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Miércoles, 31 de marzo de 2010

DISCOS › SILVIO RODRíGUEZ PUBLICA MáS CANCIONES URGENTES EN SEGUNDA CITA

El revolucionario evoluciona

Siempre atento a perfeccionar el viejo oficio de trovador, el cantautor cubano se rodea de cierta impronta jazzera –de potente sencillez– para hablar poéticamente de la situación en su país. Y su posición no es para nada cómoda.

 Por Karina Micheletto

Silvio Rodríguez ha sabido perfeccionar el viejo oficio de trovador, con canciones que siguen siendo urgentes por su actualidad. Lo demuestra en su nuevo disco, Segunda cita, donde despliega su sello en un aquí y ahora que muestra su potencia. A partir de una base de trío acústico –o cuarteto, cuando se suma la guitarra de Rodríguez–, cierta impronta jazzera marca el camino musical del disco. Desde la poesía, el cubano actualiza la trascendencia de su obra con canciones que desgranan historias y temas varios, bellamente abordados, con tomas de postura que no son necesariamente cómodas, como la que se refiere a su propio país.

Dedicado al 50º aniversario de la Revolución Cubana (el trabajo estuvo listo el año pasado, y estaba planeado que se editara entonces), el disco sienta el sentido político más explícito en “Sea señora”, un amoroso pedido de cambio en las inercias de la Revolución, que es a la vez un llamado a renovar la creatividad y la audacia de los cubanos. “A desencanto, opóngase deseo. Superen la erre de revolución”, pide la letra. “Restauren lo decrépito que veo, pero déjenme el brazo de Maceo y, para conducirlo, su razón.”

Segunda cita se plantea desde el título, y hasta desde el arte del disco, como una continuidad de Cita con ángeles, aunque en el medio Silvio Rodríguez editó Erase que se era, donde recuperaba la producción de sus primeros años de compositor. Al despliegue orquestal de aquel Cita con ángeles, sin embargo, aquí se propone la base acústica de Roberto Carcassés en piano, Feliciano Arango en contrabajo y Oliver Valdés en batería y percusión, más la guitarra de Rodríguez. Y aunque algunos temas se visten con nutridas filas de bronces y de cuerdas, una poderosa sencillez domina el concepto general del disco.

En la simple belleza de “Demasiado”, un bolero jazzeado donde se luce la batería con escobilla, podrían rastrearse muchos clásicos eternos de Silvio, de esos que apuntan a la condición humana. En el sombrío clima de “Huracán”, cruzado por los solos de saxo tenor de José Carlos Acosta, la búsqueda del sonido de ballads, la marca del trío propuesta por este disco, como trabajo integral. En “Trovador antiguo” suena la declaración del aquí y ahora del cubano; Violeta Parra o Gabriel García Márquez son nombrados o aludidos en las historias que pintan los temas, entre la balada, el bolero, el danzón, el son y el jazz, ritmos de los que está hecha Cuba.

Hay un tema que resuena en especial por estas tierras, en estos días. Se llama “Tonada del albedrío”, y en las notas del disco se explica que nació a partir de un ejemplo concreto de la forma en que “los que gobiernan la información mediática trazan paisajes ideológicos”. “Dijo Guevara el humano que ningún intelectual debe ser asalariado del pensamiento oficial. Debe dar tristeza y frío ser un hombre artificial, cabeza sin albedrío, corazón condicional”, canta allí Silvio Rodríguez. La canción parte de su guitarra y se expande en el piano de Carcassés. Escuchada desde el presente argentino provoca ganas de cantarla frente al televisor.

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“A desencanto, opóngase deseo. Superen la erre de revolución”, pide Rodríguez en “Sea señora”.
 
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