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Domingo, 11 de diciembre de 2005

Hippies, salvajes, bestias

Como fruto del azar, o como testimonio de un imaginario colectivo, la publicidad ‘05 se fijó con extraño énfasis en la figura del buen salvaje: el que llegó es un hippie rústico, pelilargo y barbudo que se redime gracias a la tarjeta Visa en el comercial que ganó el Diente de Oro a la mejor publicidad en TV. El hippie del aviso Salvaje, de Young & Rubicam, redescubre los encantos del consumo y se reinserta sin perder las crenchas en una ciudad after hippismo a la que no le queda nada del idealismo de un Woodstock, pero sí esa incorrección que lleva consigo cualquier alarde de millonario mediático, desde que Donald Trump lo legitimó en El Aprendiz. Curiosamente, otro aviso exitoso del 2005 también se ocupó del mito del buen salvaje pero para contar una trama en sentido inverso: el aviso Libre, de Ford Eco Sport, devuelve al hombre mono a su hábitat original, despedido por sus amigos en amable brindis y arrullado por el himno Libre que recuperó del olvido a Nino Bravo. ¿El salvaje revisitado en ’05 se dio por mera coincidencia? “Ninguno sabía lo que estaba haciendo el otro –corrobora Guillermo Vega, de Y&R–, y si te fijás los dos avisos dicen cosas opuestas: es la reinserción versus el escape del mundo.”

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