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Jueves, 5 de diciembre de 2013

TELEVISION › 5 BROKEN CAMERAS, SOBRE EMAD BURNAT, MAñANA EN HBO MAX

Compromiso de ver y hacer ver

El documental muestra el crecimiento del hijo del cineasta palestino en paralelo con la construcción de la cerca de separación destinada a afincar nuevas colonias israelíes. Y fue editado y filmado por un documentalista de esa nacionalidad, Guy Davidi.

 Por Horacio Bernades

El hombre despliega sus cinco cámaras sobre la mesa. Las cinco están rotas. En el curso de los últimos cinco años, soldados israelíes dispararon contra ellas, les arrojaron granadas o cargaron a culatazos contra ellas. El dueño de las cámaras es Emad Burnat, campesino palestino, vecino de la ciudad de Bil’in, próxima a Ramalá, en lo que se conoce como Ribera Occidental de Israel. Su hijo menor nació en forma casi contemporánea con la construcción, por parte del gobierno israelí, de una cerca de separación, previa ocupación de territorio palestino, destinada a afincar nuevas colonias israelíes y desplazar un poco más a los campesinos por fuera de la zona “legal”. Emad compró su primera cámara para filmar a su hijo. Pero terminó registrando uno de los testimonios más crudos y directos que se conozcan sobre el enfrentamiento entre uno de los ejércitos más poderosos del mundo y un pueblo desarmado, que lucha por resistir su avance.

El documental resultante se llama 5 Broken Cameras, ganó un Emmy dos años atrás, estuvo nominado al Oscar el año pasado y pasó por el DocBsAs en 2012 y por el Bafici este año. El canal HBO MAX lo emitirá mañana a las 17.05 y el lunes a las 18.25. En realidad, 5 Broken Cameras no es exactamente lo que filmó Emad Burnat –que hasta entonces jamás había tomado una cámara ni visto un solo documental en su vida–, sino lo que Guy Davidi, que sí es documentalista profesional, filmó y editó junto a Burnat. Lo curioso es que Davidi es israelí. Pero uno de esos israelíes que, como sus colegas Avi Mograbi y Eyal Sivan, están tan en contra de la política de su país en relación con los palestinos como podría estarlo un palestino. De hecho, Davidi vivió en la aldea de Bil’in durante el par de años en que participó del proyecto junto a Burnat.

“Yo conocía a Emad porque todo el mundo lo conoce”, dijo Davidi a la publicación online Documentary.org. “El filmaba desde hacía años cuando nos conocimos, en 2009. Filmaba como activista, posteando sus videos en YouTube, hasta que comenzó a trabajar como cameraman freelance para la agencia Reuters. En un momento, tuvo la idea de filmar un documental centrado en la figura de uno de sus mejores amigos, que era además uno de los militantes más activos en contra de la ocupación. Pero tanto las protestas y manifestaciones como la participación en ellas de Adeed, el amigo de Emad, habían sido, en 2006, tema de un documental que tuvo mucha difusión, Bil’in My Love. En 2009, otro de los mejores amigos de Emad fue asesinado de un balazo artero por el ejército israelí. Emad se puso en contacto conmigo para que lo ayudara a sacar la película adelante. Pero yo no estaba demasiado interesado en filmar un documental militante, cuyo material, además, había sido filmado por otro. Entonces le propuse algo distinto.”

Lo que Davidi propuso a Emad tiene que ver con esa coincidencia entre el nacimiento de Gabreel, su hijo menor, y el comienzo de las protestas en la aldea de Bil’in, ante la construcción de la cerca de separación. ¿Por qué no narrar, en paralelo, el crecimiento de Emad y el de las hostilidades entre granjeros palestinos y el ejército israelí? 5 Broken Cameras es, básicamente, la filmación y edición que Davidi hace, con la colaboración de Burnat, de lo que éste filmó en el curso de los primeros cinco años de vida de Gabreel. Cinco años que, sin que nadie se lo propusiera, terminarían resultando matemáticamente pautados por las sucesivas rupturas de las cámaras de Emad. Esas rupturas, claro, se ven en cámara. Hasta que ésta termina de romperse, al menos. Así sucede en un momento en que le da al pixelado un valor hasta ahora ignorado: no se trata esta vez de un defecto que hay que corregir, sino de casi lo contrario: los últimos, heroicos, estertores de una Sony que se niega a desaparecer.

De negarse a desaparecer trata, como es lógico, 5 Broken Cameras. No por vistas, las imágenes dejan de hacer hervir la sangre. Soldados uniformados cargan contra familias de granjeros humildísimos, que sólo tienen sus olivos. Granadas de humo llueven sobre mujeres, niños y ancianos. Soldados le dan a Emad la orden de dejar de filmar. Incluso dentro de la propia casa. “Soy periodista y estoy en mi casa, ¿qué derecho tiene usted a impedirme filmar?”, pregunta Burnat. “Venimos a comunicarle que a partir de ahora estos territorios pasan a ser parte de una Zona Militar Cerrada. Por lo cual vamos a desalojarlos.” Detrás vienen las famosas aplanadoras, alisando el terreno para levantar allí, de la noche a la mañana, nuevos edificios para colonos israelíes. Mientras tanto, Gabreel patea granadas desactivadas como si fueran piedritas.

No paran los arrestos, los balazos (de goma o de plomo), las cargas contra los pobladores, las muestras de una asombrosa falta de piedad. Todo ello es puntillosamente filmado por Burnat. En un momento detienen a uno de sus mejores amigos y se ve cómo un soldado se toma todo el tiempo del mundo, apunta sobre la pierna izquierda y dispara, mientras al detenido lo retienen dos hombres de verde. Más tarde, un balazo venido del otro lado de la cerca terminará con su vida. Pocas imágenes son, sin embargo, más crueles, perversas y desesperantes que las de los olivos prendidos fuego, en la noche, por un ejército, que mientras levanta barreras de concreto parecería carecer de toda barrera ética o moral.

“¿Por qué no matan a los soldados con un cuchillo?”, pregunta Gabreel, por entonces de 5 años, a su padre, en una escena de lo más familiar, mientras éste arregla el motor del auto. Es que Gabreel fue testigo de la muerte de Phil, aquel amigo de Emad, y eso fue demasiado para él. Pero el arma de su padre es otra. En más de un momento Emad dice protegerse con la cámara, en una ocasión ésta le sirve de escudo, cuando la bala que le estaba destinada va a parar al interior del mecanismo. Si algo no deja de hacer Burnat es tomar la cámara y filmar. En ocasiones, en contra del deseo de su esposa, que teme por su vida.

“La única protección que puedo darle a Gabreel es hacerle ver cómo son las cosas, para que aprenda que no siempre son como uno quisiera”, dice Emad, mientras Gabreel contempla el desangramiento de una cabra. En otras palabras, Emad, que jamás recibió ninguna instrucción, es un auténtico cineasta: sabe que su compromiso consiste en ver y hacer ver. Por eso en un momento proyecta fragmentos de sus filmaciones a pobladores de aldeas vecinas. “Para que puedan tomar distancia de lo que les pasa, y comprenderlo”, dice, casi como un teórico salvaje. El cartel final de 5 Brokern Cameras es una gran noticia: a Emad le rompieron cinco pero ya tiene una sexta. En ese momento, un par de años atrás, esa sexta cámara seguía entera.

* 5 Broken Cameras se emitirá por HBO MAX.

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No por vistas, las imágenes filmadas por Emad Burnat dejan de hacer hervir la sangre.
 
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