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Martes, 17 de marzo de 2015

TELEVISION › SE VIENEN MILAGROS EN CAMPAñA Y ENTRE CANíBALES

Cuando la política real toma forma de ficción televisiva

Uno en clave de comedia, el otro como historia de amor y venganza en formato de tira diaria, los programas que preparan El Oso Producciones para Canal 9 y Juan José Campanella para Telefe se ubican en el ámbito político, en pleno año electoral.

 Por Emanuel Respighi

El calendario electoral de 2015 no deja lugar a dudas: será el año en el que los argentinos vivirán en campaña. Desde las próximas elecciones a jefe de Gobierno porteño a realizarse a fines de abril hasta los comicios presidenciales que tendrán lugar en octubre (incluyendo noviembre, en caso de que sea necesaria una segunda vuelta), la vida cotidiana estará marcada por discursos altisonantes, políticos en continuado en la pantalla y varios sufragios por delante para los ciudadanos. La pantalla chica, claro, no estará exenta de este fenómeno. La política se colará a través de los (pocos) programas periodísticos y de los (muchos) ciclos de “panelistas”, esa rara avis de la pantalla chica a bajo costo y sobrepoblación de lenguas, más filosas que criteriosas a la hora de opinar. La diferencia, esta vez, es que la ficción también le abrirá la puerta a la política, como una manera solapada de atraer la atención en una temporada a puro voto.

Toda ficción es una expresión artística, pero también política. Aun cuando en su trama no haya referencias directas a algún aspecto de la política, lo cierto es que en cada ficción se pone en circulación una serie de valores, mensajes, ideas y cosmovisiones del mundo que “dialogan” con los televidentes. Incluso, hasta aquellas que relatan una historia de amor “rosa” –tradicionales, de apariencia inocuas, vacías de contenido– no dejan de plantear una posición política sobre diferentes temáticas, que por su goteo de episodios diarios pueden llegar a condicionar pensamientos. En definitiva: ninguna obra es, apenas, puro entretenimiento. Mucho menos aquellas en la que el político no sólo es el ámbito en el que transcurren las historias (de amor, de venganza) sino que también cumple una presencia protagónica, omnipresente.

Historias políticas

Entre caníbales es el título de la nueva serie diaria que Juan José Campanella ideó para Telefe. Protagonizada por Natalia Oreiro, Benjamín Vicuña y Joaquín Furriel, la ficción que acaba de empezar a grabarse cuenta una historia de venganza pero con un fuerte apego a la vida política. La trama aborda la historia de Ariana (Oreiro), una mujer que fue violada a los 17 años por cuatro hombres y que dos décadas después decide volver sobre su pasado jurando venganza. En su camino descubrirá que uno de quienes la ultrajó en su adolescencia no es otro que un encumbrado político (Vicuña). En el medio de ellos dos, entre una historia de venganza y amor, aparecerá un intendente de un municipio menor que intentará hacer lo imposible para llegar a la presidencia de la nación. Entre el plan de venganza de Ariana y el amor que por ella se disputan los dos dirigentes, el ámbito de la política será abordado durante toda la historia.

“Todo transcurre en el mundo de la política, pero es una historia de venganza y, con el tiempo, de amor”, le adelanta a Página/12 Campanella, que con Entre caníbales hará por primera vez tira diaria en la pantalla chica. “La historia transcurre en el medio de una campaña presidencial de un candidato que tiene carisma, pero también un montón de otros defectos, como por ejemplo no contar con un aparato detrás. Es un intendente con aspiraciones presidenciales. La política, obviamente, está muy presente. El mundo que contamos es el de la política. Es decir: En Rocky se cuenta una historia de amor, pero el mundo en el que se da es el del box. Acá pasa lo mismo con la política. Estamos tratando de lograr que sean historias y situaciones muy reales, por lo que me estoy asesorando sobre la relación de la política con el periodismo”, detalla el guionista, director y productor, cuyo último trabajo en la TV argentina fue El hombre de tu vida, con Guillermo Francella, Mercedes Morán y Luis Brandoni.

