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Viernes, 31 de mayo de 2013

TELEVISION › CURIOSAS ESTRATEGIAS DE PROGRAMACION EN LA TV DE AIRE

La pantalla, ese rompecabezas

En el pasado reciente, la TV incumplía sus horarios y los programas centrales se anunciaban “al término de”. Hoy el problema es que se emiten en horarios y días cambiantes e inestables, una estrategia que produce inevitables caídas en el rating.

 Por Emanuel Respighi

Qitapenas empezó tres veces por semana, luego pasó a dos emisiones y ahora irá los sábados al mediodía.

Mirar televisión abierta en la Argentina se ha vuelto una real pesadilla. No por sus contenidos, que si bien desnudan que hubo tiempos mejores no muy lejanos, los hay de todo tipo. Casi tantos como el heterogéneo grupo de televidentes que está del otro lado de la pantalla. En realidad, la complejidad radica en una nueva (e inexplicable) práctica: la de las extrañas frecuencias en las que muchos programas se emiten. Si hace algunos años la imposibilidad de seguir a los programas favoritos se había vuelto un suplicio debido a los imprevistos horarios de emisión, que habían dejado de comenzar a la hora “en punto” o “a las y media” para pasar a ser “al término de”, las actuales estrategias de programación van un paso más allá. La nueva dificultad para el televidente reside en que las programaciones ya no tienen un formato de seguimiento diario o semanal, como en otras épocas. Ver TV abierta en vivo y en directo se convirtió en un auténtico rompecabezas llamado televisión.

Hasta no hace mucho, las frecuencias de los programas de TV se dividían en (casi) dos únicas variantes: diaria o semanal. Ya sea con una programación horizontal diaria que se mantenía inalterable (telenovelas, tiras diarias, periodísticos, magazines), o con un formato vertical (franjas horarias en las que cada día había un programa distinto, preferentemente ocupados por unitarios o miniseries), ver TV tenía cierta lógica, fácilmente asimilable para los televidentes. El espectador encendía la TV y sabía –minutos más, minutos menos– cuándo comenzaba tal o cual programa. Incluso la TV cumplía la función de “ordenar” la vida cotidiana familiar: cuando iniciaba la telecomedia central era el horario de la cena en muchos hogares, por ejemplo. No había dudas.

Todo eso cambió. En la TV actual, saber no sólo los días en los que se emiten algunos programas sino también determinar con certeza sus horarios resulta una odisea. Lo que propone la TV abierta es un rompecabezas de programación casi imposible: hay ciclos que se emiten tres veces por semana en un mismo horario; otros que lo hacen todos los días, pero en horarios distintos; algunos, incluso, van dos veces por semana en horarios muy diferentes. Si se dijera que la TV abierta enloqueció, nadie lo contradiría. El Frankenstein televisivo ya no es únicamente porque los programas no arrancan en horas “redondas”, sino porque tampoco resulta fácil conocer su frecuencia.

El caso más emblemático de la extraña forma de programar de hoy en día es, probablemente, el de Telefe, paradójicamente el líder. En la pantalla que maneja artísticamente Tomás Yankelevich, por ejemplo, el programa de Susana Giménez no es diario ni tampoco semanal: tiene dos emisiones por semana, en horarios diferentes y con formatos distintos. Los lunes el programa de la diva va a las 22.30, en su estilo más clásico: entrevistas en piso, sketch humorístico (con Emilio Disi) y la charla en el living con la abuela, la genial creación de Antonio Gasalla. En tanto que los miércoles, a las 21, Susana Giménez tiene otro envío, dedicado exclusivamente a su juego Salven los millones, el mismo juego que en 2011 formaba parte de su ciclo y que esta temporada tiene programa propio y entrega hasta 2 millones de pesos.

La (i)lógica de programación tiene otros ejemplos, como el caso de Qitapenas. La comedia musical (con covers de canciones de aquí y afuera) protagonizada por Miguel Angel Rodríguez, Silvia Kutica, Natalia Lobo y Jean Pierre Noher parece ser rehén de estos tiempos. Más allá de la dificultad que plantea una ficción en la que muchas escenas se dicen cantando, lo cierto es que el esquema de emisión propuesto por Telefe tampoco ayuda: comenzó emitiéndose tres veces por semana (de martes a jueves, a las 21), para pasar ahora a proyectarse los martes y jueves. Y parece que, desde mañana, irá únicamente los sábados al mediodía. La posibilidad de seguimiento de los televidentes de sus programas favoritos se complejizará aun más con el estreno de Aliados, la nueva ficción adolescente de Cris Morena, que en su afán multiplataforma tendrá una emisión semanal por TV abierta (desde el 10 de junio, los lunes a las 21, por Telefe) y otra diaria por la web (capítulos diarios de siete minutos ingresando a www.tele fe.com.ar). Saber qué días y a qué hora se emite algún capítulo de Los Simpson se vuelve directamente imposible.

Claro que el rompecabezas televisivo no es exclusividad de Telefe. El Trece tampoco se queda atrás. La flamante temporada de CQC sigue el camino de la programación esquizofrénica: el ciclo conducido por Roberto Pettinato, Clemente Cancela y Diego Iglesias se emite de lunes a jueves a las 23.45, mientras que los viernes lo hace en el horario de las 22.30. En Canal 7 la cosa tampoco es más prolija: la multiplicidad de partidos que emite Fútbol para todos, tanto del campeonato de Primera División como del Nacional B y la Copa Argentina, suele atentar contra el mantenimiento en el tiempo de la programación. 6, 7, 8, sin ir más lejos, debería emitirse supuestamente seis veces por semana, de lunes a viernes a las 21 y domingos a las 22. Sin embargo, son muchos los días que el periodístico de PPT es levantado y/o cambia su horario de salida en función de la pelota. Lo mismo sucede con Visión Siete Resumen, las ficciones que se programan a las 22.30 o Cocineros argentinos, que va de lunes a viernes a las 11 y los domingos en algún horario cercano al mediodía (entre las 12 y las 15).

En esta Divina TV Frankenstein de la temporada 2013, entonces, en la que los televidentes son rehenes de extraños manejos, la TV abierta parece justificar sus bajas mediciones de rating. Alguna responsabilidad tendrán estas estrategias de programación a la hora de comprender las causas en la baja de audiencia de la TV de aire, que entre mayo de 2012 y mayo de 2013 perdió 6,2 puntos de rating: la suma de rating promedio de los cinco canales pasó de los 36,4 puntos a los 30,2 en el mismo mes, con un año de diferencia. Mientras Telefe perdió 3,6 puntos, El Trece cayó 2,7 puntos, Canal 9 unas 0,3 décimas y el 7 se contrajo en 0,4. América TV fue la única pantalla que incrementó su audiencia: lo hizo en 0,8 punto. Y eso no es todo: según los datos relevados por Lamac, en el primer trimestre de 2013, el share de audiencia entre la TV abierta y la TV por cable se dividió en partes iguales entre una y otra pantalla, por primera vez en su historia.

En medio de un consumo cultural que se vuelve digital y a la carta, el rompecabezas que propone la TV abierta vuelve indispensable cualquier tipo de DVR (decodificadores con grabación digital), capaces de grabar la imprevisible TV abierta de manera inteligente, puesto que lo hace no por horario sino por nombre de programa. La TV abierta pierde audiencia, y los programadores dan la impresión de ayudar a que la estampida de televidentes sea entendible.

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