La 24ª edición de arteBA, que terminó anteayer con buena cantidad de visitantes y ventas, ofreció una de las versiones más “limpias” de los últimos años, con buenos espacios para recorrer, una selección rigurosa por parte de los comités y las galerías; muchos menos videos que otras veces y bastante más pintura (en el sentido más amplio posible). Por otra parte, el paisaje de la feria pareció estar dominado por conceptos visuales provenientes de la gráfica, más allá de que se tratara específicamente de gráfica, de pintura o de otras técnicas.

Fue notoria también la generalizada reducción de tamaño de las piezas exhibidas, suponemos que por cuestiones de traslado. Muchos espacios expusieron muestras que podías contenerse en una valija.

La sección principal incluyó la presentación –seleccionada por la curadora Sonia Becce y los galeristas Orly Benzacar, Henrique Faría y Eduardo Brandao– de 81 galerías nacionales y de Francia, Alemania, México, España, Venezuela, Brasil, Colombia, Perú, Uruguay, EE.UU., Puerto Rico, Chile, Holanda, Ecuador e Italia.

Entre locales e internacionales, 21 galerías participaron de la Feria por primera vez. Trece formaron parte del programa “Special Project”, que por su acento puesto en el aspecto curatorial tuvo una impronta museística.

El programa “Jóvenes curadores” seleccionó la propuesta de Sebastián Vidal Mackinson, que resultó interesante a pesar de que el espacio otorgado tuvo una gran deficiencia, no por el tamaño (de cien metros cuadrados, tal como estaba previamente comprometido) sino por su excesiva apertura y consiguiente “contaminación” visual de espacios y kioscos (de gaseosas) vecinos.

La muestra ideada por el joven curador, que llevó por título “Europa”, reunió piezas de Milena Bonilla (Colombia), Nicole Franchy (Perú), Amalia Pica (Argentina) y Luisa Ungar (Colombia), para ofrecer diversas miradas –especialmente alrededor del tópico del viaje de estudio, sus causas, implicancias y consecuencias– hacia aquel continente por parte de artistas sudamericanas. El cuarteto de artistas trabajó, según explica Vidal Mackinson, sobre cómo “la relación arte, cultura e internalización desancla la sentencia de una esencialidad del arte sudamericano, en términos de asuntos y procedimientos, al insistir en la permeabilidad de zonas de contacto local-internacional, contextual-global”.

La sección “Cabinet” fue un acierto que consistió en la presentación, dentro de algunas de las galerías de las sección principal, de una o varias obras de un único artista. Así, durante el recorrido por los stands de las galerías, los visitantes se encontraron con capítulos especiales dedicados a artistas como Alberto Greco, David Lamelas, Clorindo Testa y Osvaldo Romberg, exponentes del conceptualismo de las décadas del ’60 y ’70. También se incluyó en estos gabinetes, obras de, entre otros, Liliana Porter y Gumier Maier.

La sección Isla de ediciones, con curaduría de Lucrecia Palacios y Facundo de Falco, presentó una buena selección de editoriales artesanales y raras, lo que permitió al público acercarse a proyectos que difícilmente hubiera podido conocer de otro modo. Por otra parte la selección de libros en la librería de la Isla...” resultó bien interesante, así como las múltiples presentaciones, entre las que se destacó la del libro sobre Diana Aisenberg, que contó con una asistencia desbordante. Lo presentaron la artista y dos de los tres autores: Roberto Amigo y Santiago Villanueva (el tercer texto, una brillante entrevista, corresponde a María Moreno).

El diseño del espacio, de Martín Churba, realizado con caños de metal, resultó funcional para cierto mobiliario (como los escritorios y exhibidores) pero no para los asientos.

En esta edición, el homenaje a la trayectoria fue para Delia Cancela y una muestra individual –curada por Javier Arroyuelo– con piezas clave de su autoría.

