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Miércoles, 25 de octubre de 2006

DISCOS › LO NUEVO DE CAETANO VELOSO

Canciones mínimas, de fina estampa

En Você el bahiano vuelve a sorprender, acompañado por guitarra, bajo y batería.

 Por Fernando D´addario

La heterodoxia no es una línea de fuga en la carrera de Caetano Veloso sino, más bien, un atributo estándar de su vida creativa. Si en los últimos años el barroquismo bahiano de Noites do norte mutó con naturalidad en “homenaje a la música popular estadounidense” (A foreign sound), cabía esperar de Você, su nuevo cd, un Caetano en estado puro. Sólo que la “pureza”, en los términos que la practica el autor de “Tropicalia”, consiste precisamente en eludir cualquier signo de previsibilidad.

Pocos esperaban, entonces, que a los 64 años el músico bahiano retomara su vieja pulsión rockera, que los memoriosos clausuran en el disco Velô (1984). No es de todos modos Você el álbum punk de Caetano Veloso, como se había adelantado con cierta ligereza. De los posibles rasgos en común con el género de los Sex Pistols apenas puede anotarse la austeridad visceral con la que Caetano encaró este trabajo. Guitarra, bajo, batería y voz alcanzan para sostener instrumentalmente una docena de canciones que, por lo demás, reconocen giros melódicos y armónicos propios de un autor complejo y provocativo.

No es la esencia de Caetano lo que ha cambiado en Você, sino el tratamiento sonoro. Donde antes aparecía la recarga de sofisticación aportada por el arreglador Jacques Morelenbaum, aquí prevalece el sometimiento a la sencillez impuesta por Moreno Veloso y Pedro Sá, los arregladores. El resultado es una suerte de tropicalismo minimalista, con todo lo que ello implica: mixtura de géneros, cruce de lenguajes musicales, sólo que acotados estructuralmente por una vocación sustitutiva. Todos los Caetanos posibles se filtran, de una u otra manera, en las canciones más intimistas (“Minhas lágrimas”, “Deusa urbana”) o en los arrebatos de furia (“Rocks”, ideal para convencer a los que perciben a Veloso como “demasiado brasileño”). Hay psicodelia en “Odeio”, hip-hop en “O herói”, se respira un aire brit pop en “Homem”, oscuridad claustrofóbica en “Waly Salomao” y ligereza funky en “Musa híbrida”. Todos estos colores musicales están comprimidos en una exposición sonora cruda y en la exquisita voz de Caetano.

Debe agregarse que uno de los temas de este disco, “Nao me arrependo” (que incluye en el comienzo un guiño a “Walk on the wild side”, de Lou Reed), seguramente figurará dentro de diez años en algún “greatest hits” del bahiano. Y no pasa inadvertido que Caetano Veloso desplegó aquí un deliberado ejercicio de rejuvenecimiento, poco después de su separación de Paula Lavigne, a la que dedicó dos canciones (el ya citado futuro hit y “Minhas lágrimas”). Pero es probable que la juventud de Caetano se dirima en otra frecuencia, ajena a los decibeles y a la fatalidad biológica. En la esencia de sus canciones, más allá de cómo se las vista, está el antídoto contra la decrepitud.

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Un Caetano “rockero”, a los 64 años.
 
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