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Lunes, 9 de abril de 2007

CINE › TOM WAITS EN BUENOS AIRES

“Hubo films en que pensé: ‘Me moriría antes de decir esto’”

El músico y actor brindó una master class. Mostró su sentido del humor y cantó dos temas, para delirio de sus fans.

 Por Roque Casciero

La voz áspera, maravillosamente gastada e inconfundible de Tom Waits hechizó a los novecientos afortunados que pudieron hacerse de una entrada para la master class que el músico norteamericano ofreció el sábado a la tarde en el teatro Alvear, como parte de las actividades especiales del IX Buenos Aires Festival Internacional de Cine (Bafici). Primero, Waits provocó risas con sus reflexiones durante la entrevista abierta que le hicieron los periodistas de Página/12 Martín Pérez y Mariana Enriquez, y más tarde conmovió con la interpretación de dos canciones, la reciente “You Can Never Hold Back Spring” (que compuso para una película de Roberto Begnini) y un clásico de su discografía, “Tom Trauberts Blues”. Fueron apenas unos minutos los que se sentó frente al piano –que no, no había estado bebiendo–, pero suficientes para estrujar los corazones de un teatro repleto y de quienes se habían quedado afuera, que pudieron seguir todo a través de una pantalla. ¿Se podrá hablar de Waitsmanía? Lo cierto es que las entradas gratuitas comenzaron a repartirse a las 10 del sábado y desde cuatro horas antes había una cuadra de cola. Y a la hora que el músico entró en el Alvear, sacándose su sempiterno sombrero para saludar a todos y grabando con su cámara a la multitud, florecían los cartelitos con ofertas de dinero a cambio de una entrada.

En la entrevista, Waits habló de casi todo lo que le preguntaron. Y cuando quiso librarse de la obligación de responder algo, recurrió al humor, con el apoyo explícito de la platea. A grandes rasgos, la charla discurrió acerca de su historia musical y sobre sus trabajos en cine. Sobre este tema, dijo que no se considera actor, a pesar de que participó de 25 películas, pero que le gustaba trabajar en cine. “El problema es que las películas son muy caras, por lo que, si no te gusta el papel, en la mitad del rodaje te querés matar. Hubo películas en las que pensé: ‘Me moriría antes de decir esto. No es gracioso y no va a ser gracioso porque yo lo diga’”, explicó. Una perlita fue cuando respondió sobre su primer trabajo cinematográfico, en Paradise Alley, dirigida por Sylvester Stallone. “El fue muy amable conmigo”, explicó. “Fue una experiencia interesante, porque yo no sabía nada acerca de hacer películas. Se me acercó un tipo a tirarme un spray de agua en la cara, para dar la sensación de que estaba transpirado, pero yo lo empujé porque no entendía qué estaba haciendo. Yo pensaba que para verte transpirado en cámara tenías que salir a correr”.

La relación de Waits con el cine, según él mismo, parece tan peculiar como sus anécdotas y metáforas. Por ejemplo, habló sobre la dura tarea de componer bandas sonoras: “Lo más común es que cuando el director está cansado, se le acabó la plata y no sabe cómo terminar la película te llame y te pida que lo arregles todo con una canción. Pero no funciona así. Aunque a veces la canción funciona como un ingrediente que realza el film. Me dijeron que eso pasó con mi canción ‘Inocent when you dream’ en la película Smoke, pero no la vi”. El autor de Bone Machine y Swordfishtrombones también elogió a Jack Nicholson, con quien trabajó en El amor es un eterno vagabundo (del argentino Héctor Babenco), y a Francis Ford Coppola. De primero dijo que era “más que un padre, una especie de padrino que, con su experiencia, le da dignidad al set”; al segundo lo calificó como “uno de los más grandes de la historia del cine”. “Si sólo hubiera hecho El padrino, por eso sólo ya sería monumental”, aseguró Waits, quien luego apoyó los dichos de Coppola sobre La ley de la calle, la película en la que trabajaron juntos, que fue un fracaso comercial pero que luego fue reconocida: “Cuando hacés algo innovador, funciona como cuando uno abre una puerta que estaba cerrada: la multitud empieza a pasar y te tira al piso, te deja aplastado, pero después te parás, pensás un poco y decís: ‘Ey, yo abrí esa puerta’”.

Waits también bromeó sobre la composición: “Uno escribe las canciones cuando las canciones quieren que las escriban. Y a veces te molestan, porque justo estabas haciendo otra cosa”. Sobre su reticencia a encarar largas giras como las que hacía en los ‘70, explicó que prefiere hacer tours de dos semanas y volver a su casa. “Estar de gira no es viajar, porque no ves nada excepto al chofer, la habitación del hotel y el camarín”. En su estadía en Buenos Aires, en cambio, Waits, su esposa Kathleen Brennan y uno de sus tres hijos comieron con el jefe de gobierno Jorge Telerman, más tarde el cantante fue a Niceto a ver a la Orquesta Fernández Fierro y ayer se lo vio en Liniers viendo el partido Vélez-Boca. Lo que ya es parte del mito es que se detuvo a tocar con un músico callejero mientras caminaba por Florida. “Buenos Aires me fascina –soltó al comienzo de la charla en el Alvear–. Estuve en el cementerio, en una tienda de mascotas y en un concesionario de autos”.

Tal vez el momento más gracioso de la charla haya sido cuando, refiriéndose a los dichos recientes de Keith Richards (“aspiré las cenizas de mi padre mezcladas con cocaína”), Waits expresó: “Bueno, era su padre, no el mío”. Más tarde, hablando sobre las versiones de sus temas hechas por otros artistas, aseguró que ahora prefiere no criticar a nadie y decir, simplemente, que “tienen buen gusto” por haberlo elegido. Cuando Pérez intentó recordar que Waits había criticado un cover hecho por los Eagles como “tan divertida como mirar pintura secándose”, el músico se puso a ladrar encima para tapar las palabras del entrevistador. Pero, lógicamente, reconoció que se emocionó cuando Johnny Cash y los Ramones grabaron versiones de sus temas. “Johnny le cambió mucho a la letra, pero si lo hizo él, era porque la canción lo necesitaba”, afirmó. “El problema fue que después de eso tenés que encontrar motivaciones para vivir porque, ¿qué más podés pedir?”. Algo parecido habrán pensado los fans de Waits después de escucharlo interpretar “Tom Trauberts Blues”. Pero unas canciones más tampoco habrían estado nada mal.

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Tom Waits frente al piano en el teatro Alvear, un lujo que se dio el festival.
Imagen: Bernardino Avila
 
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