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Martes, 12 de julio de 2016

PLASTICA › EXPOSICIóN A TREINTA AñOS DE LA MUERTE DEL GRAN ESCRITOR

Ficciones artísticas en torno de Borges

A través de la mirada de más de 80 artistas e intelectuales y con un despliegue que ocupa 3000 metros cuadrados, el Centro Cultural Kirchner evoca la obra y la figura del escritor con una muestra multidisciplinaria.

 Por Fabián Lebenglik

El Centro Cultural Kirchner presenta hasta noviembre la gran exposición multidisciplinaria Borges, ficciones de un tiempo infinito, alrededor de la obra y la figura del escritor, de quien se cumplen treinta años de la muerte.

La muestra, que ocupa unos tres mil metros cuadrados, se desarrolla en las plantas segunda y cuarta y en las salas de la Gran Lámpara. A través de siete capítulos, se evoca y reflexiona desde distintas perspectivas y prácticas artísticas, literarias, científicas y participativas, acerca de varios de los tópicos borgeanos.

Como explica Gabriela Urtiaga, directora de Artes Visuales del CCK, “A través de un diseño de contenidos amplio y transversal que integra producciones artísticas, audiovisuales, musicales, performances y actividades de participación, la muestra sobre Borges se multiplica en una propuesta interdisciplinaria que incluye desde material de exhibición, intervenciones y performances, charlas y conferencias, proyecciones, lecturas, conciertos, material documental, de archivo, fotografías, cartas, primeras ediciones y obras contemporáneas de artistas que reinventan el legado de Borges y lo materializan en formas impensadas. Los contenidos artísticos fueron ideados como una plataforma de ramificación, para que puedan proyectarse hacia nuevos modelos de transmisión de cultura, y crear así otros productos que excedan el ámbito expositivo y performático para convertirse simultáneamente en contenidos para medios televisivos, editoriales, radiales, digitales”.

Los siete núcleos en los que se divide la exposición son la literatura, el arte, la matemática –y otras ciencias–, el cine, el atlas, el laberinto y la muestra se completa con actividades participativas. A lo largo de los distintos capítulos distribuidos en dos plantas y las salas de la Gran Lámpara, que pueden recorrerse en orden indeterminado, se pasa revista a distintos tópicos borgeanos, como la ficción teórica, el tema del otro, el tiempo, la invención, las paradojas, las citas (y falsas citas), la cultura clásica, la historia y la filosofía, entre otros.

El capítulo dedicado a la relación de Borges con las artes visuales –con curaduría de Ana Martínez Quijano, Gabriela Rangel, Sergio Baur y Ana María Battistozzi, se compone de cinco muestras. La primera reúne obras de Norah Borges (hermana del escritor), Xul Solar, Pedro Figari y Emilio Pettoruti.

Desde la imagen de la tapa del primer libro de poemas de Borges, Fervor de Buenos Aires, diseñada por su hermana Norah, de quien pueden verse algunas obras de distintas épocas (junto con videos documentales), pasando por pinturas de su amigo Xul Solar y de cuadros de Pedro Figari y Emilio Pettoruti, esta sección da cuenta de la relación directa de Borges con la pintura y el grabado, a través de sus textos o por la afinidad de las imágenes con sus escritos.

“En las pinturas del uruguayo Pedro Figari –escribe Martínez Quijano–, Borges percibe la memoria de un territorio que indaga y anhela conocer. ‘He mirado con frecuente amor esas telas’, confiesa. A través de la obra del escritor es posible rastrear imágenes que evocan el color y el tiempo de las pinturas del uruguayo. Luego, la inventiva y el caudal de sabiduría sobre lingüística, religiones, astrología y filosofía hermética que posee Xul Solar, suscita un sentimiento de “esencial afinidad” y consolida la amistad entre ambos. Emilio Pettoruti, el más combativo de los pintores del grupo Florida, le trae el recuerdo de las batallas de la vanguardia que Borges compartió en su juventud y pronto abandonó”.

Esta sección se completa con una colección de primeras ediciones, entre las que pueden verse revistas literarias de las vanguardias española y argentina.

En la sección “Poéticas borgeanas en el arte contemporáneo” pueden verse obras alusivas de Liliana Porter, Horacio Zabala, Jacques Bedel,

León Ferrari, Ramiro Oller, y obras participativas especialmente realizadas para esta muestra, como las de Diana Aisenberg y Juliana Iriart. La primera presenta una gran pizarra sobre la que los visitantes van dejando palabras, frases, dibujos y otras grafías. En la parte superior del pizarrón un potente cartel de luz de neón dice “Amarillo”.

