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Martes, 16 de marzo de 2010

PLASTICA › ENTREVISTA CON EL CURADOR DE LA PRóXIMA BIENAL DE SAN PABLO

Arte y política contra el vacío

La próxima Bienal de San Pablo se inaugura el 21 de septiembre y seguirá hasta el 12 de diciembre. Pasó por Buenos Aires su curador, Agnaldo Farias, que en esta entrevista desarrolla el tema general de la muestra: arte y política.

 Por Fabián Lebenglik

Luego de que la Bienal de San Pablo de 2008, curada por Ivo Mesquita, decidiera no exhibir obras y dedicarse a reflexionar y volver a pensar la concepción y el sentido de la bienal en el marco de la gran cantidad de bienales activas en el mundo, bastante similares entre sí, aquella muestra paulista de hace dos años pasó a ser conocida como “la bienal del vacío”.

Tras la crisis, los nuevos curadores jefes, Agnaldo Farias y Moacir dos Anjos, decidieron que el tema de la próxima edición será “Arte y política”.

Farias, nacido en 1955, con una vasta trayectoria, fue curador jefe del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro y director de exposiciones del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de San Pablo, pasó por Buenos Aires, donde tomó contacto con artistas locales, se reunió con la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina, con instituciones privadas como la Fundación Proa y dialogó con Página/12.

–Aunque cambian las gestiones, la Bienal de San Pablo tiene una continuidad histórica y resulta un fuerte contraste la relación entre “la bienal del vacío” y el tema de la próxima convocatoria.

–No hay relación entre una edición y la otra, excepto cuando un mismo curador dirige dos bienales, como fue el caso de Nelson Aguilar y luego de Alphonse Hug. La Bienal “del vacío” fue controvertida y creó una frustración y esto también sucedió por crisis internas. Entonces, cuando nos convocaron a Moacir y a mí, nos propusimos hacer una bienal con obras. Sin embargo, puedo decir que la edición anterior no planteó la cuestión del vacío con mucha propiedad.

–¿Qué efecto dejó la bienal anterior?

–Artísticamente podría haberse relacionado con discusiones muy fértiles, como los planteos del vacío que hacían tanto la obra temprana de Rauschenberg como las pinturas negras de Reinhardt o el trabajo sobre el silencio que proponía John Cage. Todo esto no fue planteado. Por otra parte, tenemos que evitar el vacío de la práctica política, tenemos que proponer el encuentro, valorar las distintas voces. Cuando comenzó el proceso de cambio de autoridades de la Bienal, la nueva administración tuvo serios problemas y sobrevino un proceso que atrasó todo, pero al mismo tiempo esto sirvió para comprobar que la Bienal está muy apoyada por la comunidad de San Pablo. La crisis ayudó a fortalecerla. En el contexto de esa crisis hubo quienes dijeron “¿para qué sirve una bienal?”. Yo mismo, en otra época, pensaba que con la ley de incentivo habría gran actividad. Pero esto no sucedió; al menos no en el sentido que yo esperaba. Las grandes instituciones se dedicaron a guardar en el sótano su patrimonio de arte nacional y regional. Quien quería ver arte brasileño no lo tenía a la vista, porque las grandes colecciones ocultaron su acervo para dar cabida a grandes muestras de mayor atracción comercial y turística para conseguir recursos. Así tuvimos grandes muestras de Matisse, Duchamp, Leger..., muchos grandes artistas muertos, en fin... la Bienal ahora es necesaria y especialmente porque es una Bienal de fuerte raíz pedagógica. Y aunque arrancó muy atrasada, todo tiene ahora un gran ímpetu.

–De manera retrospectiva, y tomando el tema que ustedes proponen para la 29ª edición, podría pensarse que el vacío señalado por la edición anterior también estaba llamando la atención sobre un vacío de la política que ahora intenta subsanarse para plantear la relación entre “arte y política”.

–Lo que sucede en Brasil, y no solamente allí, es que la política es un tema rechazado por los jóvenes. Esto me preocupa muchísimo. Los políticos desmoralizan la política y toda una generación se aísla del problema, generando la peor situación, que es la actitud apolítica. Moacir y yo creemos importante y oportuno mostrar esta relación desde una perspectiva que supone que todo arte es político. Y decir que “todo arte es político” señala cuán sutil, amplio y complejo puede ser esto. En los años sesenta, con la dictadura, esto estaba claro. Había discusión, se la relacionaba con el lenguaje, las cuestiones de género, los debates dentro de la izquierda, etcétera... Todo esto se perdió. El neoliberalismo hizo que esto se perdiera y además la gente tiende a tener mala memoria respecto de los acontecimientos históricos y políticos.

–Y ahora es momento de remitir fuertemente lo artístico a lo político.

