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Martes, 26 de agosto de 2014

CINE › ERMANNO OLMI, ABBAS KIAROSTAMI Y KEN LOACH

Tres grandes viajan juntos

Europa, Europa emite hoy el largometraje Tickets, inédito hasta ahora en la Argentina. Rodado a bordo de un tren, está integrado por tres episodios dirigidos, respectivamente, por los realizadores de El árbol de los zuecos, Shirin y Riff-Raff.

 Por Horacio Bernades

La década pasada conoció un pequeño auge de lo que podría llamarse “films en episodios, dirigidos por grandes firmas”. Por orden de llegada desfilaron las dos entregas de Ten Minutes Older (The Trumpet, presentada en Cannes 2002, y The Cello, en Venecia del mismo año), 11-09-01: El día que cambió el mundo (estrenada también en Venecia 2002) y las dos completadas hasta el momento de la serie llamada, como si se tratara de una recopilación de canciones de Gigliola Cinquetti, Cities of Love. Se trata de Paris, je t’aime (2006) y New York, I Love You (2008), prometiendo continuarse la serie con films sobre Río de Janeiro, Shanghai y Jerusalén. En medio de esos tanques, integrados por decenas de episodios, es bastante lógico que un film de sólo tres partes quedara poco menos que sepultado. Es lo que sucedió con Tickets, coproducción ítalo-británica estrenada sin mucho bombo en 2005. La parte italiana puso a Ermanno Olmi, mítico realizador de Il posto (1961) y El árbol de los zuecos (1978). La británica, a Ken Loach. En el medio “coló” un episodio Abbas Kiarostami, de la mano del productor iraní Babak Karimi. En Argentina, Tickets no se estrenó, ni se editó en DVD, ni se vio hasta ahora en televisión. En la medianoche de hoy para mañana la pondrá al aire el canal Europa Europa, repitiendo el próximo viernes (ver detalle al pie).

Se supone que un film en episodios debe tener un hilo conductor, que justifique el agrupamiento. El hilo puede ser temático (el paso del tiempo en Ten Minutes Older, el atentado de Al Qaida en 11-09-01), geográfico (las urbes de Cities of Love), o, como en el caso de Tickets, llanamente situacional. La película entera transcurre a bordo de un tren que se dirige de Zurich a Roma. Los tres episodios tienen lugar en el curso del viaje, teniendo distintos protagonistas y un grupo humano en común. Se trata de cinco refugiados albaneses –dos mujeres, la beba de una de ellas, su hermano preadolescente y la abuela– que asoman en los dos primeros episodios y coprotagonizan el último. Otra característica común de estos “films en episodios, dirigidos por grandes firmas”: referir, de forma directa o por inducción, al estado del mundo. Como era de esperar, es Ken Loach quien da mayor protagonismo al grupo de refugiados, con la colaboración de Paul Laverty, su guionista estable de las últimas dos décadas.

Pasillos, compartimentos, recovecos, las vías transitadas a toda velocidad, el paisaje en fuga a través de la ventana, la cohabitación obligada de los personajes más variopintos. Y la posibilidad, claro, de que alguien se caiga o lo tiren a las vías: el tren es un espacio dramático y visual privilegiado, al que el cine vuelve una y otra vez. Claro que en tiempos del avión perdió bastante protagonismo. Salvo que por accidente un pasajero no consiga pasaje en avión, o que los que viajan no tengan dinero suficiente para el vuelo. Es lo que sucede aquí con el farmacólogo del primer episodio, la señora venida a menos del segundo y los refugiados y jóvenes hinchas del Celtic del último. Al farmacólogo, que viene de asesorar a los miembros de un laboratorio austríaco y se vuelve a Roma, lo interpreta, en el episodio que dirige Ermanno Olmi, Carlo delle Piane, ese actor singularísimo al que Pupi Avati había sabido sacarle el jugo en algunos de sus mejores films (Viaje de fin de curso, Fiesta de graduación y Regalo de Navidad, todas de los 80).

