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Viernes, 17 de noviembre de 2006

CINE › HUMAN RIGHTS WATCH INTERNATIONAL FILM FESTIVAL

“Se rompió la idea de que un film social es aburrido”

Bruni Burres, directora del festival más importante de derechos humanos, trae a la Sala Lugones una muestra con temas tan variados como la situación de los mapuches, el aborto en América latina y la guerra en Irak.

 Por Facundo García

Hasta cierto punto, es cierto lo que dicen las señoras de barrio: injusticias ha habido desde tiempos inmemoriales. Lo que desespera, lo verdaderamente monstruoso, es que buena parte de esta humanidad hipercomunicada mire para otro lado cuando ocurren los abusos y expoliaciones. Contra esa y otras actitudes similares es que Human Rights Watch trae a Buenos Aires su festival internacional de cine sobre derechos humanos. A partir de hoy y hasta el jueves 23 se presentarán nueve producciones de diferentes países, entre las que se cuenta Argentina latente, un adelanto del próximo estreno de Fernando “Pino” Solanas. A horas de la primera proyección, la neoyorquina Bruni Burres –directora de este y otros eventos organizados por la ONG en distintos países– ofreció su parecer acerca del resurgimiento del arte comprometido como opción estética y como camino de militancia.

–Usted es una “estadounidense preocupada por los derechos humanos”. Lamento informarle que para un habitante del Tercer Mundo esa definición suena a oxímoron...

–Sí... menos mal que tuvimos elecciones hace poco. Por lo menos la gente fue a votar contra Bush. En realidad, estoy en esto desde hace tiempo. Mi tarea empezó a fines de los años ’80, cuando poco después de salir de la universidad de Letras entré a trabajar en la distribución y producción de películas. Más tarde conocí a un amigo que pertenecía a Human Rights Watch y me involucré en el asunto. Eso pasó cuando algunos empezamos a sospechar de que la primera invasión de Irak era una pantomima. Lograron lo insólito: ¡Era una guerra en la que no se veía gente luchando!

–Quizá eso le hizo redimensionar el papel que podía cumplir “lo audiovisual” en relación con la agenda de la opinión pública...

–Efectivamente. Lo que pasa es que con los documentales o las películas “sociales” uno aprende mucho, y no necesariamente de forma inmediata. Por eso yo soy muy entusiasta respecto de que el material que vamos a proyectar en Argentina sea distribuido por todos los lugares posibles. No me refiero solamente a las opciones de difusión que abre Internet, sino a que llegue directamente a escuelas y universidades, más allá de la Sala Lugones. En todo este tiempo me han quedado claras un par de cosas. Una de ellas es que el cine es algo que debe compartirse, es decir, contemplarse de manera colectiva. Si el ritual ocurre, puede servirte para siempre.

Human Rights Watch es una organización no gubernamental sin fines de lucro que lleva a cabo un monitoreo permanente de las violaciones a los derechos humanos en más de sesenta países. El festival internacional de cine que organiza la entidad es uno de los encuentros más importantes del mundo dentro de su tipo, con sedes en el Lincoln Center de Nueva York y en el Institute of Contemporary Arts (ICA) de Londres. En esta primera experiencia local, Burres asegura que las realizaciones mostrarán un catálogo impactante de asuntos tan variados como la situación de los mapuche, el aborto en América latina, la guerra en Irak y el conflicto Israel-Palestina. La cereza del postre la aportará Solanas, que dará un anticipo de lo que será el nuevo episodio de la saga iniciada por Memoria del saqueo y La dignidad de los nadies. Serán siete días de completa heterogeneidad estilística y temática, y eso es para la entrevistada una satisfacción. “Viajo mucho, y en cada sitio por el que paso te aseguro que encuentro cosas que realmente vale la pena que todos conozcamos”, confiesa Burres.

–Usted destaca la función pedagógica que puede cumplir el cine. Después de tanto tiempo viendo documentales, ¿qué cosas ha aprendido en términos políticos?

–Básicamente, que el problema del territorio es absolutamente importante para entender las razones profundas de la violencia que hay entre los pueblos. Los recursos naturales que tiene la tierra y la vida política son asuntos que usualmente se tratan por separado y, en realidad, tienen un nivel tremendo de interdependencia.

–¿Hacia dónde van los realizadores con intereses sociales en estos tiempos de cambio tecnológico?

– Más allá de lo técnico, se ha roto la idea de que si un film está interesado en lo social, tiene que ser acartonado y aburrido. Eso ha cambiado al punto de que desde distintos puntos del globo salen creadores originalísimos, con una potencia poética que no tiene nada que envidiarles a las producciones comerciales.

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Burres reivindica la “potencia poética” del documental.
Imagen: Pablo Piovano
 
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