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Miércoles, 23 de octubre de 2013

CINE › SANDRA GUGLIOTTA Y LA TOMA, EL DOCUMENTAL QUE SE ESTRENA MAñANA EN EL GAUMONT

“Hay algo triste y algo esperanzador”

La película, que puede verse también libremente en Internet, comenzó como un seguimiento del centro de estudiantes en un colegio con tradición militante. Pero entonces comenzaron las tomas en reclamo de mejoras edilicias, y el foco cambió.

 Por Oscar Ranzani

El tercer largometraje de Sandra Gugliotta, La toma, tuvo una génesis muy particular: junto al productor Víctor Cruz, la directora de Un día de suerte y Las vidas posibles, tenía como meta observar cómo se reproducían ciertos patrones de género dentro de la escuela secundaria. Y, entonces, Gugliotta comenzó a filmar en el colegio Nicolás Avellaneda, en 2010. Otro tópico del film consistía en el seguimiento de las actividades del centro de estudiantes, “porque la escuela es muy activa desde siempre, fomenta la participación política y tiene una tradición de militancia”, cuenta la realizadora en diálogo con Página/12. Al poco tiempo comenzaron a producirse las tomas en los establecimientos secundarios de la ciudad de Buenos Aires, en reclamo de mejoras edilicias y en defensa de la educación pública. “Y ese material era mucho más potente y vivo, así que decidí cambiar el rumbo y seguir definitivamente las tomas del colegio a lo largo de ese año”, explica Gugliotta sobre el viraje que tuvo su documental, debido a las multitudinarias protestas estudiantiles que derivaron en 24 colegios porteños tomados en 2010 y que continuaron en 2011, 2012 y este año. El film se estrena mañana en el Espacio Incaa Km 0 Gaumont (Rivadavia 1635).

La toma es un documental de observación que tiene la particularidad de reproducir las discusiones de estudiantes, padres, ex alumnos y autoridades del colegio Nicolás Avellaneda en el mismo momento en que se iban produciendo los hechos. No tiene ninguna entrevista: Gugliotta no utiliza el modelo “cabeza parlante”, sino que su cámara busca invisibilizarse en las reuniones colectivas, como abriendo una ventana al escenario que los medios de comunicación televisivos nunca ponen en pantalla. Desde el aspecto político, La toma muestra el elevado nivel de compromiso de los estudiantes, que discuten cuestiones bien concretas sobre las reformas edilicias. En ese sentido, el documental adquiere un valor testimonial de alto interés para quienes no habitan las aulas, porque permite al espectador introducirse en el escenario del conflicto. Con una estructura de capítulos, La toma no sólo pone el foco en las asambleas estudiantiles, sino también en las reuniones de los miembros de Asociación Cooperadora y en los saberes de la organización política que les transmite el vicerrector del Nicolás Avellaneda, una figura clave en el desarrollo de la protesta. Gugliotta no interviene más que con su cámara, y tampoco baja línea sino que presenta los acontecimientos tal cual sucedieron, situación que favorece comprender el nivel intelectual de los jóvenes y su renacer en la política, una elección siempre estigmatizada por los medios dominantes.

–¿Fue una decisión inicial hacer un documental de observación, filmar las discusiones en el mismo momento en que sucedían los hechos sin la mediatización que puede tener un noticiero televisivo?

–Sí, eso siempre fue así. Fue un trabajo muy difícil y arduo. Por un lado llevó mucho tiempo entrar en contacto con la gran cantidad de protagonistas. Estaban la institución-escuela, los chicos, los padres, las autoridades, los profesores. Entonces, para poder lograr una cercanía con ellos, tuve que estar un tiempo y generar un vínculo hasta que ellos se acostumbraran a mí y yo a ellos. Por otro lado tuve que cuidar todo el tiempo no invadir. A su vez yo estaba siguiendo cosas que muchas veces en el transcurso del trabajo no sabía a dónde me podían llevar. Es como un trabajo de investigación, donde por momentos hubo mucha zozobra. Yo me preguntaba: “Esto que estamos haciendo, ¿concluirá? ¿Esta línea tendrá algún desarrollo?”. Así es un trabajo que tiene una profundidad en el desarrollo. Y, por otro lado, como se trata de chicos, adolescentes, menores, para mí había un tema ético y de cuidado.

