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Miércoles, 31 de octubre de 2012

DISCOS › ASTOR PIAZZOLLA COMPLETO EN PHILIPS Y POLYDOR

Una valiosa reconstrucción

Astor Piazzolla 1944-1964. Veinte años de vanguardia con sus conjuntos y El tango son los álbumes que inician la serie de tres ediciones dobles con todo el material –crucial– que el bandoneonista grabó para esos sellos, hoy propiedad de Universal.

 Por Karina Micheletto

Las reediciones de grabaciones históricas, a partir del buceo entre los siempre maltratados catálogos de los sellos discográficos, suelen deparar sorpresas, para bien y para mal. La reciente aparición del CD doble Astor Piazzolla completo en Philips y Polydor puede computarse entre las primeras por un par de razones de peso, que se suman a la más obvia de tratarse, de por sí, de la presentación de parte de la obra de una de las figuras cenitales del tango. Se destaca en este sentido el trabajo de restauración sonora, sobre las cintas originales y con las primeras ediciones en vinilo tomadas como referencia, el detalle no menor de la inclusión de notas de las formaciones y de textos originales (como el que el mismo Piazzolla escribió para uno de los discos), la preocupación, en fin, por ofrecer un material reconstruido con cuidado por esa reconstrucción, en todo su valor histórico y artístico.

La colección está planteada en tres volúmenes de los que Universal acaba de editar el primero, con la dirección del crítico Diego Fischerman, y son dos los discos que se presentan aquí en forma completa, registrados en 1964 y 1965, respectivamente. En el primero, Astor Piazzolla 1944-1964. Veinte años de vanguardia con sus conjuntos, hasta ahora inédito en CD, el bandoneonista releía su propia obra volviendo a reunir las formaciones que supo crear en sus diferentes períodos: la orquesta de tango que dirigió entre 1946 y 1948 (y en las que se formaron figuras como Leopoldo Federico, Ernesto Baffa, Atilio Stampone, Antonio Agri, José Bragato y Kicho Díaz), el grupo de cuerdas, piano y bandoneón solista con el que grabó entre 1955 y 1957, el Octeto Buenos Aires, que ocupó el mismo período. Ya bien plantado en la “vanguardia” de su emblemático Quinteto, que también suena (hacía tres años que lo había formado), Piazzolla mostraba el origen de aquel sacudón creativo que significó esa formación, con todas las discusiones intratangueras que le siguieron. Como apunta Fischerman en las notas del CD, este disco “partía de una idea sumamente inusual en la música argentina de tradición popular: realizar la retrospectiva de un artista vivo (y de apenas 43 años, en este caso), pero desde la perspectiva de un presente que no sólo realizaba una antología del pasado, sino que lo releía hacia el futuro”.

El segundo disco es el más conocido, aunque no haya circulado tanto: El tango, para el que Piazzolla trabajó arduamente sobre textos de Jorge Luis Borges, y en el que suena su Quinteto Nuevo Tango (Antonio Agri en violín, Jaime Gosis en piano, Oscar López Ruiz en guitarra eléctrica, Kicho Díaz en contrabajo) junto a la voz –y también la guitarra– de Edmundo Rivero, además del actor Luis Medina Castro en dos recitados, una orquesta y un coro formados para dos milongas (“El títere” y “A don Nicanor Paredes”), y para la Suite para recitante, canto y 12 instrumentos. La milonga “Jacinto Chiclana” cantada por Rivero es la síntesis más difundida de esta obra que alguna vez logró la improbable reunión de Piazzolla, Borges y “el Feo”.

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