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Martes, 4 de abril de 2006

CINE › ENTREVISTA CON ELI ROTH, EL DIRECTOR DE “HOSTEL”

“En Estados Unidos la gente tiene necesidad de gritar”

Para el realizador, que hizo un film sobre la tortura, “lo que muestro es un juego comparado con lo que se vive en mi país”.

Era noche cerrada y los dos hombres conversaban telefónicamente sobre lo más enfermo que se puede encontrar en Internet. “Hablábamos de cosas que van más allá de la bestialidad normal”, confiesa Eli Roth (34) cuando recuerda el momento en que nació la idea de Hostel, su más reciente realización. La voz luciferina del director cuenta que fue en aquella madrugada que su amigo Harry Knowles –creador de la página aintitcoolnews.com– le habló de un website en el que se ofrecía la posibilidad de matar a una persona por “sólo” diez mil dólares. La empresa garantizaba que cualquiera que pagara la tarifa podía viajar al paupérrimo país donde estaba montado el negocio e ingresar a una habitación donde lo esperaba una víctima humana lista para ser ejecutada a piacere. Después de cortar, Roth quedó petrificado, con la mirada perdida en las sombras que acechaban del otro lado de la ventana.

Ese desvelo fue la semilla creativa de la película de terror que llegó hace pocos días en Argentina y que, bajo el nombre de Hostel, cifra la historia de tres turistas (dos norteamericanos y un islandés) que salen de vacaciones buscando chicas pero terminan sumergidos en un infierno de sangre y amputaciones. Precedido por el aura que otorga el aval de Quentin Tarantino –productor ejecutivo del emprendimiento–, el estreno no sólo hizo ruido entre la creciente troupe cinéfilo-gótica local, sino que también dio a Eli Roth la oportunidad de expresar su perspectiva sobre el renacimiento de un género hasta hace poco olvidado. En el marco del Festival de Mar del Plata, Página/12 conversó con el director.

–¿Por qué vale la pena seguir haciendo películas como Hostel?

–Es un gran momento para el terror, por dos razones. El primer cambio que percibo tiene que ver con que se ha perdido el pudor a la hora de aceptar que te gustan estos films. De hecho, son la nueva forma de tener la primera cita, porque invitan al contacto físico con la persona con la que salís. Por otro lado, en Estados Unidos la gente tiene la necesidad urgente de gritar. Y como no hay lugares en los que hacer eso esté bien visto, todo el mundo está yendo a aullar a las salas.

–¿Como explica esta nueva situación?

–Me parece que los estadounidenses siempre se habían sentido a salvo gracias a su ejército y su dinero. Pero ahora apareció un “enemigo” para el que ni la plata ni el ejército significan un impedimento. A eso hay que sumarle el desastre que son la guerra en Irak y la administración Bush. Por todo eso, la mayor fobia se direcciona hacia quienes serían capaces de matar por asuntos no vinculados con la guerra ni a asuntos económicos, lo que coincide bastante con lo que hacen muchos “villanos” de los relatos de miedo.

De acuerdo con Roth, los cambios en el imaginario social obligan a los realizadores que quieran mantenerse vigentes a rastrear las nuevas formas que adquiere el temor. En Cavin Fever (2002), su película anterior, no había “asesino” que se pareciera a Freddy o a Jason. Los protagonistas eran cuatro jóvenes que iban a una cabaña aislada en busca de un fin de semana salvaje y empezaban a infectarse con un virus que les deformaba el cuerpo y la cara. “Fijate que en Cavin Fever nadie muere por el virus. Los personajes se matan entre ellos, porque empiezan a odiarse entre sí”, describe el realizador formado en la Universidad de Nueva York. “En cambio, en mi último film lo que aparece es otra cosa muy vinculada con la naturaleza humana, que es el deseo de controlar y torturar a los demás.” En Hostel la violencia está muy asociada al sexo y a la “otredad cultural”: “Aparece un mal al que no le interesa el dinero ni nada parecido”, puntualiza el hombre nacido en Boston. “Paralelamente, elegir locaciones de República Checa me ayudó a trabajar con el hecho de que los norteamericanos están horrorizados de las culturas diferentes.”

–A pesar de eso los estadounidenses se están abriendo a productos culturales de otros países, como el terror japonés. ¿Cree que esa apertura es fruto de una crisis creativa de Hollywood?

–Totalmente. Hace veinte años, Hollywood era un lugar manejado por gente que entendía algo de arte. Ahora mandan los abogados y los banqueros de las corporaciones, que sólo creen en las estadísticas. El gran problema es que ya no se hacen historias que puedan ser un éxito, sino historias que no vayan a fallar, y eso es veneno para la creatividad.

Sin deshacerse de su estampa de poseso, Roth se levanta y muestra por primera vez los ojos que guardaba tras los lentes de sol. Tiene una forma sombría de decir adiós: “Por favor, poné que lo que muestro es un juego comparado con lo que se vive día a día en Norteamérica. Bye. Take care”.

Informe: Facundo García.

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Según Roth, en EE.UU. “no toleran las culturas diferentes”.
 
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