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Viernes, 26 de junio de 2015

CINE › DOS LOCAS EN FUGA

Para huir corriendo

 Por Ezequiel Boetti

Vista aquí en el Bafici 2006, The Aristocrats mostró que era posible hacer una película en derredor de un único chiste contado mil veces durante una hora y media. No se dirá aquí cuál era su metodología, pero sí que el film está en Internet y con subtítulos en español para aquellos dispuestos a descubrirlo. Lo pertinente es que para hacerlo apostaba al conocimiento y el manejo del timing, a la originalidad, la convicción, la sorpresa y la autoconciencia de su previsibilidad, todas virtudes evitadas con involuntario esmero por esta comedia del montón, bautizada aquí con el impresentable título de Dos locas en fuga. Dirigido por Anne Fletcher (Step up - Camino a la fama, La propuesta, 27 bodas), el film elimina con llamativa desidia sus potenciales centros de gravitación cómica hasta quedarse únicamente con las tetas –enormes, por cierto– de la colombiana Sofía Vergara y la estatura –ínfima, por cierto– de esa otrora buena comediante llamada Reese Witherspoon.

Ellas son las dos locas del título, aunque en realidad de locas tienen poco y nada. Tienen, en cambio, una pulsión insalubre por el griterío, la pose y la gesticulación exagerada, que alcanza su pico máximo en un supuesto clímax, cuyo único mérito es la brevedad. Menos de noventa minutos le demanda a esa policía algo torpe pero con una voluntad de hierro, marginada a un trabajo de oficina después de un operativo mal resuelto (Witherspoon), desbaratar el plan del capo de un cartel colombiano acusado de un centenar de crímenes. Durante ese período, debe hacerse cargo del contador del grupo, quien hizo la gran Borocotó y ahora se apresta a testimoniar contra su ex jefe. Pero cuando un par de sicarios transformen su cuerpo en un colador, ella y la flamante viuda (Vergara) estarán obligadas a recorrer Texas con un convoy de mercenarios y policías corruptos persiguiéndolas.

Desde 48 horas y la saga Arma mortal hasta la gran Policías de repuesto, las buddy movies supieron ser cosa de hombres. Pero un par de años atrás Paul Feig subvirtió la cuestión cuando en Chicas armadas y peligrosas compuso una pareja despareja con dos mujeres. Sobre ese molde parte el film de Fletcher para terminar cayendo por el propio peso de sus de por sí escasas ambiciones. Lo que hay, entonces, son dos chicas todo el tiempo a los gritos, una persecución mal filmada y no mucho más hasta llegar a la siempre despreciable redención final.

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