La obra de Iriart, en un recinto cerrado, presenta un juego de luces y sombras, que cambia según intervengan los visitantes, tirando de sogas que hacen subir y bajar las formas entrevistas y proyectadas detrás de una gran pantalla.

En otro recinto, una gran instalación del fotógrafo Jorge Miño cruza la arquitectura con el reflejo de los espejos.

En otra sala se muestra un conjunto de videos de David Lamelas, Narcisa Hirsch, Leandro Katz y Sebastián Díaz Morales, realizados en relación directa con la obra borgeana.

Otra sección recorre, según explica Sergio Baur, “a través de los textos de Jorge Luis Borges, su aproximación al mundo de la fotografía. En un poema de su libro inicial, Fervor de Buenos Aires, de 1923, el autor se refiere al primer procedimiento fotográfico desarrollado por Louis Daguerre, con una de sus habituales metáforas: ‘Los daguerrotipos mienten su falsa cercanía de tiempo detenido en un espejo…” Un año antes, su hermana, la artista Norah Borges, había ilustrado la revista Proa con un grabado en clave ultraísta titulado Daguerrotipos […] En 1930 Borges elige para su libro Evaristo Carriego, dos fotografías del barrio de Palermo de Horacio Coppola, pionero de la vanguardia argentina […] Una sección de la muestra presenta las obras de los más destacados e históricos fotógrafos argentinos que retrataron a Borges y a través de un viejo catálogo se asoman los célebres retratos de Gisèle Freund y Richard Avedon”.

La secuencia dedicada a la fotografía borgeana se completa con una serie de tomas de la ciudad, de Alberto Goldenstein, inspiradas en Fervor de Buenos Aires y realizadas especialmente para esta exposición.

La sección dedicada a Xul Solar, uno de los pintores preferidos y amigo de Borges, está curada por Gabriela Rangel e incluye obras originales del artista, epistolarios, fotografías documentales, cartas astrales y el panajedrez.

En las obras de Xul hay una compleja miniaturización, no sólo verificable en el tamaño de las obras, sino también en la particular condensación de fuentes y creencias. Sus obras son para ver bien cerca y para leer (en varios sentidos, que implican una lectura visual, literaria, poética, simbólica, musical, espiritual). Para comprenderlo es necesario saber que se trató de un iniciado en el esoterismo y el ocultismo. Además de su compleja religiosidad, lo heterodoxo de la búsqueda de Xul tiene un tono fuertemente antiburgués, antimaterialista y de rechazo contra el dominio de la razón y del cientificismo.

El bellísimo panajedrez que aquí se exhibe es una invención de Xul que consiste en un tablero de doce casillas por trece, en damero, y piezas móviles. Cada jugador inicia la jugada con treinta piezas que se pueden superponer, además hay una, a la que denomina azar, que cambia de participante según la apuesta. En la explicación del propio Xul: “el motivo y la utilidad del panajedrez está en que reúne en sí varios medios de expresión completos, es decir, lenguajes, en varios campos que se corresponden sobre una misma base, que es el Zodíaco, los planetas y la numeración duodecimal. Esto hace que coincidan la fonética de un idioma construido sobre las dos polaridades, la negativa y la positiva, y su término medio neutro, con las notas, acordes y timbres de una música libre y con los elementos lineales básicos de una plástica abstracta, que además son escritura. También coinciden los escaques, como grados del círculo, con el movimiento diurno y anual del cielo, el tiempo histórico y su drama humano expresado en los astros”.

Los capítulos de la gran exposición borgeana se completan según la serie enumerada más arriba, en donde se destacan, entre otras, la instalación de Andrés Di Tella sobre Borges y el cine; las obras de Martín Bonadeo y Pablo Lapadula en el apartado científico y, en la zona dedicada a la literatura, las obras de Guillermina Mongan y Matilde Ayoub; Belén Gache, Alicia D’Amico, Daniel Kiblisky, Sebastián Gordín, Belén Gache, la instalación del mexicano José Méndez Blake; las piezas de humor gráfico de Rep, Cascioli, Tute, Liniers y Sábat; así como las piezas de Sol LeWitt, Leandro Katz y Luis Benedit.

En las salas de La Gran Lámpara, en breve se inaugurarán una enorme instalación recorrible de Andrea Moccio, realizada con papel de cotillón y que resulta visualmente hipnótica; y los ascensores de Leandro Erlich, vistos recientemente en la Feria arteBA.

* En el CCK, Sarmiento 151, hasta noviembre. Entrada Gratuita.

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Obra de Méndez Blake. Abajo: óleo de Pettoruti de 1929.
 
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