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Martes, 23 de octubre de 2012

PLASTICA › LA INSTALACIóN DE CHRISTIAN BOLTANSKI EN EL HOTEL DE INMIGRANTES

Migrantes en clave fantasmagórica

El artista francés evoca el sentido original del edificio con una puesta en escena de luces, sonidos y objetos.

 Por Fabián Lebenglik

La instalación Migrantes del artista francés Christian Boltanski es una de las cuatro muestras del proyecto Boltanski Buenos Aires, organizado por la Universidad Nacional Tres de Febrero (Untref) con curaduría de Diana Wechsler.

Migrantes está montada en el Hotel de Inmigrantes (muy cerca de Retiro), edificio que contiene en su historia y función muchos de los temas que a su vez conforman los núcleos de interés a lo largo de gran parte de la carrera del artista francés: la vida, la muerte, el tiempo, la memoria, lo biográfico (y autobiográfico).

La obra de Boltanski es cada vez más teatral y escenográfico. Sus instalaciones son puestas en escena y así sucede con Migrantes.

Son relativamente pocas las clases de elementos que utiliza Boltanski para esta enorme escenificación: máquinas de humo, grabaciones de voces y susurros, decenas de luces tenues con lamparitas incandescentes u otros sistemas más sofisticados (la iluminación y la penumbra forman parte del lenguaje de sus obras), ropa, tela, sillas... y un uso poético de los objetos ya presentes en el edificio (como las camas, entre otros).

La puesta en escena, al modo de un espectáculo de luces y sonidos, evoca de un modo fantasmagórico (a través de la presencia/ausencia por indicios) la historia y la función del lugar. Aquello que fue un hotel durante la primera mitad del siglo XX y se ha transformado en un monumento histórico cuya función ahora se corresponde con la del museo y el archivo, bajo la mirada de Boltanski se recupera en clave de ensoñación lo que fue hace cien años.

El edificio tiene un inmenso comedor y otros salones en la planta baja, mientras que en las tres plantas superiores (de cien metros por veintiséis) hay cuatro enormes dormitorios en cada una, donde se albergaba a 250 personas. En total el edificio hospedaba a tres mil personas por vez: todos inmigrantes recién llegados al país.

La ida del hotel suponía tiempos de espera; de localización de equipajes, de gestión de documentos... cruces de historias compartidas durante el viaje en barco (generalmente desde puertos europeos), la mezcla de idiomas y culturas; la búsqueda de trabajo; los aprendizajes a toda velocidad del nuevo idioma, de oficios varios, apropiados para la nueva circunstancia; el deseo de una vida nueva y la memoria, muchas veces dolorosa, del pasado inmediato que se estaba dejando atrás. Momentos de cambio y excepcionalidad, momentos de tiempo en suspenso, combinaciones de vidas particulares y fenómenos sociales. Todo esto se vislumbra en la puesta en escena de Boltanski.

“Tomando como punto de partida los archivos históricos que registraron cada uno de los migrantes que llegaron a nuestro país, albergados en el edificio –explica y describe la curadora, Diana Wechsler–, se escucha una serie de más de quinientas voces que de manera simultánea y sucesiva, desde distintas fuentes, dicen en el idioma de origen del migrante: nombre y apellido, edad, ocupación y fecha de llegada, datos que proceden del archivo. Este ‘susurro’, acompañado por una atmósfera neblinosa, tenuemente iluminada, introduce al visitante en una experiencia que lo conecta con la memoria y el pasado de nuestra sociedad y a la vez con el de la propia historia. Dos instalaciones luminosas con juegos de sombras y otras con fotos sobre telas, abrigos, sillas antiguas y otros materiales contribuyen a hacer presentes a aquellos que por allí alguna vez transitaron e invitan también a pensar la cuestión de las migraciones en la actualidad.”

Se trata de una obra para ser recorrida por el visitante, de una experiencia en sintonía con la historia del lugar, que inevitablemente genera un efecto fuerte en los visitantes.

El proyecto Boltanski Buenos Aires incluye cuatro capítulos que se distribuyen en cuatro sedes. Un homenaje a Borges, Flying Books, en la sala central de lectura del edificio donde funcionó la Biblioteca Nacional que el escritor dirigió entre 1955 y 1973 (en México 564; hoy Centro Nacional de Música). Una breve antología retrospectiva en el Museo de la Untref, en Caseros (Valentín Gómez 4828, frente a la estación Caseros); la instalación Archivos del corazón, en Tecnópolis (General Paz entre Balbín y Constituyentes, Villa Martelli), que consiste en un par de salas donde se graban los latidos de los visitantes para sumarlos a una enorme colección de sonidos cardíacos de personas de distintas partes del mundo que el artista archiva en la isla de Teshima (Japón), y la instalación Migrantes (en la avenida Antártida Argentina 1355, hasta el 16 de diciembre, con entrada gratuita).

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Detalle de la instalación de Christian Boltanski en un dormitorio del Hotel de Inmigrantes.
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