La de Telefe, de cualquier manera, no será la única ficción que deambulará entre los hilos de la rosca política. Protagonizada por Jorge Suárez y Viviana Saccone, Milagros en campaña también indagará en tono de comedia en el mundillo político, a través de una historia de 13 capítulos producida por El Oso, la productora de Científicos, industria argentina y Palabras más, palabras menos, que por primera se abre paso más allá del rubro periodístico. En este caso, la ficción se centrará en los esfuerzos y estrategias puestas en práctica por una asesora de imagen y publicista (Saccone) para instalar como candidato a presidente a un diputado (Suárez). La tarea no será sencilla: Quiroga cultiva el bajo perfil, no es muy conocido y tiene una vida poco interesante para el criterio noticioso que manejan los medios. A través de todo tipo de operaciones mediáticas y transformaciones estéticas implementadas en el político, Milagros hará todo lo posible (y también lo imposible) para posicionar a Quiroga como una figura reconocida e interesante por la mayor parte del electorado.

“Milagros en campaña surge de la experiencia de treinta años trabajando alrededor del periodismo político e imaginándome la campaña electoral presidencial que se iba a meter por todos lados en este 2015”, le cuenta a Página/12 Claudio Martínez, director de El Oso Producciones. “Se me ocurrió contar la historia de un candidato a presidente que no se había propuesto serlo, pero que por esas cosas de la política tiene su chance. Tiene todas las condiciones morales, éticas y políticas, pero carece de carisma. Imaginé cómo proyectar a alguien así y se me ocurrió pensar que el partido le pone un jefe de campaña muy cruel y perverso. Es una comedia que surge de las situaciones que resultan de la tensión entre alguien que cree en la política y en las convicciones, con una persona que cree sólo en la opinión pública y en los medios. Es esa tensión entre el candidato y la jefa de comunicación la que genera la comedia. La trama transita sobre hasta dónde los valores se imponen y hasta dónde esta mujer sin inescrúpulos se va a imponer para llevar a este hombre hacia la presidencia”.

De ficciones y realidades

La ficción gubernamental es un género que en los últimos años se consolidó en el mundo entero. Tras los fenómenos transitados por las grandes cadenas de las series protagonizadas por abogados, policías y médicos que coparon la pantalla en diferentes etapas de las últimas décadas, la TV estadounidense está en pleno proceso de desarrollo de tramas sobre política o en las que el detrás de escena gubernamental juega un papel importante. A la por entonces solitaria The West Wing (que finalizó en 2006), le siguieron una serie de programas que demuestran que la temática está de moda: desde la revolucionaria –por su sistema de producción y distribución a través de Netflix– House of Cards hasta otras como The Boss, Homeland, Scandal o Veep, los vericuetos políticos parecen ser un recurso de interés por la industria y el público que las elige en cualquier lugar del mundo.

Claro que esa tendencia es más palpable en Estados Unidos, donde la relación entre la ficción y la política siempre resultó estrecha, que en Argentina. Aun cuando desde hace ya varios años la política como tema se instaló en el debate cotidiano de los argentinos, es verdad que la industria local siempre fue renuente a vehiculizar en sus tramas esa realidad. A excepción de aislados casos como El hombre (1999) y El puntero en 2011, ambos producidos por Pol-ka, hasta el momento no hubo correspondencia entre la efervescente “primavera política” que surgió en la última década y las ficciones producidas por la TV local. De hecho, la ficción argentina siempre se inclinó más por entrelazar en sus historias problemáticas sociales. Algo que este año parece empezar a cambiar con las dos producciones que indagan en sus tramas sobre el poder político.

“No creo que sea casualidad que se estén desarrollando dos ficciones que ponen el ojo en la política”, señala Martínez, cuya serie unitaria Milagros en campaña fue ganadora del concurso de ficciones para el prime time organizados por el Incaa. “Tiene que ver con la percepción clara de que la discusión política volvió con todo al país. Se habla de política en las casas, en el trabajo, en los cumpleaños, en las colas. Hoy todos discutimos con intensidad y algo de crispación, es verdad, pero con la garantía de que se puede discutir con libertad. En la última década se reestableció el interés de la política en la vida cotidiana. Por eso no me parece raro. En todo caso, me resulta extraño que no hayan aparecido antes ficciones en el ámbito de la política. En esa discusión, Milagros... da su aporte sobre la manera en que los medios y la política se vinculan”, puntualiza el productor.

