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Martes, 31 de marzo de 2009

PLASTICA › “1961: ARTE ARGENTINO EN LA ENCRUCIJADA”

El año de una buena cosecha

En San Pablo se exhibe una gran muestra de arte argentino organizada por nuestro Museo Nacional de Bellas Artes e inaugurada por la Presidenta en su reciente visita a Brasil. Obras, artistas y debates estéticos en un año clave: 1961.

 Por Fabián Lebenglik

Desde San Pablo

Si una “encrucijada” es el dilema que se produce ante un momento decisivo, es casi lo mismo que decir “crisis”. El mapa de las encrucijadas (o las crisis), tanto locales como regionales o mundiales, se ha vuelto cada vez más complejo, porque ya no hay territorios aislados, más allá de la mera razón topográfica. La figura que describiera las conexiones múltiples, simultáneas y sucesivas debería ser un mapa mutante, ultrabarroco, en cambio permanente, muy dinámico: un registro de movimientos, circulaciones, flujos, incandescentes y veloces, en erupción perpetua. La tecnología y la economía on-line, como parte de estos flujos –de personas, de capitales, mercancías, información, etc.–, también suponen una lógica y una ideología que imponen funcionamientos al ritmo vertiginoso de ese mismo flujo de la información. La economía entonces hizo del dinero un fluido, y la tecnología también logró que la música, la política, el cine, las imágenes, los textos, los datos, todo tome el estado de una perpetua fluidez.

Para detener esa sensación hay un recurso metodológico: hacer un corte, o más precisamente un recorte, ya que el objeto resulta huidizo y parece perderse de vista.

El 20 de marzo pasado, entre otras actividades bilaterales entre Brasil y Argentina, principalmente políticas y económicas, quedó abierta al público en esta ciudad una exposición de arte argentino inaugurada por la Presidenta. “1961: Arte argentino en la encrucijada-Informalismo y Nueva Figuración”, es una importante exposición organizada por el Museo Nacional de Bellas Artes (con obras provenientes de colecciones privadas, salvo tres, del Museo Castagnino de Rosario), que cuenta con el apoyo de la Pinacoteca del Estado de San Pablo. La muestra, que incluye alrededor de medio centenar de obras de 25 artistas, más fotografías documentales y material impreso, se presenta en el Centro Cultural de la poderosa Fiesp (Federación de Industrias del Estado de San Pablo), y es una realización del Sesi (Servicio Social de Industria). La sede de la Fiesp está en la avenida Paulista, uno de los centros neurálgicos de la ciudad.

Decíamos que para detener ese fluido vertiginoso en que se transformó la máquina urbana es metodológicamente prudente hacer un corte de laboratorio, definir el objeto. En este sentido “Arte argentino en la encrucijada” parece ofrecerse como una evocación artística de este estado de crisis sobre crisis dentro de otra crisis que caracteriza el presente acuciante... Ese recorte es producto del guión del curador, Roberto Amigo. Se trata de un corte puntual, preciso hasta ser casi quirúrgico. En palabras del curador, un corte “tal vez demasiado tajante”. Una incisión de laboratorio que se sumergió en el magma de la historia del arte reciente para aferrarse a un punto (un año) sumamente significativo en la línea de tiempo del arte argentino: 1961. El microscopio está puesto sobre una abrumadora mayoría de piezas que llevan esa fecha en el orillo. Evidentemente un año crucial, en el que se pisan los talones y entablan batalla visual dos estallidos, dos rupturas, que por momentos difieren mucho y por momentos muy poco: el informalismo y la nueva figuración. Caos y orden; orden y caos: la trama y el revés.

La selección incluye obras de Kenneth Kemble, Kazuya Sakai, Silvia Torrás, Mario Pucciarelli, Antonio Fernández Muro, Josefina Robirosa, Clorindo Testa, Alberto Greco, Luis Wells, Noemí Di Benedetto, Aldo Paparella, León Ferrari, Federico Manuel Peralta Ramos, Rogelio Polesello, Dalila Puzzovio, Nicolás García Uriburu, Charlie Squirru, Marta Minujín, Luis Felipe Noé, Rómulo Macció, Jorge de la Vega, Ernesto Deira, Sameer Makarius, Antonio Seguí y Antonio Berni.

Son las obras de pesos pesado del arte argentino, que desde su misma materialidad invitan al espectador a una experiencia densamente sensorial que no se queda sólo en lo visual, porque aquí hay sobrecarga de texturas y explosiones de colores. Cada pieza evoca, convoca e invoca algo en relación con la materia o el sentido.

La exposición está dividida en capítulos y obedece a un recorrido por distintos espacios que, sumado a una iluminación teatral, da un efecto dramático en sintonía con las cuestiones urgentes que proponen las obras.

El capítulo informalista que terminaba hacia 1961 ofrece sin embargo un final muy potente.

El científico y matemático vienés Erwin Schrödinger, que ganó el Premio Nobel de Física en 1933, entre otras cosas gracias a su elaboración del principio de incertidumbre, que rige las partículas subatómicas, decía que “la tendencia natural de las cosas es el desorden”. Ese mismo (poético) principio de incertidumbre podría traspolarse como constitutivo de los procesos creativos y artísticos. Y así el informalismo, con sus gestos de violencia metafórica, embrionaria y conceptual, suponía una materialidad posible para combatir la herencia ya un poco insípida de las vanguardias históricas. Los informalistas mostraban su desapego de la figuración y de la herencia geométrica a través de un juego con la materia, del espesor de la pintura, los grafismos, la espontaneidad de la expresión y la puesta en escena de un vértigo muy cercano al propio presente de cada obra. Efecto paradójico: atrapar el instante, perpetuar la fugacidad.

La exposición presenta un rango amplio de “géneros”: pinturas, técnicas mixtas, piezas objetuales –de pared y de mesa–, esculturas, objetos, ensamblajes, tallas, collages, que en conjunto refuerzan la voluntad de experimentación formal de estos artistas. Desde el campo de las artes visuales se daba cuenta expresivamente de ese desarreglo constitutivo que enunciaba el citado axioma del científico vienés.

En 1961 el informalismo ya se había hecho canónico en todo el mundo y la reacción venía por el lado de la experimentación hacia caminos que luego conducirían al pop, el conceptualismo, el arte político, el arte de acción, la figuración y la geometría. La muestra propone a la Serie Federal de Noé como un punto de ruptura, en donde los cuadros, con sus rojos, negros, sus pinceladas gestuales y chorreaduras, convocan las imágenes de la barbarie: la matriz facciosa de la historia argentina. Esa nueva manera de representar, donde abstracción y figuración se potencian y complementan, queda consolidada en el grupo de Deira, De la Vega, Macció y Noé.

Inconformismo, provocación, ruptura, propuesta, todos componentes fuertes. Por eso se trata de una muestra muy persuasiva. El montaje responde a un planteo en capítulos en los que se alude indistintamente a aspectos formales, contextuales, semánticos o materiales: abstracto, materia, tránsito, barbarie, infierno, destrucción (sala de documentación fotográfica e impresa sobre el “Arte destructivo” de Kemble, Wells, Seguí y otros) y síntesis. La exposición sigue hasta el 14 de junio.

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Vista de dos esculturas de Aldo Paparella y, al fondo, una pieza de Luis Wells.
 
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