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Miércoles, 26 de octubre de 2016

CINE › MAñANA COMIENZA LA 17ª EDICIóN DEL FESTIVAL BUENOS AIRES ROJO SANGRE

Regresa el baluarte del cine de género

Esta edición del encuentro tendrá competencias de cortos y largometrajes, novedades, reposiciones, documentales y un foco en el italiano Ruggero Deodato, de quien se verá el clásico Holocausto Caníbal y participará de una charla.

 Por Andrés Valenzuela

“Hay un vínculo y una tradición con el festival, que es un espacio de reencuentro con un montón de gente. Es también un hecho solidario, que nos reúne y nos tiene a todos atentos a lo que hace el otro, un lugar para repartir tareas para los proyectos que vienen. Y además, es lindo saber que estás con gente que habla tu idioma, que te va a entender y que sabe cuál es la causa.” Es difícil encontrar a un director hablar de cualquier festival como el cineasta Daniel de la Vega habla del Buenos Aires Rojo Sangre (BARS) que mañana comienza en el Monumental Lavalle (Lavalle 836) su 17ª entrega y que se extenderá allí hasta el 6 de noviembre. De la Vega, sus colegas Ezio Massa y Laura Casabe, y el programador del espacio Pablo Sapere se juntaron con Página/12 para charlar sobre esta edición, comentar la evolución del cine de género en la Argentina y reconocerse parte de una escena vital dentro de la producción del cine argentino contemporáneo.

“La escena es ecléctica y eso es lo más interesante que tiene”, destaca Casabe. En este BARS, ella presentará La valija de Benavídez, con las actuaciones de Norma Aleandro y Jorge Marrale. Se trata de una película de corte fantástico, pero marcada por el humor y el thriller. Ezio Massa presenta otro thriller, 5 AM, atravesado por el horror sobrenatural. “Lo ecléctico tiene que ver con nuestra cultura latinoamericana, que tiene colorido y temáticas variadas, y más allá de que el cine de género tiende a repetir cierto argot, creo que en nuestro caso es muy variado”, considera el director. De la Vega vuelve a uno de sus escenarios predilectos con Ataúd Blanco, donde participan Eleonora Wexler y Julieta Cardinali. En su opinión, tanto su generación como la siguiente está a la búsqueda de una identidad. “Cada uno está explorando su fantasma cinematográfico y, en este sentido, somos todos a la vez muy distintos y parecidos.” Como sucede en otras disciplinas con baja industrialización, hay menos productores y editores exigiendo líneas. El resultado es que, si bien muchos han visto los mismos clásicos para formarse, la búsqueda estética es notoriamente personal. “Creo que la cosa devendrá en algo más conectado con el público, mientras vamos probando qué queremos ver nosotros, atravesando una pubertad hacia la adolescencia creativa. Ya maduraremos”, plantea.

Massa observa un cambio importante en la percepción que el cine de género tiene entre otros agentes de la industria cinematográfica. Por un lado, porque la asistencia al BARS crece año a año. Pero además sostiene que “hay todo un preconcepto desde el cine industrial hacia el cine de género que empezó a pulverizarse”. “Antes algunos actores te decían ‘¿Género? No, yo no...’, ahora se abren puertas. Y el BARS fue el espacio de resistencia cuando esas puertas no se abrían.” Y claro, destaca a los Guirao Díaz, a Cardinali, a Aleandro, a Marrale y a otras muchas caras conocidas que desde hace un par de años circulan por pantallas que antes estaban mal vistas para el establishment del cine argentino.

Para los cineastas, aún es prematuro hablar de una “escuela argentina de cine de género”, aunque se haya publicado ya un manual sobre ello, aunque haya directores ya reconocidos internacionalmente y mucha colaboración conjunta. Sapere lo analiza desde su lugar de programador, con mucha sangre, descuartizamientos y fantasmas nacionales tras las retinas. “La diferencia se da en la forma de producción. Este es un cine muy peleado y por eso trabajan juntos, porque para todos fue una enorme lucha llegar a filmar o laburar”, analiza. Por eso, en las fichas técnicas suelen repetirse algunos nombres. “En el BARS conocí a toda la gente con la que trabajé después, un poco es el grupo de pertenencia”, explica Casabe. “No sé si necesariamente el del BARS es ‘el’ público de La valija..., porque es más ecléctica, pero sí sé cuánto me emociona poder proyectarla acá”. “Hoy por ti, mañana por mí” es el lema que recorre a esta generación que puede ponerse al hombro un proyecto propio, y luego ir a hacer cámaras o editar o sonido para la historia de un colega. De la Vega define esto como la “impronta social” del circuito. “Hace un tiempo nos contaban que quizás en un bar o una mesa podían estar (Adrián) Caetano y (Lucrecia) Martel y capaz ni se saludaban. Eran parte de una escena, pero no veías una parte social detrás, y entre nosotros sí existe”, cuenta. En esa unión, espacios como el BARS o Mondo Macabro jugaron un papel fundamental que permitió construir una identidad compartida.

Luego, en la pantalla puede pasar cualquier cosa: ciencia ficción española, motoqueros norteamericanos, suspenso sobrenatural escandinavo, artes marciales desde Oriente, terror británico, cine bizarro de todas las latitudes (y el BARS tiene las mejores sinopsis del mundo para esa competencia), cortometrajes inclasificables, y casi cualquier otra cosa imaginable. “No hay un público ideal del BARS que consuma sólo una cosa, entonces abrimos los abanicos para llegar a muchas tendencias”, plantea Sapere. Como todos los años, el festival cuenta con tres competencias de largometrajes (Internacional, Iberoamericana y Bizarra) y una de cortometrajes (Internacional). Las películas son de la Argentina, pero también de Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Polonia, Italia, Perú, Chile, Brasil, Japón, Austria, Islandia, Filipinas, México, Reino Unido y hasta Laos. Además, tiene distintas secciones fuera de competencia: novedades, reposiciones, documentales, la del cineclub La Cripta, cortos fuera de competencia, y un foco en el italiano Ruggero Deodato, invitado especialísimo para la ocasión, de quien se podrán ver en pantalla grande sus clásicos, como Holocausto Caníbal (1980), y que ofrecerá una charla sobre su obra.

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Sapere, De la Vega, Maza y Casabe son parte de una comunidad que se formó al amparo del BARS.
Imagen: Leandro Teysseire
 
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