vez más puentes con el gran público, por lo que Una historia violenta –que pasó inadvertida para el jurado en el último Festival de Cannes– puede parecer, en primera instancia, como el film más convencional del director de La mosca. Sin embargo, por debajo de su superficie esconde una increíble complejidad formal y conceptual, al punto de que es capaz de desarticular elementos constitutivos del “American Dream” a partir de su propia mitología.
Iniciada como un proyecto por encargo, a partir de un comic de John Wagner (uno de los creadores de Judge Dredd), Cronenberg se involucró en el guión y consiguió –como ya lo había hecho antes con The Dead Zone, sobre la novela de Stephen King– convertir en propia una historia ajena, reactualizando la vieja théorie des auteurs, que dice que un auténtico autor de cine es aquel capaz de imponerse por sobre cualquier material que se le presente. Con una superestrella de Hollywood al frente del elenco (Viggo Mortensen) y un tema que en otras manos hubiera sido objeto del tratamiento más banal, Cronenberg –desde el interior de un sistema al que no duda en socavar– consigue uno de sus trabajos más personales e inquietantes, un film de un universo absolutamente propio, a tono con las constantes de toda su obra.
Como en eXistenZ, Spider, Videodrome o cualquiera de sus mejores películas, en A History of Violence todo parece transcurrir en un espacio que no es real sino mental, una abstracción, allí donde del “sueño americano” se puede llegar a convertir en una auténtica pesadilla. El film tiene la estructura de un western clásico, pero ambientado en la actualidad. En un pueblito arquetípico, iconográfico del medio oeste estadounidense, una familia como tantas vive una vida simple y feliz, hasta que es atacada por unos criminales prófugos (que en un prólogo de una puesta en escena ejemplar demuestran ser de una ferocidad sin límites). El pater familiae (Mortensen) reaccionará de una manera insospechada, matando rápida, fríamente a los atacantes. Pero a partir de allí no sólo se convertirá en el héroe de la comunidad sino también en un personaje buscado por unos gangsters irlandeses (capitaneados por un siniestro Ed Harris) que creen ver en él un hombre muy distinto a quien él dice ser. La luz que baña las escenas del comienzo irá dando paso entonces, progresivamente, a una inquietante oscuridad.
Varias de las obsesiones de Cronenberg reaparecen en su nueva película: los distintos niveles de la realidad, presentes en toda su obra; el tema del doble (que llevó hasta su extremo en Pacto de amor), y también la metamorfosis, con ese protagonista –como Jeff Goldblum en La mosca, o Peter Weller en Festín desnudo– convirtiéndose en “el otro” a medida que comienza una escalada de violencia que parece no tener final. Lo notable del film es que, a contramano de casi todo el cine contemporáneo, A History of Violence nunca especula con esa violencia, sino que por el contrario –un poco a la manera de Funny Games, del austríaco Michael Haneke– obliga al espectador a reflexionar sobre su representación en el cine. Y lo hace muchas veces con un humor desconcertante, que fue lo que provocó la controversia entre la crítica presente en Cannes, en mayo pasado.
Para Cronenberg, humor no significa por cierto frivolidad. Sucede que su película se permite mostrar simultáneamente –como si fuera un cuadro cubista– la trama y su revés, el acto y su representación, la imagen confrontada a su propio poder, provocando un efecto de distanciamiento muy particular. Y algo de eso sucede también cuando aborda otro de los temas centrales de Una historia violenta: la construcción del héroe. Por un lado, Cronenberg recurre al modelo clásico, con alguna escena incluso (como la mesa familiar del final) que parece escapada de un western de John Ford. Pero al mismo tiempo, el director se ocupa de minar ese modelo, de ponerlo constantemente en crisis, con una capacidad de síntesis y una economía narrativa sencillamente ejemplares.

9-UNA HISTORIA VIOLENTA
A History of Violence
Estados Unidos/Canadá, 2005.
Dirección: David Cronenberg.
Guión: Josh Olson.
Fotografía: Peter Suschitzky.
Música: Howard Shore.
Intérpretes: Viggo Mortensen, Maria Bello, William Hurt, Ed Harris, Ashton Holmes.

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Viggo Mortensen sale en defensa de su comunidad: la construcción de un héroe y su puesta en crisis.
 
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