Pequeño, con la nariz partida y voz rotundamente nasal, el hombre se define a sí mismo como un soñador, y el sueño se corporiza en la figura de una asistenta del laboratorio a quien encarna una Valeria Bruni Tedeschi en plenitud, con toda su rubiez, pecas e insinuadas rotundidades. Francesa por adopción y habiendo desarrollado su carrera casi entera en ese país, la hermana mayor de Carla Bruni nació, como sus apellidos indican, en Italia. Domina perfectamente el idioma, por lo cual no se entiende a quién se le ocurrió doblarla. Menos aún teniendo en cuenta que la protagonista de 5 x 2 y Una pareja perfecta tiene una voz absolutamente única, raspada y medio desafinada, que quien escuchó alguna vez no olvidará jamás.

Desde el momento en que Bruni Tedeschi abre la boca y de allí brota una voz ajena, toda verosimilitud se derrumba. Aun no siendo por ello, un Olmi decididamente fuera de registro se habría ocupado de hacerlo igual, con una forzadísima love story potencial, un compositor de orquesta que, oyendo Chopin en el camarote, hace gestos en el aire como de Benigni, y un militar en uniforme de fajina, cuyos anteojos de sol recuerdan al de La batalla de Argelia y cuyas maneras hacen pensar en el nazi más malo, en la más mala película de nazis. Lo que Olmi sí logra es crear un clima de paranoia, motivado por la presencia del clan de refugiados albaneses y esos militares cuya presencia hace pensar en una amenaza de bomba. Europa 2005: la de los atentados en Londres y Madrid.

Filmando por primera vez fuera de su país y en Italia (Copia certificada es de 2010), Kiarostami se concentra, en cambio, en la más recóndita intimidad. Los protagonistas de su episodio son una señora muy prepotente, su joven acompañante y una adolescente. Como de costumbre, el episodio entero está construido en base a una serie de alusiones sumamente indirectas, que obligan al espectador a hacer el trabajo de inferir. ¿Qué clase de pareja hacen la tirana sesentona y el callado muchacho? ¿Son madre e hijo, o él es su mantenido? La intervención de una tercera –una chica del pueblo natal– ayuda a aclarar las cosas. Pero también a enturbiarlas: la chica tiene 15 y da toda la sensación de abrigar un interés extra por este muchacho, que le lleva más de diez. Hablan de una situación que compartieron, en la que él se besaba con la novia. El no la recuerda. Ella sí, con lujo de detalles. Retaceando datos deliberadamente, Kiarostami obliga a leer en la mirada de los personajes lo que no está en la superficie. En una palabra, fuerza al espectador a aventurarse en el fuera de campo.

El episodio Loach es, como más tarde The Angel’s Share (2012), una comedia popular y futbolera. Rumbo a la capital italiana viajan tres muchachos escoceses, luciendo la camiseta del Celtic y dispuestos a alentar a su equipo, que por la final de la Champions League enfrentará a la Roma. Uno parece Ricky Tomlinson, el gordito de Raining Stones (1993), con veinte años menos. Otro, flaco, dientudo y pelirrojo, podría haber estado en aquella misma película o cualquier otra del realizador de Riff-Raff. El tercero es Martin Compston, protagonista, unos años antes, de Sweet Sixteen, del propio Loach. Los chicos no son hooligans, sólo fans. Se comportan como tales: hacen un poco de bochinche, se cargan entre ellos, intentan levantarse a tres italianas que los dejarán pagando. El quiebre se produce a partir de su cruce con el chico albanés, que lleva camiseta del Manchester de tiempos de Beckham, y los obligará a poner en cuestión sus ideas sobre el dinero y la propiedad. Pero sin blanduras ni falsedades biempensantes, sino con esa naturalidad que Loach logra (o lograba) como nadie.

* Tickets se emite por Europa Europa hoy a la medianoche y el viernes a las 22.

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Unos refugiados albaneses aparecen, con mayor o menor protagonismo, en los tres episodios.
 
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