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Sábado, 26 de noviembre de 2011

CINE › LAS ACACIAS, EL DEBUT DE PABLO GIORGELLI COMO DIRECTOR

A la búsqueda del agrado colectivo

Esta road movie camionera fue el hit festivalero del cine argentino durante este año, gracias al conglomerado emocional y formal de un cine globalizado. El film parece provenir de un no lugar y de todos a la vez, hijo de la desterritorialización cultural.

 Por Ezequiel Boetti

Con apenas un mes para el fin del año, puede catalogarse a Las acacias como el gran hit festivalero 2011 del cine vernáculo, título ex aequo con El estudiante y Abrir puertas y ventanas. Desde su estreno en Cannes, donde se alzó con la Cámara de Oro a la Mejor ópera prima, el film del hasta ahora montajista Pablo Giorgelli es un huracán arrasador de cuanto potencial premio se le presente. Así lo hizo en San Sebastián, Londres, Oslo, Lima, India y Biarritz, entre otros. El consenso parece unánime, mundial. Es válido preguntarse, entonces, qué tiene esta road movie camionera protagonizada prácticamente en su totalidad por dos actores –o tres, si se considera a la beba– para aunar criterios y agradar a paladares tan disímiles. La respuesta está en el conglomerado emocional y formal de un cine globalizado, ilustrado a la perfección por la caída de una acacia retratada en contrapicado y a contraluz en la escena inicial: sensibilidad, belleza, un delicado cuidado sonoro, pero también una dosis notoria de planificación y cálculo.

Quien se encarga de trasladar el tronco del comienzo es Rubén (Germán De Silva, igualito a Fernando Spiner), un camionero cuya fisonomía está mimetizada con la de su Scania anaranjado. Algo desgarbado, desprolijo, ajado por el largo trajinar de los años rodados, es un habitué del corredor Asunción-Buenos Aires. Pero en este caso debe cargar con un pedido especial de su jefe. Se trata de Jacinta (Hebe Duarte), madre soltera paraguaya en busca de nuevos horizontes en la capital argentina. ¿Se dijo madre? La diligencia también incluye a la pequeña Anahí (Nayra Calle Mamani, que con menos de un año actúa con una soltura a envidiar por más de un adulto). Parco, el viejo lobo rutero exhibe una notoria molestia ante la compañía impuesta. Pero no pasará mucho tiempo hasta que empiece a ablandarse y mostrar las hilachas de su paternidad frustrada –más tarde se sabrá que tiene un hijo al que no ve hace varios años– y un sentimiento de proteccionismo hacia las mujeres.

“Es una historia de amor, una película para el público”, diagnosticó el director hace unos días en estas mismas páginas. Esa transición emocional de Rubén, que va de la apatía y hosquedad iniciática a una proyección a futuro, es una de las claves para entender el éxito universal de la propuesta. Universalidad que no es mala per se: De caravana o Nueve Reinas, por citar dos ejemplos en las antípodas, son películas excelentes que además operan perfectamente en el multiculturalismo cinematográfico. Pero a diferencia de ésas, Las acacias no toma componentes locales como armas fundamentales para la creación de lo general, sino que lo local es un mero sticker despegable. La sensación es de asepsia y pulida prolijidad. “Pero está anclada geográficamente en la Argentina”, podrá rebatirse. Sí, se atraviesa la frontera argentino-paraguaya, Chaco, Entre Ríos, el Zárate-Brazo Largo y la inconfundible Panamericana. Pero inténtese cambiar el candor formoseño por el frío de Alaska o la arena sahariana, modifíquese el guaraní de la dama por algún dialecto local y el resultado será más o menos el mismo. Las acacias parece provenir simultáneamente de un no lugar y de todos, es hija dilecta de la desterritorialización cultural.

Sí es loable que Giorgelli no traduzca la búsqueda de agrado colectivo en el pintoresquismo latinoamericanista que tanto gusta en los principales festivales del mundo. La ausencia casi total de planos panorámicos o generales configura un relato centrípeto al verismo emocional de sus criaturas. Verismo que ni siquiera el cálculo logra estropear: la progresión dramática del vínculo nunca se fuerza sino que discurre segura de ella misma. El panorama se complementa con una cámara nunca intrusiva que se posiciona con extraordinaria invisibilidad por el espacio del habitáculo. Es una muestra de lo mucho mejor que podría sido Las acacias de no haber estado tan preocupada por el qué dirán.

6-LAS ACACIAS

Argentina, 2011

Dirección: Pablo Giorgelli.

Guión: Pablo Giorgelli y Salvador Roselli.

Fotografía: Diego Poleri.

Sonido: Martín Litmanovich.

Edición: María Astrauskas.

Dirección de arte: Yamila Fontán.

Intérpretes: Germán De Silva - Hebe Duarte - Nayra Calle Mamani.

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En su estreno en Cannes, Las acacias se llevó la Cámara de Oro a la mejor ópera prima.
 
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