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Viernes, 14 de marzo de 2008

VIDEO › TODO CORAZON, DEL BRITANICO MICHAEL WINTERBOTTOM

Una historia sin final feliz

En la línea semidocumental de El camino a Guantánamo, el film narra, sin golpes bajos, el trágico destino de Daniel Pearl, periodista decapitado en 2002 por fundamentalistas islámicos. Lo cuenta su viuda, encarnada por Angelina Jolie.

 Por Horacio Bernades

El 23 de enero de 2002, un grupo de la Jihad islámica secuestró en Karachi a Daniel Pearl, periodista de The Wall Street Journal, que había viajado de Estados Unidos a Pakistán el día después del 11-S. A cambio de su vida, los secuestradores exigían la liberación de detenidos en Guantánamo. Días más tarde y tras reiteradas amenazas de muerte, los miembros del Movimiento Nacional por la Restauración de la Soberanía Paquistaní hicieron llegar a los familiares de Pearl un video casero, en el que podía verse su ejecución por decapitación. En ese momento, Mariane Pearl estaba embarazada de cinco meses.

Esa historia, que en su momento tuvo amplia difusión (incluyendo fotos y hasta el propio video de la ejecución) es la que narra A Mighty Heart, coproducción entre Gran Bretaña y Estados Unidos que se presentó en la edición 2007 del Festival de Cannes. Lejos por esta vez de escotes, siliconas y adopciones, Angelina Jolie encarna a Mariane Pearl, en cuyo libro autobiográfico se basa el film. La dirección quedó a cargo del prestigioso realizador británico Michael Winterbottom, cuya película anterior, El camino a Guantánamo, está estrechamente ligada a ésta. En su momento, la distribuidora local de A Mighty Heart barajó la posibilidad de estrenarla, pero terminó descartándolo. Ahora, el sello AVH acaba de editarla directamente en DVD, con el título Todo corazón.

Esta es la tercera vez que Winterbottom (Blackburn, Lancashire, 1961) trata asuntos vinculados con la cuestión árabe, todos basados en casos reales. La primera ocasión había sido In This World (2002), film inédito en Argentina, en el que reconstruía la odisea vivida por dos niños afganos que huyeron de un campo de refugiados, recorriendo miles y miles de kilómetros en forma clandestina, con la intención de llegar hasta Gran Bretaña. Como en ella y en El camino a Guantánamo, en aras de reforzar la sensación de realidad, en Todo corazón Winterbottom echa mano de un estilo semidocumentalista. Planos breves, montaje sincopado, narración entrecortada y discontinuidades temporales y espaciales son sus armas, a las que suma la dilución de todo subrayado musical. Con un off a cargo de la protagonista (Jolie simula acento francés, ya que la viuda de Pearl era de ese origen), en los primeros tramos se narra la desaparición de Pearl, ocupando la mayor parte del metraje la investigación, esperas y trámites posteriores, hasta el desenlace trágico.

Hay un problema dramático básico en Todo corazón, y es que difícilmente algún espectador no sepa cómo termina la historia. Lo cual le quita tensión y expectativa. Se argumentará que lo mismo sucedía en Vuelo 93 (dirigida también por un británico, también con estilo semidocumental), a pesar de lo cual esa hora y media se vivía con el corazón en la boca. Es verdad. La diferencia es que Vuelo 93 narraba, contra reloj, una circunstancia dramática de alto voltaje (el secuestro de uno de los aviones del 11-S y el intento de rebelión por parte de un grupo de pasajeros, en pleno vuelo y en contra de terroristas armados), mientras que en la película de Winterbottom, a parientes, allegados, funcionarios y miembros de los servicios de seguridad les queda poco más para hacer que no sea tomar té, googlear o hablar por celular, en busca de datos en fuga. Pero aun en caso de que esa investigación condujera a algo, sus resultados importarían poco. Que los secuestradores hayan sido de uno u otro grupo extremista, que tengan tales o cuales conexiones o que detrás de la operación haya estado un sheik u otro no le cambiará mucho al espectador.

El deadline fijado para la ejecución debería servir para inyectar presión dramática. Pero Winterbottom decide no explotarlo, como tampoco hacer hincapié en el drama de esa mujer embarazada. Lo anima seguramente la noble intención de evitarle al espectador chantajes emocionales. El problema es que todo eso sumado (saber cómo termina la historia, que la investigación importe poco y carezca de tensión, que en lugar de personajes dramáticos haya figuras desdramatizadas) da por resultado un relato al que si algo no cabe es definirlo como atrapante. Sí cabe señalar que Angelina Jolie hace honor al compromiso. A cargo de un personaje que mantiene una asombrosa sangre fría –aun en los peores momentos–, la diva de los labios acolchonados evita los golpes bajos a los que la situación se prestaba, sin caer tampoco en la seriedad impostada con que las estrellas suelen enfatizar su participación en films considerados “serios”.

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Todo corazón, un film noble, pero previsible.
 
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