8

de C. Porumboiu.
Con Bogdan Dumitrache, Diana Avramut y Gabi Cretan.
2013, 89 min.
Zeta Films.

La última del rumano Corneliu Porumboiu (el de Bucarest 12:08 y Policía, adjetivo) es pura puesta en escena. No sólo por el carácter sistemático de ésta (diecisiete planos secuencia de larga duración), sino porque todo su sentido, su efecto hipnótico incluso, deviene no de una trama, un conflicto o personajes preexistentes, sino de cómo se construyen éstos dentro de encuadres que siempre se mantienen a cierta distancia. De la duración de cada plano, de la posición y movimiento de cada uno de ellos dentro y fuera del cuadro. No se trata de un ensayo de laboratorio, de un mero ejercicio de estilo: pasan cosas todo el tiempo en Cae la noche en Bucarest. Cosas que los personajes verbalizan en uno de los films más rohmerianos en décadas.

8

, de Matt Reeves.
Con Andy Serkis, Jason Clarke y Keri Russell.
2014, 130 min.
Fox Video.

Lo contrario de un tanque descerebrado, la segunda parte de la nueva El planeta de los simios funciona como cine de aventuras y metáfora, sin que ninguno de ambos planos anule al otro. La pregunta básica es si dos comunidades radicalmente distintas pueden coexistir, aunque sus intereses choquen. Diez años después de que César, el líder de los simios pensantes (y parlantes) liderara la rebelión contra el mundo de los hombres, el tablero se invirtió, a raíz de un virus que diezmó casi por completo a la especie humana. Un puñado de sobrevivientes necesita de una represa para generar energía, pero la represa está en territorio simiesco. Como en un western, halcones y palomas afloran en ambos bandos, abriendo un juego de tensiones crecientes.

8

de Anton Corbijn.
Con P. Seymour Hoffman, Rachel McAdams y Willem Dafoe.
2014, 122 min.
Transeuropa.

En la más reciente adaptación de una novela de John LeCarré, un Philip Seymour Hoffmann casi póstumo es el jefe de una unidad antiterrorista de Hamburgo, que carga con un viejo error como una bolsa de doscientos kilos. Un posible terrorista checheno llega a Alemania con la intención de hacer contacto con un banquero, que tal vez esté vinculado con un profesor musulmán que a Bachmann (Hoffmann) le huele mal. Como toda historia de espionaje, la trama es intrincada e incluye a una asistenta social demasiado progre a ojos de Bachmann y a una representante de la CIA de la que el hombre sospecha más que de nadie. El hombre más buscado transpira un denso aire de derrota, que es difícil saber si está en el pasado o en el futuro inminente.