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La guerra de los mundos:

S. Spielberg.
Con T. Cruise, D. Fanning y T. Robbins.
2005, 116 min.
AVH.
Como suele suceder con la obra del creador de E.T., la versión Spielberg de la novela de H. G. Wells tiene grandes cimas ... y grandes simas. Funciona muy bien el costado paranoico del asunto, con ese ataque a la Tierra tan parecido al Apocalipsis y esos despiadados monstruos mecánicos, de letales tentáculos. Hay grandes escenas, puras ideas visuales que parecen arrancadas a una pesadilla. Sobre todo, ese río por el que navegan cadáveres y el memorable tren en llamas. Pero de a poquito la cosa se va desestructurando (Spielberg suele plantear mejor de lo que remata) y termina con un “pif” que parecería casi una cargada al espectador. Para no hablar del Steven patriotero, el de Soldado Ryan, que vuelve a embarrarla aquí con la aparición de un heroico american boy, que lamentablemente sobrevive.

Géminis:

Albertina Carri.
Con María Abadi, Lucas Escáriz, C. Banegas y D. Fanego.
2005, 85 min.
AVH.
Un cambio de paso para Albertina Carri, la sorprendente realizadora de Los rubios, que después de aquel relato al borde del experimentalismo, aquí se pone más clásica... para narrar una historia más revulsiva. Acierta la realizadora al narrar el incesto no desde el distanciamiento y mucho menos desde el juicio moral, sino fomentando una húmeda identificación con los pecadores por parte del espectador. Eso lo logra no sólo a través de los transpirados encuentros entre los hermanos, sino gracias a la cámara del talentoso Bill Nieto, que se pasea entre los pasillos familiares con una elegancia definitivamente erótica. Menos eficaz resulta la caricaturización del esencial personaje de la madre, llevada hasta el borde mismo del grotesco, así como alguna actuación que no está a la altura.

La vida por Perón:

Sergio Bellotti.
Con Esteban Lamothe, Cristina Banegas y Belén Blanco.
2005, 90 min.
SBP.
Otra aproximación del cine argentino al grotesco y desde un lugar impensado. Sobre novela y guión de Daniel Guebel, Sergio Bellotti (el de Tesoro mío y Sudeste) narra el costado más demencial de los ’70, a partir de una idea que es todo un hallazgo. El 1º de julio de 1974, día de la muerte de Perón, fallece también un viejo dirigente sindical, y ante la perspectiva de que alguien se robe el cuerpo del general, los miembros de una organización armada de la izquierda peronista deciden hacer un cambio de cadáveres. Todo esto se concentra en una casa, durante unas pocas horas y en medio del velorio, aflorando generosas dosis de maquiavelismo, mesianismo, necrofilia, soberbia y militarización. Y peyorativización también, cómo no, pero en este caso no de parte de los protagonistas sino desde el guión.

Golpe bajo:

Peter Segal.
Con Adam Sandler, Chris Rock y Burt Reynolds.
2005, 113 min.
LK-Tel.
Por algún raro misterio hay quienes ven en Adam Sandler poco menos que un genio cinematográfico, por más que él mismo y sus películas se empeñen en demostrar lo contrario. En este caso se trata de la remake de la película homónima de los ’70, que ya de por sí no iba mucho más allá de la rutina. Cuando un famoso rugbier en desgracia cae en una prisión de máxima seguridad, el alcaide decide que un equipo de internos enfrente al de los guardias, que son la niña de sus ojos. Combinación de tópicos carcelarios con clichés dramáticos (¿podrán hacerle partido los presos a los sádicos guardiacárceles?), la dupla Sandler & Chris Rock garantiza algunos buenos chistes, y poco más que eso. A modo de autohomenaje aparece un estirado Burt Reynolds, protagonista de la original.