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Sábado, 8 de febrero de 2014

VIDEO › ENCONTRANDO TU VOZ..., ESCRITA, DIRIGIDA Y PROTAGONIZADA POR LAKE BELL

El arte de la incomodidad

Actriz de comedia hasta ahora no muy conocida, en su ópera prima como realizadora Bell se luce como intérprete. Más que un film estructurado como tal, Encontrando tu voz... es un recipiente donde colocar algunas buenas ideas y ocurrencias de la más pura cepa cómica.

 Por Horacio Bernades

Bell encarna a la hija de una leyenda viviente de la locución.

En el documento de identidad figura como Lake Caroline Siegel Bell, pero su nombre artístico es Lake Bell. A fines de marzo cumple 35, hasta ahora se especializó en papeles secundarios de comedias varias y por estos pagos la conocen sólo los fans muy fans del género. Apareció en comedias mainstream del montón (Locura de amor en Las Vegas, Enamorándome de mi ex) y en una gran comedia, Amigos con derechos. Esa en la que Ashton Kutcher se enamoraba de Natalie Portman y Natalie Portman sólo quería tener sexo con Ashton Kutcher. “¡Anotar el nombre de Lake Bell!”, gritaba Página/12 en la crítica de estreno, viendo en ella el diamante que asomaba. Lo que el crítico no barruntó en ese momento es que la chica (judía, como nueve de cada diez grandes comediantes) no se iba a conformar con protagonizar una comedia: además la escribiría y dirigiría. Todo eso hace Lake Bell –bienvenida, Srta. Bell– en In a World..., estrenada meses atrás en Estados Unidos y recién editada en la Argentina por el sello Sony, con el título Encontrando tu voz...

A juzgar por Encontrando tu voz... (¿por qué los puntos suspensivos?), lo de la Srta. Bell es un arte de la incomodidad, la inseguridad, la adolescencia tardía. Eso caracteriza a ambos protagonistas (¡comedia romántica!). Hija de una leyenda viviente de la locución y del doblaje (Fred Melamed, que hacía un papel memorable en Un hombre serio, de los hermanos Coen), Carol Salomon (Bell) no tuvo mejor idea que dedicarse a la misma profesión que papá. Además de leyenda viviente, Sam Solomon es un narciso, un egomaníaco y un padre digno de ser colgado de las amígdalas. A los 31, Carol vive (¡obvio!) con él. En la primera escena, el divino de Sam le anuncia que se trae a vivir con él a su novia (“¡tiene 30, un año menos que yo!”, se queja Carol) y, por lo tanto, Carol va a tener que buscarse otro lugar donde vivir. ¿Cuándo? Esa misma noche.

Linda y avispada pero sin novio a la vista, Carol tiene a un chico muerto por ella. Louis es el dueño del estudio donde ella graba, pero más parece su doble. Luce un flequillo de chico de 15 y cada vez que habla con la chica de sus sueños quiere avanzar, pero no se anima a nada, por más que los compañeros de trabajo lo alienten. Más que una película estructurada como tal, In a World... es un recipiente donde colocar algunas muy buenas ideas, ocurrencias de la más pura cepa cómica y algunos comediantes de primera. El mencionado Melamed, Rob Corddry –otro secundario buenísimo, a quien pudo verse en Hot Tub Time Machine– y por supuesto la propia Bell. Ideas: para llamar la atención de Carol, después de un paseo callejero Louis se pone a gritar estupideces, como un desaforado. “Lo hacía con mamá, y funcionaba.” Gran imitadora de voces y acentos, Carol va a todas partes con su grabador, sin disimularlo demasiado. Cuando la hermana le cuenta que está con el corazón partido, saca el grabador y lo pone “disimuladamente” entre ambas, seguramente para aprender cómo es el tono angustiado. “Código de hermana”, le repite insistentemente Carol a la ídem, buscando complicidades pavotas. “¿Qué es eso de ‘código de hermana’?”, pregunta desorientada la otra. “No tengo idea, lo vi en algún lado.”

Sin saber muy bien dónde llevar la historia, Bell, la guionista, echa mano de la más andrajosa de las fórmulas dramáticas hollywoodenses: la de la competencia final. En este caso, para ver quién va a grabar la locución de los avances de una nueva tetralogía épica, protagonizada por amazonas que luchan contra hombres mutantes. Linda joda al Hollywood actual, pero utilizada en función de una fórmula del Hollywood de siempre. De esa competencia van a participar, claro, Carol y su padre, que con tal de impedir que la hija gane, vuelve a la profesión después de haber anunciado su retiro. Un toque de bienvenida disfuncionalidad. Pero más que eso importa el carácter de gran cómica de la Srta. Bell, que como Jerry Lewis en sus momentos más infantiles, duda, se resbala, trastabilla, no sabe dónde meterse, mira para todas partes, quiere huir, transmitiendo todo eso con veracidad casi documental.

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