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Domingo, 8 de marzo de 2009

TELEVISION › LA SEÑAL DE CABLE A&E ESTRENA HOY THE BEAST, CON PATRICK SWAYZE

Otro Jack Bauer, pero más callejero

Charles Barker es un agente encubierto del FBI, en la mira de Asuntos Internos por sus métodos no convencionales.

 Por Emanuel Respighi

Es imposible escribir un artículo sobre The Beast (La bestia), la serie que A&E estrena este domingo a las 21, sin referirse al elemento singular que rodeó a su producción. Es que el policial producido por Sony Pictures Televisión para al señal de cable está protagonizado por Patrick Swayze, el actor que rodó durante 2008 la totalidad de los trece episodios del programa aun cuando a fines de 2007 se le había diagnosticado un avanzado cáncer de páncreas. Pese a la mala noticia y la escasa expectativa de vida que auguraba su delicado diagnóstico, el actor que saltó a la popularidad con films como Dirty Dancing (1987) y Ghost (1990) logró convencer a los productores para que no lo dejaran afuera de un proyecto del que no se quería bajar por nada del mundo. Y el resultado en términos televisivos, por suerte, trasciende el morbo que la enfermedad del actor puede despertar en los televidentes: The Beast es una intensa serie policial que, pese a apelar a los clichés, entretiene a los amantes del género por la cruda visión que presenta sobre la relación entre las fuerzas de seguridad y la delincuencia.

La batalla del veterano actor contra la enfermedad comenzó mientras celebraba la llegada de 2008, casi por casualidad. “Quise tomar champán y fue como si le echara ácido a una herida abierta”, señaló Swayze en una entrevista televisiva reciente que la periodista Barbara Walters le realizó con motivo del estreno de la serie en Estados Unidos, el 15 de enero pasado. Con el diagnóstico en mano, sin embargo, el actor decidió luchar haciendo lo que más disfruta y lo mantiene alegre: trabajar. “Fue muy difícil grabar la serie”, reconoció Swayze en el reportaje. “Principalmente, porque jamás colapsé en el set de grabación. Nadie me oyó quejarme o llorar como una niña o un perdedor. Cada mañana ajustaba mi actitud, a pesar de que si debía estar listo a las seis, tenía que levantarme a las 3 de la madrugada para poner a funcionar mi cuerpo”, reconoció con asombrosa entereza.

The Beast continúa con la línea de programar ficciones de acción controvertidas que inauguró el canal hace algún tiempo y que suele combinar con la de entretenimiento que históricamente signó a la señal.

Mucho más real que las increíbles ilusiones de Criss Angel Mindfreak, el programa insignia de A&E, la serie pone al descubierto, sin filtros, los estrechos lazos que suelen vincular a las fuerzas policiales con los narcotraficantes, y el modus operandi de los agentes encubiertos para filtrarse en grupos que trafican armas o drogas. The Beast relata la historia de Charles Barker (Swayze), un controvertido agente del FBI, al que se le asigna un nuevo y joven compañero, Ellis Dove (Travis Fimmel). Sin tiempo para conocerse y dejar la desconfianza de lado, Charles debe entrenar a Ellis mientras trabajan en peligrosas misiones como agentes encubiertos, que requieren de mucho cuidado si se quiere salir con vida.

Los inconvenientes que complican la relación entre los agentes no son menores: mientras que el veterano policía no quiere asumir los roles de entrenador, mentor y padre sustituto, el joven agente tampoco parece poder asimilar las duras exigencias de su trabajo y las cuestionables formas de trabajo de su tutor, para quien las reglas y códigos no corren cuando de resolver casos –y salvar su pellejo– se trata. Barker es, indudablemente, una versión aún más extrema y callejera que el Jack Bauer de 24. “Al diablo con el protocolo”, suele repetirle el agente al novato cada vez que éste le cuestiona sus métodos, que van desde el asesinato de criminales hasta quebrar las reglas y burocracia del FBI para conseguir cualquier cosa que lo acerque a sus objetivos.

Experimentado agente encubierto, se gana la confianza de los criminales y les pone trampas para que caigan en prisión, situándose en un plano de igualdad que muchas veces requieren de sus dotes actorales. Claro que los eficaces pero cuestionables modos non sanctos de Barker también le traen sus problemas dentro del FBI, desde donde las más altas esferas comienzan a desconfiar de su honorabilidad. Y la llegada de su nuevo coequiper no es casual: al final del primer episodio un equipo de Asuntos Internos del FBI trata de reclutar a Dove para que actúe como doble agente e investigue de cerca a Barker. Traicionar a ese viejo gruñón y arrogante, o defenderlo a capa y espada de propios y extraños será el principal dilema al que se enfrentará Dove. “Barker cambia las reglas cuando le conviene, se cree Dios, pero no es corrupto”, les aclara el joven agente a sus superiores al escuchar la oferta. “Es el mejor policía que conozco”, concluirá. Sólo resta saber si esa rápida impresión ante el primer caso resuelto entre ambos se mantendrá inquebrantable a lo largo de los trece capítulos de una historia policial que se apoya más en el suspenso y las actuaciones que en la acción indiscriminada de la que se valen muchos otros programas del género como único y desgastante recurso.

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A Barker (Swayze) le asignan un nuevo y joven compañero, Ellis Dove (Travis Fimmel).
 
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