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Martes, 25 de julio de 2006

PLASTICA › MARTIN BONADEO, PAULA SENDEROWICZ Y DANIEL TRAMA EN EL BORDE

La cocina de los artistas

Tres jóvenes artistas revisan en una muestra la propia obra para reflexionar sobre los procesos creativos, la búsqueda de sentido y las convenciones de exhibición.

 Por María Fernanda Cartagena *

Es común escuchar a los artistas que retoman sus trabajos para generar nuevas series, lo que no es usual es que coloquen esta operación como eje de exploración y puesta en escena. Revisitas es el resultado del impulso de esta singular premisa, concebida por los artistas Martín Bonadeo, Paula Senderowicz y Daniel Trama, a partir de la estimulante invitación de la Galería El Borde, para el desarrollo de un proyecto que logró desviarse del mandato de obra como entidad autosuficiente y exclusivamente como mercancía. Cada vez más museos y galerías van tomando distancia de la noción de constituirse en meros contenedores de obras y asumen formas de colaboración más amplias y expeditas. Pero este paso suele ser engorroso ante las expectativas de cada parte. Si tomamos como logro de Revisitas la ampliación de los sentidos del arte, la promoción de múltiples perspectivas desde donde mirar y el potencial que surge del agrupar individualidades, esta muestra prueba que las limitaciones alrededor de las convenciones de exhibición pueden revertirse a favor.

No se trata de cualquier invitación: los artistas idearon la manera para que ingresemos en la intimidad de sus procesos al desplegar sobre nueve mesas las reediciones de sus procesos reflexivos, intrépidas transposiciones de géneros, alianzas con materiales y técnicas y búsquedas de sentidos que forjan zonas de encuentro y desencuentro. Cada uno editó tres mesas que se entremezclan en el espacio y colocó una obra bidimensional en la pared, a manera de cita, que refuerza sus procesos. Así, la visita se torna una experiencia similar a ese momento indeterminado de la sobremesa, ámbito liminar de la vida cotidiana situado al final y antes de protocolos sociales. Una inquietante imprecisión late a lo largo de la muestra para reemplazar la manida pregunta “¿qué vemos?” (¿son dibujos, bocetos, objetos, esculturas y/o pinturas?), por una interpelación más fructífera: “¿Qué ocasiona o provoca?”.

El encuentro de estos artistas no es casual. Sensibles a las dimensiones del espacio y tiempo, en su arte han privilegiado el desarrollo de proyectos efímeros in situ, ambientes o emplazamientos que consideraron al lugar como contenido y al tiempo como protagonista. Basta recordar algunas de sus ambiciosas producciones. Bonadeo, para la curaduría No Es de Graciela Taquini en el Malba (2004), capturó el amanecer del Río de la Plata en frascos con agua del océano Pacífico y proyectó la puesta del sol de una playa californiana. Trama en el proyecto Hogares para el Museo Shoá, por invitación de Irene Jaievsky (2004), dibujó la planta arquitectónica de una casa no con líneas sino con palabras, testimonios e información histórica relativa a la vida en el interior de los hogares de las familias judías durante la Segunda Guerra Mundial. En la curaduría Transformaciones azarosas de Corinne Sacca Abadi (Malba, 2005), Senderowicz recreó un fragmento de paisaje en hielo.

Al delimitar su campo de trabajo para esta muestra tomaron partido por una obsesión común, la línea imaginaria del horizonte, no como tema sino como experiencia que nos convierte a todos en sujetos transitorios de los ritos de pasaje de la naturaleza. De esta elección provienen los azules que irradian de sus mesas, que como extrañas islas componen un archipiélago tomado por singulares atmósferas, climas y ciclos energéticos. Las resonancias y ondas de estos microlugares son tan intensas que la autoría individual es difusa y trabaja a favor de las interrelaciones que se expanden más allá de la galería. Uno de los problemas que plantean los archipiélagos es la delimitación de su espacio marítimo. En este caso la vaguedad es productiva. Jean-Luc Godard, en Elogio del amor (2001), plantea entre otros temas una reflexión sobre los estadios del amor, el poder del impresionismo en el arte y para evocar el alcance relacional de las imágenes, incluye un leitmotiv durante el film: “Cuando pienso sobre algo, estoy realmente pensando en algo más. Cuando veo un paisaje, esnuevo para mí, porque mentalmente lo comparo con otro paisaje que alguna vez conocí”.

