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Domingo, 15 de junio de 2008

El apetito de las imágenes

“El fenómeno de los flogs se sitúa del lado de la sociabilidad”, señala el semiólogo Oscar Traversa, decano del Area Transdepartamental de Crítica del Arte del IUNA. “Ciertamente es soportado por un conjunto de técnicas: la fotografía digital e Internet”, comenta, pero advierte que “aquello que lo hace vivir es el apetito de las imágenes”. Jacques Aumont en La imagen (Paidós) señala en referencia a la televisión la existencia de una “pulsión escópica” que lleva al hombre a ver imágenes. Traversa amplía la idea: “El deseo de ver y ser visto es ajeno a la contingencia de una solución técnica”. Con ello reafirma el boom de la imagen digital regido por algunas leyes en común con otros aspectos de lo visual.

Su colega Oscar Steimberg (IUNA) señala algunas características recurrentes de este tipo de páginas. “Admiten previsibilidades como la necesidad de la puesta en circulación, la obligación de ofrecer la palabra propia y someterla al juicio, la contestación e incluso la continuación por parte de otros”, enumera y explica que “el lugar del emisor y el receptor ha tenido una modificación de orden general”.

El fenómeno, además, no se limita a los flogs. La fotografía digital “ha producido una gigantesca expansión del tráfico de imágenes”, apunta Traversa, y para él los fotologs son “sólo una de sus expresiones”. Contra los augurios apocalípticos, Steimberg no ve en la llegada de las redes sociales digitales la muerte de la interacción cara a cara. Para ejemplificar, compara la situación con la de los congresos científicos, que, asegura, no sólo no disminuyeron pese a la posibilidad de hacerlos en línea gracias a las videoconferencias, sino que incluso aumentaron en cantidad. ¿Será que Internet facilita organizarlos?, le pregunta PáginaI12. “Puede ser que Internet sirva de facilitador y que eso no hubiese sido previsto”, reflexiona. “Por otro lado puede que la necesidad de la comunicación cara a cara haya crecido justamente como un efecto del crecimiento de la comunicación virtual”, especula Steimberg. Por poner un ejemplo, los grupos de floggers que se reúnen regularmente en el shopping Abasto se conocieron y organizan sus encuentros gracias a Internet.

Como investigadores, sugieren cautela ante el fenómeno ya que aún debe seguir siendo estudiado. “Yo creo que esto no ha dejado de cambiar y que es imposible en este momento sacar alguna conclusión con un grado de estabilidad o firmeza”, advierte Steimberg.

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