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Miércoles, 20 de agosto de 2008

CINE

Las tablas, la pantalla

Como experimentada actriz de teatro, Onetto señala que la diferencia esencial entre componer un papel para cine respecto del teatro pasa por el tiempo y el ensayo. “El teatro incluye en su proceso de armado la idea de que hay un momento en que todo el elenco con el director ensaya por lo menos dos o tres meses (yo he ensayado obras un año) para después llegar al muestreo”, sostiene. “A mí me gustó esta posibilidad que me dieron de poder probar en mi casa, grabarme para llegar a la película como más sostenida. Pero el cine valora mucho el aquí y ahora. Hay algo, además: no es el propio cuerpo el que está narrando, sino la cámara. O es la combinación entre la cámara y lo que tu cuerpo traduce. La naturaleza visual de alguien, en persona es una cosa y a través de una cámara iluminada por una luz es otra.” Onetto dice que en el teatro “tenés mucho más control del asunto, y en cine no”. Por otro lado, la actriz destaca que tiene “casi veinte años de teatro y cinco de cine. En ese sentido, yo tengo un enorme registro en el teatro de cuándo es interesante lo que estoy haciendo y cuándo no. En el cine, supongo que sí y, a veces, el director o la directora me marca que eso no es lo que está buscando. Uno extrema la situación de la docilidad o de la obediencia. Tampoco hay acumulación en el cine: son situaciones cortadas y cronológicamente siempre alteradas. Entonces, hay que estar muy atento y muy alerta”.

Con respecto a la reacción del espectador y cómo los actores pueden medir su trabajo, la actriz analiza: “Vos empezás una función y enseguida percibís el estado de la sala, y seguramente eso influye en la manera en que te colocás en relación a la obra. Yo soy bastante sensible respecto de cómo está el espectador, no para ser todo el tiempo complaciente, pero hago movimientos internos en relación a lo que percibo de la sala, de mis compañeros o de mí misma. En el cine es una situación completamente sin control. La película va a ser siempre la misma, sea mirada en distintas salas por distintos espectadores. La mayoría de las veces no estoy presente percibiendo lo que pasa. Entonces, para personas que disfrutan de controlar un poco más las cosas, como es mi caso, es bastante angustiante. Pero, a la vez, también tiene otro costado cuando uno lee, escucha y recibe devoluciones. Y cuando uno ve que en esa situación que no pudo controlar, el espectador estuvo libre mirando la pantalla y lo que se le ofreció, y pudo apreciar cosas que uno estuvo imposibilitado de manejar o que las manejó solo mientras estuvo haciendo la escena, es también hermoso”.

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