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Martes, 20 de agosto de 2013

CINE › ENTREVISTA A DARIO ARGENTO A PROPóSITO DEL ESTRENO DE SU DRáCULA 3D

“Drácula es un personaje muy europeo”

El director italiano, autor de films legendarios del género de terror, como Rojo profundo y Suspiria, explica por qué vuelve sobre un personaje clásico del género. “Drácula es, entre otras cosas, un personaje romántico, desesperado”, dice.

 Por Diego Brodersen

Dario Argento atiende el teléfono en su casa, en Roma, y durante media hora se desarrolla una amable entrevista bilingüe, en la cual las preguntas en inglés son respondidas en un pausado –a pedido del cronista– y comprensible italiano. La excusa es el inminente estreno, el próximo jueves, de su último largometraje, Drácula 3D, que finalmente llegará a las pantallas argentinas luego de varias postergaciones, consecuencia de la ocupación de todas las salas con capacidad tridimensional por el ejército de films de la temporada vacacional. Caen los monstruitos de Pixar y sube un monstruo del cine de terror. El de Argento es uno de esos nombres reconocidos por todo aquel seguidor del cine italiano en general y del horror all’italiana en particular, pero su presencia en la cartelera comercial local se cortó hace más de dos décadas, luego del lanzamiento de Terror en la ópera (1987). De allí en más, los fans de Argento tuvieron que contentarse con alguna ocasional exhibición de alguno de sus nuevos films en festivales de cine (Non ho sonno, 2001, fue exhibida a sala llena en un lejano Bafici), la edición en formato hogareño o las bajadas digitales non sanctas. “La gente joven suele ver mis películas en DVD, streaming, en sus computadoras. Por supuesto, preferiría que las vieran en una pantalla grande, porque mis películas están pensadas para ser vistas en la oscuridad de una sala. Pero no está mal que las vean en sus pequeñas pantallitas si de esa forma pueden acercarse a mi cine”, confiesa el realizador, conocedor de los cambios que la industria del cine y los hábitos de los espectadores han sufrido en las últimos cuarenta años.

Referente ineludible del giallo, ese género típicamente italiano que cruza la tradicional estructura del whodunit –donde el espectador hace las veces de investigador, intentando descubrir la identidad del asesino– y el festín hemoglobínico del terror gore, Argento desarrolló una carrera que tuvo sus picos más altos en los años ‘70. Luego de su famosa “Trilogía animal”, integrada por El pájaro de las plumas de cristal (1970), El gato de las nueve colas (1971) y Cuatro moscas sobre terciopelo gris (1971) –films rodados en Italia, pero en idioma inglés, y que dieron la vuelta al mundo–, el cineasta lograría afianzar un estilo personal en Rojo profundo (1975)

y, particularmente, en Suspiria (1977), tal vez su película más lograda y, por cierto, terrorífica. Es precisamente en este último largometraje donde Argento abandona, al menos en parte, la rígida estructura del giallo para adentrarse en el terreno de lo sobrenatural y lo demoníaco, al tiempo que la puesta en escena, el uso del color y los decorados y la particular utilización de la música incidental dominan por completo la idea de trama y progresión dramática. En Argento siempre hubo algo artificioso, melodramático y operístico, que ahora parece tomar forma definitiva bajo su nuevo rol de régisseur en una novedosa puesta del Macbeth verdiano (ver recuadro).

La nueva versión de Drácula, rodada en parte en locaciones del Piamonte italiano, cuenta con la participación del alemán Thomas Kretschmann en la piel del vampiro titular, con quien Argento ya había trabajado en El síndrome de Stendhal (1996). Para el papel de Lucy, papá contrató nuevamente a su hija, Asia Argento, quien más allá de su carrera como actriz y realizadora independiente, ha sabido acompañar a su padre en varios largometrajes desde su más tierna infancia. El eterno enemigo de Drácula, Van Helsing, está interpretado por Rutger Hauer, verdadera institución del cine internacional. “Rutger es un gran actor, un verdadero monumento del cine. Dirigirlo fue una bellísima experiencia laboral”.

–Sus films suelen partir de ideas y guiones originales. Esta es una de las pocas ocasiones en que ha decidido trabajar a partir de un personaje popular.

