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Viernes, 11 de abril de 2014

CINE › TRAMOS FINALES PARA LA COMPETENCIA INTERNACIONAL

Unos iraníes que no son mudos

La espléndida Iranian confirma que el discurso dogmático termina revelando tarde o temprano su carácter coercitivo. Y en la peruana El mudo, un empleado judicial incorruptible descubre que, a veces, es mejor no seguir la ley al pie de la letra.

 Por Diego Brodersen

Tramos finales para la Competencia Internacional del 16º Bafici, sobreviviente del paro nacional de ayer gracias a la infinita entrega de los cinéfilos. Algunos de ellos, incluso, caminaron más cuadras de lo establecido por el reglamento para llegar a tiempo a alguna de las sedes, con semblantes que parecían decir “con o sin medios de transporte, la sala a oscuras no se mancha”. De intenciones y resultados muy dispares, las tres últimas películas que se sumaron a la selección competitiva describen mundos íntimos o sociedades enteras, desde la ficción, el documental o una cruza de ambos territorios. En El mudo, segundo largometraje de los peruanos Daniel y Diego Vega –que participó en la Competencia Oficial del Festival de Locarno–, un empleado judicial incorruptible cae en la cuenta de que, a veces, es mejor no seguir la ley al pie de la letra, mientras que la brasileña Castanha, dirigida por Davi Pretto, retrata a un actor transformista en su vida diurna y nocturna. Finalmente, Iranian, reciente ganadora del premio mayor en el festival de documentales Cinéma du Réel, intenta conciliar dos miradas contrapuestas respecto del estado de las cosas en la República Islámica de Irán.

Coproducida con capitales franceses y suizos (ni un rial iraní, por razones que ya se verán), Iranian es el segundo largometraje del arquitecto y cineasta Mehran Tamadon quien, a pesar de haber nacido en Irán, vive actualmente junto a su familia en Francia. Tamadon logró reunir en una casa en las afueras de Teherán a un cuarteto de vehementes defensores del actual régimen teocrático, con la intención de tener con ellos una serie de discusiones sobre algunos aspectos de la vida en el país. Y registrarlas debidamente. A poco de instalarse en el transitorio hogar, las chispas comienzan a saltar en todas las direcciones: el realizador inicia el debate haciendo hincapié en el tema de las libertades individuales y el uso del velo en las mujeres. En un par de minutos, queda claro que el anfitrión –ateo y defensor de la secularidad– tiene un duro contrincante en uno de sus cuatro invitados, cuyo uso de la retórica y la lógica resultan insuperables.

La amabilidad y el buen humor acompañan al quinteto mientras almuerzan, cenan y rezan (todos menos uno de ellos, por supuesto), y a la hora del litigio priman cierta ironía y el forcejeo intelectual, pero nunca el insulto. Se habla, entre otras cosas, de la libertad de prensa, de las minorías, del disenso como derecho social. Sobre el final, luego de poner en orden la casa y partir hacia el aeropuerto, el realizador relata en off que las autoridades le quitaron el pasaporte y que sólo pudo regresar a Francia luego de un mes de espera y el “pedido” de no volver a visitar su país natal. La visión de Iranian deja varias cosas en claro. En principio, que más allá de los buenos modales y el inteligente uso de la oratoria, el discurso dogmático termina revelando tarde o temprano su carácter coercitivo. En segundo lugar, que un gobierno elegido de forma genuina y nacido con las mejores intenciones puede enquistarse, transformarse e incluso traicionarse a sí mismo. Finalmente, que es posible hacer buen cine político sin demagogias ni excesos discursivos.

La peruana (coproducida junto a México y Francia) El mudo es una película política sólo de manera tangencial. La sátira social está presente, pero conforme la historia avanza el retrato va cerrándose casi exclusivamente sobre su protagonista, Constantino Zegarra, un juez limeño de jerarquía media que un buen día pierde las cuerdas vocales y su privilegiado puesto, la primera por un certero impacto de bala y el segundo por su obcecado apego a las normas. Haciendo gala de un humor con sordina que nunca abandona, el trastrocamiento del orden establecido ubica al personaje en un tobogán sin final a la vista. Su obsesión por atrapar al responsable de lo que supone un complot va convirtiéndose, sin demasiado aviso, en la búsqueda de un chivo expiatorio a quien endilgarle la sentencia de culpable.

Hay cierto regodeo de los hermanos Vega en el calvario del juez (eso los acerca por momentos al cine de otros hermanos aficionados al dolor ajeno, los Coen), pero la humanidad aparece aquí y allá, salvando al señor Zegarra del escarnio absoluto: una hija, una esposa y un padre que, a pesar de todo, lo quieren. Producida por el mexicano Carlos Reygadas (Japón, Luz silenciosa), El mudo combina desde la construcción del guión, de manera más o menos ingeniosa, lo denso con lo ligero, lo trágico con lo ridículo, y encuentra en los personajes secundarios (un policía campechano y ligeramente corrupto, la ex compañera de trabajo que lo ayuda a destrabar papeles) un sostén para acompañar el derrotero del juez que perdió la voz.

Castanha es un animal cinematográfico distinto. Parida seguramente gracias a una comunicación muy fluida entre director y protagonista, el film comienza como un documental clásico acerca de un transformista y su vida sobre y fuera de las tablas de Porto Alegre. A pocos minutos del comienzo de la proyección, sin embargo, es claro que los límites entre realidad y ficción son tan tenues como innecesaria su escisión. Joao Carlos Castanha interpreta a Castanha, un hombre de unos cincuenta años, VIH-positivo y fumador empedernido que vive con su madre anciana (la madre real de Castanha, el actor) y que, por las noches, actúa en un club de strippers masculinos como drag queen, amén de su participación en alguna obra de teatro under. La relación de Castanha con su madre y la de ésta con su nieto, un joven atrapado en el consumo de drogas duras, ocupa una parte esencial del relato, pero el film de Davi Pretto evita los caminos más tentadores para esta clase de historias. Castanha no es un melodrama exacerbado ni un drama realista de manual y el estilo híbrido que lo atraviesa de principio a fin –que incluye recuerdos, sueños y fantasías– se transforma en la mayor de sus virtudes.

* Iranian se exhibe mañana a las 16.20 en Village Recoleta 7.

* El mudo se exhibe hoy a las 11.40 y mañana a las 16.50 en Village Recoleta 7.

* Castanha se exhibe hoy a las 16.40 en Village Recoleta 6 y el domingo a las 13.50 en Village Caballito 4.

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Iranian es el segundo largo del arquitecto y cineasta Mehran Tamadon, radicado en Francia.
 
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