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Domingo, 10 de abril de 2011

CINE › IDELSON, BONELLI Y SOLA PRESENTAN SUS FILMS EN LA COMPETENCIA CINE DEL FUTURO

Canciones, coprogo y procesión

Los cineastas argentinos participan –con Canción de amor, El fantástico mundo del coprogo y Mensajero– de esta sección en la que el otro film nacional, Teoría de cuerdas, tiene once directores.

 Por Oscar Ranzani

Idelson, Bonelli y Solá, nuevas miradas para el cine argentino.

Cuando, hace unos años, Karin Idelson trabajaba como realizadora en el canal Ciudad Abierta tuvo la oportunidad de dirigir un ciclo sobre música. Ese fue su primer trabajo audiovisual sobre temática melódica. Tiempo después recibió una propuesta para realizar un telefilm con tema libre. Y no dudó: eligió hacerlo sobre canciones de amor. Comenzó a grabar material entrevistando a Gabo Ferro, Francisco Bochatón, Diego Frenkel y Palo Pandolfo, entre otros, focalizando en la mirada de los músicos sobre el amor. Ellos tocaban canciones de amor y reflexionaban sobre el tema. Pero una vez que renunció al canal, Idelson decidió seguir con su proyecto cinematográfico-musical de forma independiente. Poco a poco, la idea original comenzó a tomar un rumbo diferente: se propuso que fueran las canciones las que “hablaran” por sí mismas y se olvidó por completo de los testimonios. “Y en vez de partir de los artistas que generaban canciones, me propuse ver qué pasaba cuando las canciones ‘salían’ a la ciudad haciendo un recorrido anárquico, impredecible, incontrolable”, cuenta Idelson en diálogo con Página/12. La cineasta se lanzó a caminar Buenos Aires y a ver qué sucedía en diferentes contextos, donde sonaran las canciones de amor. El resultado es su primer documental, titulado precisamente Canción de amor, que participa de la competencia Cine del Futuro del 13º Bafici.

Idelson comenta que su documental no tiene diálogos y que las únicas palabras que aparecen son las letras que están subtituladas. “Quería ver de qué manera se las apropiaban las personas anónimas. Son formas que por ahí están súper naturalizadas y uno no se da cuenta de que están interviniendo y transformando el espacio y la situación”, comenta la directora, que también es fotógrafa y comunicadora social. “Al sonar una canción de amor, con una letra específica, con un sentimiento, en un contexto que no tiene absolutamente nada que ver genera un tercer sentido que me interesaba explorar”, comenta sobre la intención de su propuesta.

¿Cómo elegir, entonces, los lugares adecuados? “Cuando escribí el guión había muchísimas escenas posibles y empecé a hacer un recorte hasta llegar a determinadas situaciones, como un viaje en taxi durante el que suena determinada canción, un boliche, un patio interno de un edificio donde se escucha la música de un vecino, un baile de jubilados. Es decir, todas situaciones que se repitieran en el tiempo”, relata Idelson, y agrega que no buscaba ni masividad ni exotismo, sino “una sensación”. La idea fue partir de la sensación “de que hay algo que tienen las canciones cuando están sonando en determinados contextos que transforman esos contextos”. “Trataba de captar esa suma de capas que veía en cada escena que no eran ni solamente la canción ni solamente el lugar ni solamente la persona. Eso es lo que se ve la película”, concluye Idelson.

Un deporte tripartito

Otro de los documentales argentinos en la competencia Cine del Futuro es El fantástico mundo del cropogo. Su director, Wenceslao Bonelli, explica la condensación deportiva del término: el cropogo es un juego que reúne características del croquet (“cro”), del polo (“po”) y del golf (“go”). A pesar de ser prácticamente desconocido para una inmensa mayoría, el cropogo nació en Uruguay hace aproximadamente noventa años. Fue precisamente el profesor estadounidense Jeff Hopkins el que lo inventó allí y lo trasladó a esta geografía. Bonelli conoce el paño: practica el cropogo desde chico, por transmisión de su padre, un experto en la materia. “Yo iba de vacaciones a Sierra de la Ventana y allá está la única cancha que hay actualmente en el mundo. Se juega en el predio de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Y como lo juego desde chico, conozco a todos los que lo practicaban”, comenta. Es por eso que se le ocurrió dirigir el documental El fantástico mundo del cropogo, donde detalla el meollo del asunto.