–Hacía muchos años que estaba interesado en el personaje de Drácula, pero no encontraba una manera, un sistema para darle cierta modernidad, un enfoque distinto. Pero luego hicieron aparición los nuevos sistemas digitales en 3D y me di cuenta de que allí había algo interesante. Me interesó mucho, por ejemplo, la manera en la cual usó la tridimensionalidad Martin Scorsese en Hugo. Este nuevo sistema 3D es muy bello, en particular su gran profundidad, y me parecía muy atractivo ubicar a Drácula en ese nuevo espacio. Es cierto que muchos films usan la tridimensionalidad de una manera muy simple, pero esta nueva tecnología –las cámaras Arriflex especiales que usamos para la película– permiten generar un espacio 3D atractivo. Creo que lo importante en el uso de esta tecnología no es tanto el espectáculo en sí mismo, sino la idea del trabajo con la profundidad, de inmersión en el espacio. Algo similar puede afirmarse respecto de los efectos digitales en postproducción: existen y están para ser usados con cautela, porque si se abusa de ellos, el film se transforma en una broma, una tontería. Como realizador, uno debería usarlos sólo cuando son absolutamente necesarios.

–En su versión hay una gran cantidad de referencias a otros Dráculas en la historia del cine, como el clásico de la Universal de los años ’30 o el de los estudios británicos Hammer, a fines de los ’50. ¿Cuál es su vampiro favorito?

–Mi Drácula favorito es, sin dudas, el de la Hammer. Es un film muy fuerte, para adultos, los otros me parecen un poco antiguos. En cuanto a la versión de Coppola, me parece muy americana, con todas sus referencias al western. Y Drácula es, entre otras cosas, un personaje muy europeo, un personaje romántico, desesperado.

–¿Cuál es su opinión sobre el cine de terror que se produce hoy en día?

–El cine de terror más interesante ya no se hace en Italia, a pesar de la extensa tradición existente aquí. Yo mismo he producido películas de directores como Michele Soavi, Lamberto Bava o Sergio Stivaletti. Pero a causa de la crisis monetaria se ha hecho muy difícil producir películas de ese tenor. Creo que se están produciendo cosas interesantes en Francia y en España y también en Oriente: Corea del Sur, Japón y Taiwán. Se trata de films de terror muy interesantes, que no son efectos especiales envueltos en un guión simple, sino películas con muchos detalles psicológicos, con personajes de cierto espesor. Es muy difícil producir este tipo de cine en Italia en este momento. Se hacen películas muy pequeñas, algunas de ellas no muy interesantes, muchas comedias y películas diseñadas para ciertos cómicos.

–Su familia ha tenido y sigue teniendo fuertes lazos con el cine. ¿Siente con orgullo esa tradición, ahora continuada por su hija?

–Mi abuelo era distribuidor de cine; mi padre Salvatore Argento, productor; mi madre, Elda Luxardo, una famosa fotógrafa en Italia; mi hermano Claudio es también productor. Es una familia que siempre estuvo ligada al mundo del espectáculo, las imágenes, el cine y la fotografía. Y me encanta que mi hija continúe la tradición y que sea diferente, que haga cosas muy distintas de las que yo he hecho. Precisamente, en el mes de octubre comienza un nuevo film como realizadora.

A punto de despedirse, Dario Argento envía saludos para todos sus seguidores en la Argentina y cuenta una pequeña anécdota familiar, de esas que hacen las delicias de los fans de la memorabilia peronista: “Mi padre, Salvatore, estuvo en la Argentina hace muchos años por cuestiones de trabajo, para cerrar acuerdos de coproducción. Seguramente fue a fines de los años ’40 o comienzos de los ’50. En ese entonces conoció personalmente a Juan Domingo Perón y a Evita y siempre atesoró una copia de La razón de mi vida firmada de puño y letra por su autora”.

Terror en la ópera

Siguiendo, tal vez, los pasos de Luchino Visconti, cineasta italiano que solía abandonar temporariamente la cámara por la dirección operística, Dario Argento debutará en poco más de un mes como régisseur de una nueva puesta de la ópera Macbeth, de Giuseppe Verdi, en el Teatro Coccia de Novara, para continuar luego en el Teatro Politeama, de Catanzaro, y finalmente en el Teatro Verdi, en Pisa. Argento no es un neófito en esas lides: Terror en la ópera, la historia de un asesino obsesionado con una joven cantante lírica, transcurría en gran medida en los escenarios, pasillos y camerinos de un teatro en el cual tenía lugar, precisamente, una puesta moderna de esa ópera. Según contó el realizador a los medios italianos, su versión de Macbeth “transcurre durante la Primera Guerra Mundial y explicará qué significa tomar el poder con sangre. Es la más sangrienta de las tragedias de Shakespeare, entre crímenes y fantasmas. Habrá muchos efectos especiales en escena y los cantantes, además, actuarán como verdaderos actores”.

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“Hacía muchos años que estaba interesado en Drácula, pero no encontraba un enfoque distinto”, afirma Argento.
 
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