–¿Fue una casualidad que el film muestre que prácticamente todas las que discutían y llevaban adelante la lucha eran mujeres?

–Sí y no. Era una de las primeras cosas que me habían saltado a la vista, porque era un poco lo que iba a buscar. Y observé que en la participación militante y política, las voces más fuertes, más apasionadas, las que habían sido presidentas y las que estaban postulándose como candidatas al centro de estudiantes, eran mujeres. Eso lo iba viendo en directo. Y después, viendo el material, se ve muy fuerte la impronta de las chicas, la participación, la energía y el entusiasmo que ellas tienen. Y son verdaderamente las que llevan la cosa adelante.

–Algo interesante de la película es que muestra el gran nivel de discusión y de organización que adquieren los estudiantes para la lucha por mejoras edilicias y en defensa de la educación pública. ¿Cree que es una consecuencia de una democracia sostenida y consolidada después de tres décadas?

–Viendo la película hay algo triste y hay algo esperanzador. Lo triste o lo preocupante es lo que pasa con la educación pública: se ve cierto abandono del Estado en la escuela. Pero, por otro lado, hay algo esperanzador, porque después de ver a los chicos con esa capacidad de discurso, con ese nivel de planteo, con esa capacidad de pensamiento y de acción, me parece que el futuro puede ser mejor que el pasado. En el movimiento estudiantil de la escuela secundaria hay futuros dirigentes políticos, perfectamente formados y con una práctica que me resulta súper esperanzadora.

–Es también esperanzador por esa figura importante en la lucha, el vicerrector, que funciona como una correa de transmisión del saber de la organización para las nuevas generaciones.

–Absolutamente. Y lo que me resulta interesante de lo que está sucediendo en esa comunidad es que los chicos no están solos. Además de sus padres que les plantean cosas todo el tiempo, incluso con cuestionamientos, hay una autoridad que está transmitiendo un saber sobre la militancia, la política y que está midiendo un poco el tiempo de hasta dónde avanzar y cuándo frenar. Y todo el tiempo les está poniendo preguntas a los chicos para que vayan encontrando sus propias respuestas. Entonces, hay una transmisión de ese aprendizaje.

–¿Qué opinión le merece el hecho de que muchos de los reclamos que los estudiantes de los colegios secundarios porteños hacían en 2010 todavía están sin solución?

–Siguen sin solucionarse y los chicos siguen tomando las escuelas. Me da la sensación de que el tema se vuelve a tocar en los medios de la misma manera. O sea, sobre si la toma está bien o está mal. Y también vuelve a funcionar ese dispositivo de invisibilizar realmente el reclamo profundo, lo que están diciendo y cuál es la problemática. Creo que los chicos están tomando el lugar que, de alguna manera, deberían tomar los adultos. Más allá de que está muy bien que los estudiantes participen, la idea es que no estén solos. Es una discusión de una magnitud que cualquiera que esté conviviendo con la escuela pública y vea las problemáticas que hay, puede darse cuenta de que no es un tema que sea ajeno como para que no esté realmente solucionándose. Igual que los hospitales públicos.

–Al mostrar las deficiencias del sistema de la educación pública en la ciudad de Buenos Aires, ¿cree que eso que presenta su documental funciona como ejemplo a nivel macro en otro tipo de deficiencias?

–Este era, en principio, un proyecto que tenía que ver con el rol del Estado y con lo público. No es el material que yo privilegié en la edición de la película, pero hay mucho material que tengo grabado de esa época que es más duro y que muestra realmente un estado de abandono de la educación pública. Personalmente creo que es una decisión de abandono del lugar del Estado en hospitales y escuelas.

–¿Por qué decidieron que La toma se pueda ver libremente en Internet?

–Porque está bien que sea un material que circule y que sea utilizado. Y, de hecho, lo fue en las tomas posteriores como material de debate. Fue tomado por algunos partidos y centros de estudiantes. La mejor manera es que este material circule y que la gente lo tome. Además, como justamente tiene que ver con adolescentes, y ellos están vinculados con todo lo que ven en la computadora, entonces era bueno que corriera por ese lado.

* Para ver La toma on line: https://vimeo.com/60175122

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“Los temas siguen sin solucionarse y los chicos siguen tomando las escuelas”, detalla la directora.
Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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