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Jueves, 20 de septiembre de 2012

TELEVISION › CUPIDO COMIENZA UNA NUEVA ETAPA, POR TBS

El regreso de los celestinos

Entre la práctica de formar parejas al aire, la sátira al género y la crítica a la noción de belleza construida por el medio, el programa creado por Gastón Duprat y Mariano Cohn once años atrás propone un formato “antiindustrial”, en el que prevalece la espontaneidad.

 Por Emanuel Respighi

En una época en la que la imagen lo fagocita todo, donde el culto por la apariencia se impuso casi sin resistencia, mañana vuelve a la TV uno de esos programas que, allá lejos y hace tiempo, rompió con las convenciones. Pionero en el arte de formar parejas “en contra de las apariencias y a favor del corazón”, Cupido regresa a la pantalla chica con la idea de seguir uniendo almas jóvenes en soledad. O, a juzgar por lo que muchas veces sucede cuando “los tortolitos” finalmente se ven cara a cara, bajo la finalidad de darle un gancho en el medio de la cara a quienes repiten la frase hecha –pocas veces puesta en práctica– de que “lo único que importa es lo de adentro”. El ciclo, que se estrenó por primera vez en septiembre de 2001 en la pantalla de Much Music, comienza una nueva etapa en TBS, con emisiones estreno –desde mañana– los lunes, miércoles y viernes a las 23. Y se estrena, claro, con el comienzo de la primavera, la “estación del amor”.

Suerte de continuidad del clásico Yo me quiero casar, ¿y usted?, el programa que durante décadas condujo Roberto Galán y que consistía en formar parejas entre mujeres y hombres entrados en años, Cupido causó sensación cuando capturó la pantalla chica en su momento, en medio de un país en llamas en el que –parecía– no había tiempo para el amor. Desde una postura que deambuló entre el encuentro genuino, la sátira al género y la crítica a la noción de belleza construida por el medio, el programa creado por Gastón Duprat y Mariano Cohn (Televisión abierta, El hombre de al lado) supo captar la atención de los televidentes por construir un relato –tal como cualquier otro programa “celestino”–, pero con participantes que no pasaban por ningún tipo de filtro ni respondían al estándar de belleza de la TV comercial.

“Decidimos hacer el mismo programa que antes, mantener su esencia, no quisimos aggiornarlo ni ridiculizar el formato”, le explica a Página/12 Franco Torchia, la inconfundible voz en off de Cupido. “Por lo general, cuando la TV quiere modernizar un formato, termina haciendo una catástrofe, deformándolo. Cupido es un programa producido de una manera antiindustrial, donde no se hace ningún tipo de selección de los participantes. Sería mucho más fácil, pero probablemente desacertado, hacer un Cupido como lo haría Endemol o Telefe, con testimonios testeados y chequeados una y otra vez por los directivos y gerentes de las empresas. Cupido no se hace de esa manera: tenemos un margen de libertad que uno cada vez tiene menos en la vida y mucho menos en una industria tan homogeneizante como la TV local”, subraya el locutor.

Jugando con el plano y contraplano de dos participantes que no se conocen visualmente hasta el final de cada envío, el formato tradicional pero estéticamente cool de Cupido, señala el presentador y guionista, sobresale en una sociedad invadida de imágenes, propias y ajenas. “Creo que las redes sociales, lejos de facilitar el encuentro amoroso, vinieron a obstaculizar, a ponerle más trabas. Han crecido las herramientas de contacto, pero su artificialidad, el ‘vínculo’ digital que posibilitan, atenta contra cualquier relación genuina. En este mundo, donde cualquiera pone un nombre en Google y el buscador le devuelve no menos de ocho fotos de esa persona, Cupido se presenta con una idea insólita: generar un encuentro entre dos personas por lo que son, por lo que hacen, por lo que tienen para contar”, enumera Torchia.

Consultado sobre la vigencia de un ciclo que se estrenó hace once años, cuando la participación del ciudadano común no era tan común en la TV, el locutor no duda en decir que la fórmula descansa tanto en su contenido como en su forma. “Aunque muchas veces parezca lo contrario –explica–, Cupido es un programa de amor. Cupido no hubiera existido sin haber estado antes Roberto Galán. Es un programa sobre el amor real, entre dos personas que se quieren conocer y no se ven las caras. Hay fluidez, hay baches, hay insultos, hay gestos espontáneos. La sensación es que cualquier cosa puede pasar. Eso no ocurre en la TV. La TV emite algo para recordarnos que controla todo lo que pasa. En momentos en que el disparate y el conflicto está estudiadísimo y superproducido, Cupido trabaja en el plano real.”

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Cupido vuelve a partir de mañana. Irá lunes, miércoles y viernes a las 23.
 
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