Bonelli recuerda que la idea de realizar este documental le surgió cuando hizo un viaje a Estados Unidos. “Una vez, estando allá, sintonicé ESPN y vi que pasaban torneos de deletreo de palabras, torneos de paintball. Me pareció un poco ridículo que pasaran eso por ESPN. Y pensé por qué emitían eso y el cropogo no tenía una salida, por qué no es conocido el mundo del cropogo. A partir de ese momento empecé a ver que en el cropogo había tantos tópicos como si se tratara de cualquier otro deporte.” Así, se propuso contar las pasiones que despierta este juego. Para concretar su trabajo, Bonelli entrevistó a diversos deportistas que lo practican. “No hubo un guión, sino una serie de temas a tocar. Entrevistaba a cada uno y después nacían cosas a partir de que lo iba montando. Hay material de archivo de los años ’70 que muestra un poco lo viejo que es el juego. Y está la historia de este deporte y la explicación sobre cómo se juega. También muestro el torneo más importante que es el Masters. Pero, obviamente, todo esto sucede en un mundo que es mínimo.”

Ahora bien, ¿cómo se juega el cropogo? “Es una especie de golf rústico, tal como lo define uno de los personajes. Del croquet adopta un martillo largo que, de un lado, tiene el taco, y del otro, una cuchara para empalar la bocha. La bocha es del polo. Y la relación con el golf es porque hay que embocar la bocha en los distintos hoyos de la cancha. El que menos golpes hace, gana”, relata Bonelli. El director no encuentra una explicación firme acerca de por qué no se conoce el cropogo a nivel masivo ni por qué no se fomenta el ejercicio de este deporte. “Puede ser por el terreno de juego, ya que se necesita una cancha boscosa”, se anima a decir sobre la falta de lugares donde practicarlo.

La procesión y el mensajero

Mensajero, documental dirigido por Martín Solá, también forma parte de la competencia Cine del Futuro. Este cineasta decidió trasladarse al NOA para concretar su proyecto que combina el documental con la ficción. La idea de Mensajero nació porque a Solá le interesa filmar aquello que desconoce. Y lo que no conocía, en este caso, era la procesión de Nuestra Señora del Milagro, que se realiza todos los años en Salta durante el mes de septiembre. “Hay gente que camina una semana, once días... Nosotros hemos caminado aproximadamente cinco días con la gente”, cuenta Solá, quien comenta que ese registro fue el corazón de Mensajero.

Hasta ahí el abordaje documental. ¿Y la ficción? “Busqué una estructura con un personaje que vive en una parte del norte argentino que nunca se define cuál es. Este personaje trabaja como mensajero. Les va llevando mensajes a diferentes personas que viven en lugares muy alejados del norte. Y luego decide cambiar de trabajo, camina a lo largo de toda la procesión y termina trabajando en las salinas de Jujuy”, cuenta Solá. De esta manera, el cineasta introdujo una narración de ficción en el relato documental de la ceremonia religiosa. En cuanto al encuentro con los habitantes de una geografía y una cultura distintas de las de la ciudad, Solá dice: “En Mensajero trato de plasmar mi mirada o la mirada del equipo sobre los diferentes aspectos que habitan en las distintas comunidades. Noté que es muy fuerte el tema de la religión y del trabajo. Eso, evidentemente, tomó cada vez más fuerza en la película”.

El realizador también resalta que el paisaje “tiene mucho peso” en su largometraje. “Hasta diría que el personaje principal es el paisaje que, en todo momento, está acompañando la película. Y nuestra intención fue que el paisaje ‘hable’ por sí solo.” Por eso, también tomó la decisión de filmar Mensajero en blanco y negro. “Teníamos mucho temor de caer en la postal, en los paisajes extremadamente bellos. Intentamos que la película sea bella pero, a la vez, el blanco y negro nos permitía una cierta lejanía a esa posible imagen turística del espacio”, describe Solá. Además, como filmó en los valles salteños, en la Puna Jujeña y otra parte en Bolivia, el blanco y negro “le daba unidad a todo”, cierra Solá.

* Canción de amor se exhibe hoy a las 11.30 en el Cine-Teatro 25 de Mayo (repite el 12 a las 19.15 en el Arteplex Belgrano). El fantástico mundo del cropogo se proyecta el 14 a las 23.15 en el Hoyts Abasto (repite el 15 a las 15.30 en el Hoyts y el 17 a las 23.15 en el Arteplex Belgrano). Mensajero va el 12 a las 20.30 en el Hoyts (repite el 14 a las 17.45 en Arteplex Belgrano y el 17 a las 12 en Hoyts).

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