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Lunes, 30 de marzo de 2009

CINE › JOSé MOJICA MARINS EN LA SECCIóN NOCTURNA DEL FESTIVAL

Un artesano de pesadillas

El fundador del cine de terror brasileño llegó al Bafici para presentar Encarnaçao do demonio. Dice que el género, para ser auténtico, tiene que apoyarse en la cultura del pueblo: “Debe significar algo con nuestra propia realidad, nuestras alucinaciones y fantasías”.

 Por Andrés Valenzuela

“Todo lo de los ganchos, la costura de labios, la mujer saliendo del cerdo muerto, todo ello es real”, dispara con naturalidad José Mojica Marins, fundador del cine de terror brasileño que llegó al Bafici para presentar Encarnaçao do demonio (Encarnación del demonio) en la sección Nocturna. Su hijo y asistente, Crounel, lo confirma.

“Cuando estoy por filmar una película, convoco desde mi programa de televisión a todos los que hacen cosas extrañas”, explica el veterano director. Así, para esta ocasión sumó a un performer especializado en clavarse cosas en el cuerpo. Si el espectador siente deseos de cerrar los ojos en la escena que muestra al actor suspendido de unos ganchos, no debería avergonzarse: Crounel confiesa que ellos mismos tuvieron que hacerlo en ocasiones mientras lo filmaban, aunque la “víctima” no tenía ningún inconveniente con la tarea.

Dicho esto, pareciera que Encarnaçao... es sólo un film gore con cierto reconocimiento, ya que ganó el premio Carnet Jove Jury en el Festival de Sitges, y está nominado a mejor dirección de arte y efectos especiales del Cinema Brazil Grand Prize, pronto a entregarse. Sin embargo, el cierre del tríptico que comenzó con A medianoche llevaré su alma (1964) y Esta noche encarnaré en su cadáver (1967) –ambas presentadas en la primera edición del Bafici, allá por 1999– es mucho más difícil de describir. Apelando a una estética de los años ’50 y ’60, planos clásicos, una escenografía con elementos pulp y diálogos ampulosos, Encarnaçao... condensa medio siglo de carrera cinematográfica. El film tardó, explica su director, cuarenta años en llegar a la pantalla “por culpa de la persecución de la censura, los padres, la dictadura militar y los críticos frustrados”.

Los fanáticos del género ya conocen a su protagonista, Zé do Caixao, una figura siniestra en capa negra y galera del mismo color que busca denodadamente a la “mujer perfecta”, la ideal para permitirle perpetuar su sangre. En el camino inicia un raid sangriento que lo llevará a perpetrar toda clase de crímenes espantosos. Al comenzar esta entrega, Zé consigue ser liberado de prisión y se refugia en una favela. Desde allí buscará nuevamente a su esposa soñada. “Pero toda la historia comienza cuando la policía militar fusila a dos niños y Zé interviene para defenderlos”, apunta Marins. “Creo que hay mucha persecución de la policía hacia los habitantes de las favelas –explica–. Por eso yo quería conocer lo íntimo de cada uno de ellos, el espíritu de cada favelado, donde siempre fui muy respetado.”

Pero si Encarnaçao... anuda un proyecto de décadas, también contiene en sí una mirada sobre las tradiciones místicas y religiosas que caracterizan a Brasil: umbanda, catolicismo, macumbas, espiritismo y hechiceras, todas se dan cita en el film. Mojica Marins explica, entonces, que el cine de terror debe apoyarse en la cultura del pueblo. “Cuando creé a Zé, llegué a la conclusión de que mi personaje tenía que usar esa capa y ser extraño, fuerte y vestido de negro para inspirar temor al pueblo de Brasil, que es muy supersticioso”, apunta. En este sentido, compara su producción con el furor del cine de terror japonés, cuya llegada a las pantallas occidentales no le preocupa. “Ellos tienen una tecnología muy fuerte, pero no puede afectar lo que hay en Brasil, porque el brasileño debe hacer ficción con el folklore que le es propio”, analiza. “Vi tres films japoneses por recomendación de amigos míos y los encuentro muy lejanos de la realidad, no son films del mundo, como sí lo fueron El bebé de Rosemary (Roman Polansky, 1968) y Poltergeist (Tobe Hooper, sobre guión de Steven Spielberg, 1982).” El auténtico cine de terror, señala, “debe significar algo con nuestra propia realidad, nuestras pesadillas, alucinaciones y fantasías”. En este sentido, a Mojica Marins no le falta inspiración. Al cabo que el mundo está lleno de guerras, masacres y crímenes espantosos, apunta y asegura que eso le “llena la cabeza con inspiración”.

Otra ayuda importante a la sucesión de ideas que lo conminan a seguir trabajando con 73 años recién cumplidos es el programa de TV que lleva en la red de cable paulista NTV. “Allí hago entrevistas con grandes hombres, rockeros, presentadores de televisión y directores de cine, pero siempre buscando lo oculto en ellos, lo diferente, lo que nunca hayan contado, y junto a la entrevista hago un informe extraño: si dicen que en un lugar cayó un plato volador y hay personas adorando a un extraterrestre, ahí voy; si alguien desenterró un féretro porque el enterrado estaba vivo, también voy.” Su audiencia aumenta semana a semana y acaba de firmar el contrato para la segunda temporada del show.

Pese al prestigio que ha ganado en el medio en los últimos años, Marins reconoce que al género le falta recorrer mucho camino en su país. “Soy el único que hace largometrajes –explica– y los chicos nuevos intentan filmar con mucho esfuerzo. Mi hija, por ejemplo, está filmando un largo sobre una vampiresa que debería estar listo en 2010.” Pone sus fichas en esta nueva generación de cineastas: “Los apoyo mucho, son jóvenes, ¡y quiero tener sucesores!”.

* La última función de Encarnaçao do demonio se proyectará hoy a la medianoche en el cine del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415).

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“El brasileño debe hacer ficción con el folklore que le es propio”, sostiene Marins.
 
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