La amplificación de las singularidades y diferencias y la unión de sus búsquedas por todo aquello que los separa generan sentidos y afectos mientras caminamos, conversamos, nos internarnos o pensamos en sus prácticas. Como los caminos que abren son muchos, recomiendo tres recorridos posibles y convergentes.

Primero, la frescura del retorno a medios y materiales primigenios del arte y su energía proyectual. En Senderowicz resurge la sutileza en la vieja usanza del lápiz y el pincel, así como la mágica e irreemplazable simbiosis del agua, las sales minerales y el papel. De manera similar, la expresividad del calado (tan arcaica como la incisión, xilografía o talla), en una bellísima maquetita que investiga un horizonte a través del vacío, luz y sombra. Trama revela su cuaderno de apuntes y utiliza la básica grilla geométrica como infraestructura para orgánicos paisajes. Por su parte, Bonadeo recupera la antigua técnica de la cianotipia, proceso de impresión negativo-positivo que se basa en la sensibilidad a la luz de las sales ferrosas, por la que se obtiene imágenes en azul. A través de esta foto-alquimia traslada el diario íntimo de sus bocetos y proyecciones (dibujos, fotos y notas) a imágenes que a su vez derivan en seudopinturas de pequeño formato, bastante abstractas y atmosféricas. Estas imágenes se cristalizan como retroproyecciones de sus instalaciones interactivas, urbanas y transdisciplinarias.

Otro trayecto puede advertir la transferencia de energías y temperaturas desde las complicidades del arte y la ciencia. Trama despliega un enigmático y complejo sistema autosustentable, basado en leyes alternativas, que sacude el binario frío/calor por medio de reciclajes ficticios. El ciclo se inicia en una cajita de luz que ilumina diapositivas de glaciares, sus siluetas se trasladan a dibujos –líneas– y después a cables que desembocan en una de las piezas imperdibles de la muestra: una estufa que socava y derrite un bloque de vela donde reaparece la topografía del glaciar. Senderowicz acude a la calidez de la mica. Sus brillantes y finas cascaritas marrones son atesoradas, clasificadas y recicladas para construir una suerte de refugio espiral primigenio. Un escombro, de esos a orillas del río, convive con microscópicos paisajes líquidos en tubitos, frascos y vasos de vidrio. Las cianotipias de Bonadeo son índices de luz y de agua, de frío y de calor y todos sus proyectos consideran traducciones energéticas. Por ejemplo, la proyección monumental que realizó sobre la fachada de un edificio, donde una vela se consumía marcando la transición en tiempo real del 2004 al 2005; intervención producida por el Yerba Buena Center for the Arts en San Francisco.

También podemos acceder a sus universos a través de los intercambios y disputas por el sentido entre imagen y escritura. El escaso uso de las palabras por Senderowicz, ilumina la deconstrucción del paisaje que Trama realiza a partir del lenguaje. Imprime sobre vidrio las instrucciones enviadas por sus amigos para fotografiar paisajes y las fotos resultantes de su interpretación. Ingeniosos planteos sobre el uso de la H de horizonte y una sopa de letras regada sobre la mesa, contrastan con el permanente recurso a la escritura de Bonadeo, enunciaciones poéticas descriptivas que acentúan el carácter proyectual de su proceso creativo.

La exposición es un banquete para descubrir las reverberaciones de estos tres artistas, frente a la amenaza de lo real y su resistencia al simbolismo y significación. Quizás esto explique el porqué la falla, pérdida o fragilidad acechan en la muestra. Quebrantos generadores de belleza se reflejan en los aguamarinas, índigos, lavandas, ultramares, turquesas... para intentar dar nombres. (Revisitas, en la Galería El Borde, Uriarte 1356, hasta el 12 de agosto. Recorridos guiados por los artistas, los sábados 29 de julio y 5 de agosto, a las 18.)

* Curadora independiente. Doctorada en la UBA, Facultad de Ciencias Sociales.

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Vista parcial de la serie Cinaotipias, de Martín Bonadeo.
 
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