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Jueves, 20 de noviembre de 2014

CINE › MINúSCULOS - EL VALLE DE LAS HORMIGAS, DE LOS FRANCESES HéLèNE GIRAUD Y THOMAS SZABO

Sobre la vida privada de los insectos

Plena de gracia e imaginación, la serie televisiva Minúsculos es lo más importante que le pasó a la animación occidental después del surgimiento de Pixar. La versión cinematográfica mantiene esas virtudes, pero en dosis ligeramente menores.

 Por Horacio Bernades

Creada por los franceses Hélène Giraud (hija del célebre Moebius) y Thomas Szabo, la serie televisiva Minúsculos es lo más importante que le pasó a la animación occidental después del surgimiento de Pixar. Aquí la emitió Incaa TV. En episodios de duraciones variables (pueden ser de 5 y hasta 26 minutos) Minúsculos narra, con la más alta calidad visual, enorme gracia y humor, sentido de aventura, culto del detalle, singular capacidad de observación y, sobre todo, manteniendo siempre el punto de vista de sus protagonistas, “la vida privada de los insectos”, como reza el subtítulo (de la serie). Superproducción de diez millones de euros que en Argentina se estrena hoy en cien pantallas (en la mayor parte de ellas en 3D, el resto en 2D), Minúsculos - El valle de las hormigas mantiene todo aquello. Pero en dosis ligeramente menores, por sufrir del típico síndrome de serie corta que pasa al largo: pierde algo de concentración y tensión, lagunea de a ratos. Igual sigue siendo, desde ya, altamente recomendable.

Quienes hayan visto algún episodio (están en YouTube) conocerán ya a algunos de sus protagonistas: las vaquitas de San Antonio (que en España llaman “mariquitas”; acá no), las moscas, las hormigas negras. A diferencia de la serie, donde no había villanos, aquí sí. Posible concesión al modelo moral binario impuesto por Hollywood, se trata de las temibles hormigas coloradas. Los que conozcan la serie sabrán también que Giraud & Szabo siempre se negaron a ese gesto mayúsculo de antropomorfización que sería dar a las criaturas el poder del lenguaje. Los insectos de Minuscule, agigantados por la cámara, no hablan. Sí hacen ruiditos. Muchos ruiditos. Algunos de ellos son propios de sus equivalentes reales (el zumbido de las moscas, que cuando vuelan en grupo encienden las turbinas) y otros, sí, antropomorfizados: lo de Giraud & Szabo no es un dogma de hierro.

Hay moscas que se ríen como las ardillitas yanquis, las hormigas negras se comunican por silbidos, las rojas pegan gritos amenazantes y las vaquitas de San Antonio lo hacen por una especie de agudo pedorreo sonoro. Otra adecuación al gusto internacional (o sea estadounidense) es el carácter de cuento de iniciación y amistad entre especies que presenta Minuscule - El valle de las hormigas. Iniciación del protagonista, una cría de vaquita de San Antonio a la que su curiosidad de cachorro/a (no se sabe de qué sexo es) lleva a extraviarse, viviendo una serie de aventuras que terminan con su adopción por parte de un grupo de hormigas negras y su inesperado carácter de héroe providencial, en pago por la generosa ayuda. El verosímil, que la serie siempre se ocupó de mantener en sus propios términos, tiembla aquí por momentos. No tanto cuando las hormigas negras se defienden arrojando hisopos a modo de flechas o cohetes de pirotecnia como cañonazos, o cuando las rojas cargan sobre el bastión rival con un envase de insecticida: la descomunal capacidad de carga de las hormigas justifica esas hipérboles. Sí cuando la vaquita, que recién está aprendiendo a volar, carga una vital cajita de fósforos, arrastrándola por kilómetros, sostenida no se sabe muy bien cómo.

Hechas esas salvedades –a las que cabría sumar la falta de remate y el exceso de pompa del final, que va en contra del carácter mini que siempre tuvo la serie–, los bichitos en sí son puro goce. Sobre todo la tímida vaquita, que observa todo con ojazos de asombro, semioculta bajo su casco rojo. Con un trabajo sonoro siempre notable, la tapa de una lata suena, al cerrarse, como una estampida. Magníficas las secuencias del post-picnic (situación clásica de la serie), la del sueño colectivo en una gruta y, sobre todo, la de la sostenida persecución fluvial (muy Pixar, en verdad) de las hormigas rojas, que navegan en latita de cerveza, a las negras, que lo hacen en una de picnic. Se les suma un pez feo y amenazante, tan eficaz en la captura de insectos como la ardilla Scat con las nueces.

7-MINUSCULOS – EL VALLE DE LAS HORMIGAS

(Minuscule - La vallée des

fourmis perdus,

Francia/Bélgica, 2013.)

Dirección y guión: Hélène Giraud y Thomas Szabo.

Música: Hervé Lavandier.

Duración: 89 minutos.

Estreno en copias 2D y 3D.

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Los insectos de Minuscule, agigantados por la cámara, no hablan. Sí hacen ruiditos. Muchos ruiditos.
 
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