En un alto de la preproducción de Entre caníbales, Campanella cuenta que el de la política era para él un ámbito que hacía tiempo quería abordar. “No entiendo cómo un país con el peso que la política tiene para nosotros no tuviera un programa de ficción que lo reflejara. De hecho, cuando Telefe me propuso el proyecto, el mundo de la política de Entre caníbales no tenía nada que ver con el real: se trataba sobre aristócratas, de familias que crían a sus hijos para ser presidentes... Era muy lejana a la historia argentina de la democracia, donde todos los presidentes que tuvimos son hijos de la clase media. (Raúl) Alfonsín era hijo de un almacenero, (Carlos) Menem seguramente de un tendero, el papá de Cristina (Fernández) era colectivero... Nuestra historia nos demuestra que en la Argentina ‘cualquiera’ puede llegar a ser presidente, menos los aristócratas que siempre se mantienen en las sombras. Por eso propuse una historia al revés: una trama de la política real pero creando personajes ficticios. Es verosímil, pero no es que tal personaje está inspirado en (Sergio) Massa, tal otro en Cristina (Fernández de Kirchner) y tal otro en (Mauricio) Macri”, aclara el cineasta ganador del Oscar por El secreto de sus ojos.

Aflojar las tensiones

Tanto en Entre caníbales como en Milagros en campaña el tono elegido para contar sus tramas es el de la comedia. La política será un factor presente en ambas ficciones, pero en general las situaciones que se verán en pantalla tendrán ribetes humorísticos, incluso irónicos o absurdos. En plena era del marketing político, la ficción parece apuntar a desnudar, desde el humor, diferentes situaciones por las que puede llegar a atravesar un político cuando se enciende la cámara. Más o menos ridículas, más o menos verosímiles para la política mediática actual.

“La idea de Milagros... es romper con cierta solemnidad que alcanza el debate político en el país”, dice Martínez, el productor de la ficción que se estrenará en el segundo semestre en Canal 9. “No queríamos hacer, desde la ficción, una bajada de línea. La serie no tiene contenido moral ni ético, no dice lo que se debe hacer y lo que no. A través de la comedia, la ficción expone la antigua contradicción entre los medios y los fines del ejercicio político. Las situaciones que se generan a partir del cruce de valores entre el candidato y su asesora, que en cierto modo representan las dos maneras de construcción política, son tan absurdas que el programa tiene más de comedia que de drama.” Milagros en campaña vuelve a juntar después de mucho tiempo a una dupla reconocida: Jorge Maestro y Sergio Vainman (Nosotros y los miedos, Zona de riesgo, Montaña rusa) escribieron la serie a cuatro manos tras un tiempo trabajando individualmente.

“Hay una cosa que creo que tenemos que recuperar: el humor político”, coincide Campanella. “Me parece que nos hemos puesto bastante solemnes con la política, un poco por exceso de corrección, y el humor tiene que ver con la ofensa. El humor siempre se ríe de algo, lo sabemos desde los hermanos Marx. Eso hizo que se evite un poco poner a la política como protagonista de una ficción. Y también está ese miedo a las lecturas que puede llegar a tener, a los informes, al escrache, lo que hace que la gente del medio le tenga miedo al tema político. Esto no ocurría antes porque no se le daba pelota a la política. No nos ofendía. En El mismo amor, la misma lluvia, por citar una película mía, estaba el personaje de (Ulises) Dumont que era radical, Eduardo (Blanco) era peronista, se hablaba mucho de eso, se cargaban uno al otro. La película estaba bastante cargada contra los ’90 y contra Menem. Incluso, aparecía la imagen real de Menem indultando a los militares... Y fue una película hecha durante el menemismo. No había miedo.”

–¿A qué se refiere con que ahora hay “miedo”?

Juan José Campanella: –La gente ahora está con mucho miedo a que la cataloguen de un lado o del otro. En nuestro medio, el artístico, pasa mucho más. Y la verdad, ¿qué problema hay? No deberíamos tener miedo a perder ni siquiera a un miembro de la audiencia por lo que pensamos y opinamos políticamente. Tenemos que relajarnos un poco. Entre caníbales no es un ensayo político beneficiando o perjudicando a algún partido. Pero si uno quiere hacer una película ultraoficialista o antioficialista, debería poder hacerlo sin pensar que va a perder audiencia por eso. ¿Qué problema hay? Si es parte de la democracia. En este momento, paradójicamente, hay mucha gente tratando de no comprometerse. Y digo paradójicamente porque habiendo tanta presencia política en nuestras vidas, en nuestro medio hay mucha gente que trata de no comprometerse. A esos los conocemos todos.

En la era de la hipermediatización de la política y particularmente en un año de fuerte peso electoral, la TV parece animarse a traducir a la ficción lo que ocurre en el mundo real de la política, ese ámbito que desde hace un tiempo parece haberse filtrado en todos los espacios cotidianos. Y que la pantalla chica reproduce en continuando, convirtiendo a muchos políticos en protagonistas de sus propias ficciones.

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