–Sí, pero no solamente. También sabemos que todas las exposiciones de algún modo remiten a otras exposiciones y también a su concepción del arte; como un libro remite a la literatura, y una novela supone siempre una teoría de la literatura y de la propia novela. Y al mismo tiempo cada nueva obra supone una elección, una depuración, un trabajo, caminar sobre sendas abiertas, tratar de abrir otras. Hay un verso de Jorge de Lima, un poeta que vivió durante la primera mitad del siglo veinte, que sirve de inspiración para la Bienal: “Há sempre um copo de mar para um homem navegar” [Hay siempre un vaso de mar para que un hombre navegue]. Para la nueva edición tenemos un equipo de cinco curadores: Sarat Maharaj, de Sudáfrica; Rina Carvajal, de Venezuela; Chus Martínez, de España; Yuko Hasegawa, de Japón, y Fernando Alvim, de Angola.

–Hay dos curadores africanos.

–Porque nos interesa una relación más estrecha con ese continente y especialmente con Angola, que tiene una relación íntima con Brasil. Allí hay una laguna en lo que se refiere a estudios de reflexión de la producción africana, que tanto tiene que ver nosotros. Recién ahora hay una galería de arte africano en San Pablo, por ejemplo. Sólo se conoce un poco mejor la producción literaria de Angola. Ellos conocen la cultura brasileña, pero los brasileños no conocemos la cultura angoleña. Pero también hay otras lagunas. Por eso tenemos que estrechar la relación con América del Sur, especialmente Argentina, Chile y Uruguay. La situación política de la última década nos aproxima mucho. Y además frecuentamos su literatura: Borges, Arlt, Macedonio, Girondo, Marechal.

–¿Estuvo en contacto con artistas argentinos?

–Confirmé algunas cosas que pensaba y descubrí otras. Artistas como Marta Minujin son leyenda en Brasil; León Ferrari es medio brasileño; Jorge Macchi es muy reconocido en mi país y me gustan mucho otros artistas, como Roberto Jacoby y Ana Gallardo (ambos participarán en la próxima Bienal), o como Luciana Lamothe, Diego Bianchi, Magdalena Jitrik, Leandro Erlich y muchos otros. Cuando formé parte de la dirección del Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro mostré el acervo poco difundido de arte latinoamericano, como por ejemplo la Nueva Figuración argentina. Y los cariocas pudieron ver y comprender que aquel grupo de artistas argentinos causó una enorme influencia en Brasil. Y que la obra de De la Vega, por ejemplo, permite entender la obra temprana de Antonio Dias.

–¿Qué otros modos de participación están preparando y cuáles serán los ejes de la Bienal?

–Habrá artistas visuales y también música, danza, teatro. Haremos seminarios e invitaremos a muchos escritores, sociólogos y pensadores de América latina y Africa. También invitaremos a europeos y norteamericanos, aunque en menor proporción, porque si bien ellos son muy importantes, sin embargo cuentan con una gran industria editorial por detrás. Para equilibrar la participación teórica, también puedo decirle que no nos gusta que la Bienal sea demasiado teórica y que haya más discusiones que obras. Creemos que para eso están los libros, creemos en la política de arte, en la presencia de las obras, con su potencial de transformación, y este énfasis en lo estético y en la materialidad (aunque pueda también ser discreta o sutil) perturba, desestabiliza los sentidos. Y pensamos también que sería una contradicción una bienal apoyada sólo en obras, porque sería sólo contemplativa. Para resolver estos posibles desequilibrios pensamos en presentar algo que resulte catalizador del encuentro y entonces resolvimos que la estructura tendrá grandes espacios especiales, como el ágora de la Grecia antigua. Estos espacios los denominamos “Terreiros” (“terrenos”) y estarán cada tanto para cadenciar el ritmo de la Bienal. Serán seis ejes: utopía, memoria, identidad, ciudad, monumento y antimonumento. Pensamos los “terreiros” como espacios de resistencia, espacios sociales, artísticos, y también religiosos, de celebración. Allí entra la discusión, la fiesta, el candomblé, el umbanda y la macumba, el encuentro de las culturas. Todos los “terreiros” son obras, diseñadas por artistas, con arquitecturas flexibles, sectores para charlas, pequeños auditorios, etcétera. Y a su vez los temas que agruparán a las obras no serán determinantes, porque las obras no son ilustraciones de los temas y por lo tanto tienen independencia y autonomía. Los “terreiros” son los lugares donde los vectores temáticos estarán más claramente enunciados, pero las obras serán algunas más evidentes y otras, no tanto. En total vamos a programar la participación de unos ciento veinte artistas visuales y habrá, además, a lo largo de los casi tres meses de duración, entre doscientas y trescientas presentaciones de otras disciplinas artísticas. Uno de los mayores esfuerzos estará puesto en lo educativo, que tendrá el mismo peso que lo artístico. Estamos capacitando a miles de profesores, incluimos libros para difusión, juegos elaborados especialmente, fichas de estudio para los colegios. El sentido de la Bienal es fundamentalmente pedagógico, y dentro de ese proyecto se organiza una gran exposición local e internacional: no debemos perder de vista lo principal.

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Agnaldo Farias, curador de la próxima Bienal de San Pablo.
 
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