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Martes, 7 de octubre de 2008

MUSICA › OPINIóN

Cómo atravesar el tiempo

 Por Eduardo Fabregat

Este cronista lo señaló en ocasión del lanzamiento de La lengua popular: el más reciente disco del Salmón Abuelo Rodríguez debería considerarse como consagratorio, si no fuera porque hace rato que Calamaro está consagrado. El año pasado, su presentación en el mismo escenario había sido la confirmación de ese concepto, pero la multitudinaria misa del domingo consiguió elevar su propio listón. Andrés es hoy un artista en estado de gracia, seguro de sí, alejado de las tormentas internas que en el pasado reciente le dificultaban el camino al escenario e incluso al mismo acto de componer. Cuando un músico tiene plena conciencia de estar conectando con el nervio más sensible del público asoma lo mejor de sí. Y puede pasar dos horas surfeando sobre sus canciones, llevándose a miles y miles de personas, con la carne de gallina, a lo alto de esa ola.

No te preocupes, Paloma, se quiebra el cantante en el final, y todo tiene sabor a apoteosis, a genuino testimonio de la performance de un tipo al que ya no se le discute su ingreso al seleccionado de los grandes solistas argentinos. El pibe al que ninguneaban por considerarlo un simple soldadito de los Abuelos es hoy un compositor y performer sólido y entero, de cuya obra da para esperar mucho más. Así se lo entiende en los medios y así lo entiende la gente, que supo disfrutar la habitual fiesta Decadente e incluso el set de Estelares (¡al fin la formidable banda platense en un horario central!), pero que vivió todo ello como aperitivo, se apropió de la fecha 7 del festival para convertirla en una cita particular, una intensa comunión con el nombre que hizo reventar la taquilla. Esas casi 40 mil personas tuvieron su premio: con la pilcha de Dylan y la cara de Paul Stanley, Andrés Calamaro fue y vino entre su propio historial y el de Los Rodríguez, y ya casi no importa que el material de Nadie sale vivo de aquí siga ausente de la lista. Lo que hay es suficiente para atravesar el tiempo sin documentos.

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