La Sección Dixit, que ofrece obras de artistas a museos y colecciones particulares a través de sus galerías, presentó a la curadora Julieta González (curadora en jefe y directora interina del Museo Jumex, Ciudad de México y curadora adjunta de arte moderno y contemporáneo en el MASP, San Pablo, Brasil) con una hipótesis propia sobre la contemporaneidad artística. El programa U-Turn, presentó, con curaduría de Jacopo Crivelli Visconti (Curador de la última Bienal de Cuenca, Ecuador), a varias galerías locales e internacionales con un proyecto específico de hasta tres artistas cada una.

En el Open Forum se llevó a cabo una serie de presentaciones y entrevistas, entre las que se destacó el diálogo entre el célebre crítico, curador y teórico francés Nicolas Bourriaud (director de la Escuela de Bellas Artes de París), con la ensayista y editora argentina Graciela Speranza, con motivo del lanzamiento mundial del último libro de Bourriaud, La exforma. En su nuevo libro, a partir de la relectura de pensadores como Althusser, Benjamin y Bataille, Bourriaud sostiene que “Desde principios del siglo XIX, arte y política fueron moldeados por la fuerza centrífuga que irradió la Revolución industrial: movimiento de exclusión social, por un lado; rechazo categórico por el otro, de ciertos signos, objetos o imágenes. Como en el modelo de la termodinámica, la energía social produce un residuo, generando zonas de exclusión en las que se apiñan, en completo desorden, el proletariado, los explotados, la cultura popular, lo inmundo y lo inmoral: el conjunto subvaluado de todo lo que no se podría ver”. El autor de Estética relacional, Postproducción y Radicante, presenta el ámbito de lo exformal como el lugar donde se desarrollan las negociaciones fronterizas entre lo excluido y lo admitido, entre el producto y el residuo. El término “exforma” designa a la forma atrapada en un procedimiento de exclusión o de inclusión. Es decir, a todo signo que transita entre el centro y la periferia, flotando entre la disidencia y el poder. Bourriaud analiza los efectos de esta mutación en nuestros modos de pensar y de sentir, a través de las máquinas ópticas del arte contemporáneo.

En el capítulo de las donaciones y compras especiales, tres museos del país recibieron una suma de dinero del Banco Ciudad para comprar nuevas obras. A su vez cada museo igualó o superó esta suma con fondos de contraparte y conformó así la suma total del valor de las obras que seleccionaron los responsables de cada institución participante. El Museo de Arte Moderno adquirió dos obras de la artista Fernanda Laguna en la Galería Nora Fisch, el Malba adquirió tres piezas de Hudinilson Jr en la Galería Jaqueline Martins y el Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén adquirió una obra de Eduardo Stupía en la Galería Jorge MaraLaRuche.

A su vez el Malba adquirió para su colección una pieza de la artista argentina Graciela Gutiérrez Marx, una de las mayores exponentes del artecorreo en nuestro país, con la donación de U$S 25.000 realizada por Citi, dentro del Programa de Adquisiciones de arteBA. La obra de la artista –adquirida a la galería argentina Document Art– es la instalación “El tesoro marginal de Mamablanca - Grupo de familia” (1980), registro de una acción colectiva de artecorreo, que se realizó en la casa familiar de Gutiérrez Marx, junto a su madre y su hijo. Es la primera pieza representativa de este movimiento artístico que se suma a la colección de Malba.

Por su parte el Museo MAR, de Mar del Plata eligió “Prueba de Tensión” de la artista argentina Luciana Lamothe (1975) de la Galería Ruth Benzacar, para dar inicio a su colección.

La compra de la primera obra a puertas cerradas fue realizada por 15ª vez por Chandon, una pieza de Valeria Maggi de la Galería argentina Hache, participante del Barrio Joven. La obra “Sin título” es un óleo sobre tela de 200 x 150cm.

Obra de Elba Bairon recién adquirida y ahora exhibida por el Museo Nacional de Bellas Artes.